El Joker es el gran enemigo de Batman. No solo por su clara contraposición con el Caballero Oscuro (uno colorido, bromista y malvado; el otro oscuro, serio y justiciero), sino por su capacidad para seguir fascinando al lector y cambiar con las diferentes generaciones. Sin duda, hay algo fascinante en este monstruo surgido de las viñetas. Hay tantos Jokers como lectores. Y seguirá habiéndolos.
Una de las versiones más fascinantes fue la ofrecida por Heath Ledger en El Caballero Oscuro (Christopher Nolan, 2008), cuyo aspecto tomó como base el visto en una novela gráfica firmada por Brian Azzarello y Lee Bermejo. No solo fue su aspecto, fue también su psique, porque aquí conocíamos a un Joker siniestro que podría deambular por nuestro mundo.
Historia de un proyecto
En 2002, el guionista Brian Azzarello y el dibujante Lee Bermejo se pusieron a los mandos de una novela gráfica titulada Joker. En ella, el Payaso del Crimen se convertía en un hiperrealista villano que salía del sanatorio Arkham tras convencer a todos de que había recuperado la cordura.
El Joker, como el escorpión de la célebre fábula, no puede traicionar a su naturaleza y pronto comienza su viaje para recuperar el trono de ese retrete que él mismo considera que es Gotham, su patio de recreo. Un criminal llamado Jonny Frost busca convertirse, de la noche a la mañana, en el cabecilla del mundo del hampa y para ello recurre a convertirse en secuaz del archienemigo de Batman.
Y así, comenzará un nuevo descenso hacia la locura, pero ¿alguna vez escapamos de él?
Una de las grandes historias del Joker
Brian Azzarello demuestra su inteligencia no mostrándonos al Joker como protagonista de forma directa del guion. ¿Cómo un autor podría llegar a los niveles de locura del villano en una historia narrada por este? Sería complicado y quizás no del todo satisfactorio. A veces, es mejor ver la estatua que ser el personaje en cuyo honor se erigió.
Por eso, la historia transcurre desde la mirada de un perdedor: Jonny Frost, que ha pasado demasiado tiempo en la cárcel y ahora desea convertirse en un verdadero amo del crimen. Divorciado de su mujer, sin poder ver a sus hijos, sin deseo de conseguir algo mejor por una vía legal, Frost decide ser la sombra del Joker, pero ¿cómo puede seguir alguien a un demente sin perder la cabeza?
Joker de Brian Azzarello y Lee Bermejo supone un descenso a los infiernos del archienemigo de Batman Share on XEl momento exacto
Hay obras artísticas que son perfectas para ser descubiertas en determinado momento de tu vida. Ocurre por azar, pero deja huella. En mi caso, todavía recuerdo cómo me hice con un ejemplar de Joker allá por 2009, un año después de ver El Caballero Oscuro. Lo acompañaba un volumen especial de Batman: La broma asesina, que, aunque parezca paradójico ahora, estaba descatalogada hasta ese momento.
Ambos cómics configuraron mi visión sobre el Joker y gran parte de la flora y fauna de Gotham. Aunque desde entonces he disfrutado de múltiples reinterpretaciones en los más diversos formatos, la visión que le dieron Brian Azzarello y Lee Bermejo, y Alan Moore y Brian Bolland respectivamente, continúa conmigo.
Y es que los mitos modernos soportan constantes reinvenciones y Lee Bermejo dibujó una de las más extraordinarias con unos personajes humanos, un Joker capaz de la mayor de las locuras, pero también uno que se echa a llorar en el regazo de Harley. Y también dio vida a una Gotham por la que parece que podemos transitar… y morir.
The Goodfellas de Gotham
En su día, se rumoreó que Warner Bros tanteó a Martin Scorsese para el Joker de Joaquin Phoenix. Finalmente, Scorsese no tuvo nada que ver, aunque películas como El rey de la comedia o Taxi Driver inspiraron la película de 2019.
#Joker de Brian Azzarello y Lee Bermejo es una obra a reivindicar dentro de la extensa mitología de Batman Share on XCuriosamente, en Joker otra fuente de inspiración es el cine de gángsteres, en especial The Goodfellas de Scorsese. Es imposible no ver un poco de aquel Henry Hill de Ray Liotta en el pobre Frost. Este es testigo de cómo es en la realidad este sanguinario villano y cómo ha llegado a controlar toda la Ciudad de Gotham, cuya posesión está dispuesto a recuperar aunque sea aplastando a Pingüino, Acertijo, su Harley Quinn, cualquier mafioso… y, sobre todo, a Dos Caras, que se ha convertido en el señor de los monstruos de la ciudad.
Como si fuera el personaje de James McAvoy ante el dictador Idi Amin de Forest Whitaker en El Último Rey de Escocia (The Last King of Scotland, Kevin McDonald, 2006), Frost nos dibuja la imagen de un Joker fuera de sí, un ser bestial, un yonqui del caos, en una metrópolis hecha por locos y para locos, como la describiese en su día Warren Ellis en la célebre Planetary. No hay esperanza para nadie en esta serie.
La locura
Joker ha quedado como parte del extenso legado del Caballero Oscuro. Brian Azzarello volvería al mundo del murciélago con cómics como el polémico Condenado y a reinterpretar a villanos como Lex Luthor en una miniserie con el nombre del malo malísimo de Superman como título, pero quizá sus ideas no serían tan impactantes como en Joker. Por suerte, nos regaló series alejadas de los superhéroes, como Cien balas.
Para el recuerdo nos queda ese Joker que recuperó la cordura y desató el caos en Gotham (una vez más). Curiosamente (y de modo inesperado), el Joker de John Carpenter comparte mucho con el visto en esta miniserie.
Si leemos de nuevo la obra, a lo largo de las páginas del Joker de Azzarello y Bermejo, no hay cabida para el aburrimiento, constante acción y buenos diálogos, además de guiños a la mitología del Caballero Oscuro, y aprendemos una lección junto a Frost: el Joker es el caos, Batman es el orden, pero eso deberíamos haberlo sabido todos desde hace mucho.
“Eso es él, supongo. Una enfermedad que infectó Gotham City… y para la que no existe cura”, piensa Frost sobre el Jóker. Acierta de lleno.
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