«No te recuerdan por cómo vivas, sino por cómo mueras».
Empieza a ser difícil eso de decir que todas las adaptaciones de videojuegos son malas. O, al menos, es que hemos tenido la suerte de tener dos, en formato animado, en los últimos dos años, que han merecido la pena no solo como adaptación, sino como obra de por sí. Es el caso de Arcane y Cyberpunk: Edgerunners. Aunque la segunda no está a la altura de la obra de Fortiche y League of Legends, Cyberpunk ha sido toda una rotunda sorpresa y cumple como serie.
Los primeros animes
Recuerda los ’90 o los comienzos de los 2000. Salías del instituto y llegabas a casa buscando una vía de escape. A menudo, esa vía era el anime. Te veías cualquier cosa que se pusiera ante ti. Del mismo modo, si alguna vez trasnochabas y ponías la televisión, podías acabar viendo alguna serie de animación japonesa, hiperviolenta, extraña. Puede que así te vieras Akira, Ghost in the Shell, Cowboy Bebop, Berserk, Trigun… o quizá nunca supiste cómo se llamaban, pero ¿qué más daba ante la fascinación que sentías?
Ahora que tienes docenas de plataformas, que la oferta es ilimitada y te puedes ver todos los animes que te dé la gana, puede que hayas perdido esa ilusión, esa fascinación por lo desconocido que te producía ver alguna de aquellas historias. Cuando eras un chaval, tenías todo el tiempo del mundo y te faltaban los medios. Ahora tienes los medios y te falta el tiempo… y la capacidad de ilusionarte.
Pero puede que, de vez en cuando, te cruces con un anime que te haga volver a ver el mundo de aquella manera. Y ese anime puede ser Cyberpunk: Edgerunners.
El origen de Cyberpunk: Edgerunners
En 1980, el juego de rol Cyberpunk 2020 es creado por Mike Pondsmith a partir de los trabajos de William Gibson, Philip K. Dick, la serie Max Headroom… Tras varias ampliaciones y productos derivados, en 2020 se estrenó el videojuego Cyberpunk 2077, que prometía ser una revolución y que, por diversos problemas, se convirtió en un descalabro. Por suerte, se ha ido mejorando con las siguientes actualizaciones y parches, como si de un ciborg o un ciberpunk se tratase.
En 2022 llega a Netflix Cyberpunk: Edgerunners, un anime basado en esta franquicia, que contó, aparte de con el estudio del videojuego, CD Projekt Red (la gente tras The Witcher), con Trigger, estudio de animación de corta existencia, pero con títulos como Little Witch Academia, dos segmentos de Star Wars: Visions, Promare, etc.
Cyberpunk: Edgerunners nos cuenta la historia de cómo David Martínez pasa de ser un chaval sin futuro a convertirse en un ciborg sin futuro. Tras perderlo todo, se añade un implante que lo convertirá en una máquina de matar. A partir de ahí, se unirá a la banda de la que forma parte Lucy, su gran amor y mentora. Con ellos, hará frente a distintos encargos delictivos en un mundo donde las macrocorporaciones poseen la ley, la riqueza, el poder y las vidas de todos.
Un anime clásicamente revolucionario
Cyberpunk: Edgerunners me ha recordado a mi adolescencia. A cuando te quedabas despierto hasta tarde y te cruzabas en la tele con un anime que daban a altas horas de la noche. Con sangre, acción desmesurada, sexo, drogas… Todo aquello que se suponía que no aparecía en una serie de dibujos, pero que los creadores de anime controlaban a las mil maravillas.
Y no es una propuesta vacía, viene cargada de preguntas: ¿qué te queda de humanidad cuando vas reemplazando cada parte de tu cuerpo hasta convertirte, poco a poco, en una máquina? ¿Te detienes o sigues adelante a riesgo de convertirte en un ciberpsicópata que acabará creando un desastre antes de ser abatido? ¿Cuál es el límite de tus sueños? Son cuestiones que aparecen en estos diez capítulos.
Podríamos llegar a encontrar en Cyberpunk: Edgerunners una crítica de aquello en lo que se ha convertido el anime en los últimos años y su reivindicación de un anime más adulto y violento como el de los ’90. Su revolución, precisamente, sería volver a ese «clasicismo» de un formato que fue temido y prohibido en Occidente.
El poder del Ciberpunk
Y sí, Cyberpunk es una gran oda a los animes más clásicos, pero no carece de un sentido propio. Por un lado, traslada lo que el juego de rol (tanto de mesa como el videojuego de CD Projekt Red) plantea sobre un mundo futurista donde la última moda es ir convirtiéndose progresivamente en una máquina. Obras como Terminator, Blade Runner, Robocop, Akira, Alita, Ghost in the Shell… y otras obras literarias como Neuromancer o los cuentos y novelas de Philip K. Dick o incluso películas como Matrix se dan de la mano (cibernética) en esta serie que sorprende por cómo puede calar tanto al espectador cuando su propuesta es tan exagerada y visceral.
Como su propio nombre indica, Cyberpunk logra trasladar la filosofía punk a su propuesta. Es tremendamente desesperanzadora; David no es un Elegido como Neo. Hay un nihilismo en los personajes y una crudeza en sus escenas que nos lleva a un mundo hiperviolento, donde la exageración es una obligación para cada uno de nuestros héroes y antihéroes. La vida vale poco en Night City, un lugar donde el dinero y la tecnología marcan tanto todo que se ha perdido cualquier atisbo de humanidad.
Sorprende cuando, pese a esta niebla de acción, también es capaz de profundizar en sus personajes, como es el caso de Lucy y su deseo de ir a la luna, que hasta cierto punto me recuerda a la melancolía de Faye en Cowboy Bebop.
Recrear Night City
Si uno acepta la propuesta, se lo pasará muy bien con Cyberpunk: Edgerunners. Su ritmo es frenético y nunca dejan de ocurrir cosas. Esto no quiere decir que sea acción sin más, también hay un infierno en el corazón maquinal de estos personajes.
Estructuralmente, el mayor problema lo veo con los capítulos que vienen tras la muerte de cierto personaje. Entonces, la serie aprieta el acelerador y quema sus neumáticos por toda Night City de un modo demasiado apresurado para un desarrollo del comienzo de la serie que había ido sobre seguro.
Crítica del anime #CyberpunkEdgerunners, obra que fue capaz de redimir la franquicia después de su tropiezo en los videojuegos. Share on XDonde brilla la serie es en la animación. Considero que está a la altura cuando se sume en el caos de la acción y en la recreación de una Night City apocalíptica. Todo es verosímil dentro de la concepción que crean de un mundo futurista al borde del colapso. Y gracias a su estética, no nos sorprenden ver a armatostes hipertrofiados que acaban convirtiéndose en ciberpsicópatas.
A reivindicar la música, que es parte del videojuego y de toda la «ideología» punk. En el anime, cuenta con grandes temas como Health de Major Crimes, Let you down de Dawid Podsiadlo (canción de cierre), I Really Want to Stay at Your House de Rosa Walton o This Fire de Franz Ferdinand (el estupendo opening).
La oscuridad de Night City
Al igual que en muchas obras ciberpunk, vemos cómo los personajes de esta serie intentan sentir algo, de alguna manera. Ya sea mediante las neuras (drogas que hacen que la gente viva los recuerdos de otros como si fueran esa persona), los ajustes corporales o cualquier historia que conlleve una inminente muerte. Esto, en nuestro mundo actual, al borde del precipicio tecnológico y filosófico, es más que necesario.
Cuando una serie consigue crear un gran mundo, se suele decir que ese mundo es otro personaje. Es el caso de Cyberpunk, logra algunas imágenes extraordinarias de esa ciudad corrompida hasta la médula que es Night City. El worldbuilding está ahí, como vemos en el glosario de su web.
Al igual que en los antiguos imperios cuando se descubrió el nuevo mundo, todos sueñan con marcharse de la Tierra a la luna, aunque la luna se haya convertido en un parque temático digno de Futurama. Un gran escritor como Ray Bradbury lo tocó con Marte en muchos de sus relatos. ¿Qué haremos del mundo cuando lo hayamos convertido en pedazos rotos de nuestros sueños?
Conclusiones
Cyberpunk Edgerunners nos habla de sueños que se rompen, amores imposibles, pesadillas de cimentadas sobre aquello que fuimos. Y que seremos. Y puede que algún día, si tenemos suerte, conozcamos a alguien capaz de llevarnos a la luna. Allí podrá entregarnos un momento de paz antes del apocalipsis. Para entonces, la serie nos deja con un mar de lágrimas y un par de traumas. Una invitación trágica y nostálgica que acompaña a cada capítulo de la serie.
Una vez terminada la temporada, Cyberpunk: Edgerunners queda como un exponente perfecto de cómo trasladar el videojuego al formato de anime. El final está bastante cerrado como para que sea necesaria una segunda temporada (en su sitio web se la considera independiente, a menos que decidan contar algo con otros personajes, ya que Night City es enorme y en cada callejón hay una historia).
Sobra decir que este anime ha sido suficiente para que haya acabado yendo a por Cyberpunk: 2077, un videojuego que entre memes, quejas, críticas y llantos se ha convertido en un paradigma del sector del videojuego. Todo sea por recorrer esas calles perdidas de Night City y encontrarme a David, Maine o Lucy.
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