Edgar Allan Poe es el gran padre del terror y el misterio de la literatura estadounidense. Su influencia está en autores ya clásicos como H. P. Lovecraft, pero también en actuales como Stephen King. Sus cuentos y poemas continúan embelesando a todos aquellos que han visto la belleza de la oscuridad y nos sigue helando la sangre con los crímenes narrados en sus relatos. ¿Cómo no mitificar a un autor que, además, tuvo una muerte enigmática y una vida llena de tragedias?
Eso intenta The Pale Blue Eye, película de Scott Cooper, estrenada en Netflix, que adapta la novela homónima de Louis Bayard. El texto trata sobre un detective que es contratado para descubrir quién está tras unos misteriosos y truculentos asesinatos. Para ello, contará con la ayuda de un joven estudiante que resulta ser ni más ni menos que el mismísimo Edgar Allan Poe.
Lo que pudo ser
La sensación que queda al final de The Pale Blue Eye (Los crímenes de la academia) es agridulce. Da la impresión de haber tenido la oportunidad de hacer un digno homenaje a Edgar Allan Poe y, si no, al menos, un buen film de suspense que fuera entretenido. Al final, no deja de ser un misterio que ni siquiera resiste que se le den demasiadas vueltas a su «lógica» bastante difusa.
Scott Cooper, su director, opta por clasicismo, pero por un clasicismo malentendido. Las adaptaciones de Roger Corman de Poe, por ejemplo, tenían más brío en momentos oportunos que esta cinta. Aquí, todo está acortonado por culpa de un misterio que juega demasiado a retorcer una trama que es más simple que el mecanismo de un cubo (o, por jugar con Poe, que un péndulo).
Dirección de actores
Más allá de una premisa digna de un capítulo de Doctor Who o El Ministerio del Tiempo, The Pale Blue Eye (traducida en España como Los crímenes de la academia…) es un film de «misterio» donde nos alegraría que su director fuera tan inteligente como quiere parecer que es. Si lo hubiera sido, hubiera pedido a algunos de sus intérpretes más contención en vez de ese aire a teatrillo que tiene en algunos momentos que pesan sobre la obra.
Sobre este asunto, Christian Bale cumple como el atormentado Augustus Landor, el detective, aunque tampoco esto le requiere una gran dificultad; es un cliché. En cambio, Henry Melling hace un trabajo maravilloso al dar vida a un Edgar Allan Poe que parece salido de las ilustraciones y daguerrotipos que nos han llegado del escritor, incluso cuando el guion se vuelve más rimbombante y menos verosímil.
En el polo opuesto estaría Gillian Anderson que noto terriblemente desubicada, que hace que no nos creamos su papel en ningún momento, ya sea por cómo está escrito o porque ella no sabe encararlo sin que parezca una villana de opereta.
Por el camino, hay nombres de la talla de Robert Duvall, Toby Jones o Timothy Spall (con cara de disgusto) que demuestran que la película ha sido enfocada con el presupuesto suficiente, lástima que no se invirtiese más en un guion que, quizá, tampoco pueda rescatar la novela que adapta.
¿Un cuento de Poe?
Destaca una fotografía más que correcta que aporta a lo que se espera a una obra de esta índole. Sin embargo, no es una novedad, ya que en la serie Chappelwaite, basada en el relato donde Stephen King homenajeaba a Lovecraft (y, queriendo o sin querer, al propio Poe), ya habíamos visto una similar y, quizá, incluso más acertada.
Por otra parte, la ambientación funciona mejor que el guion, como ya habíamos comentado. Elementos como la caza de brujas de Salem, los rituales y menciones a libros malditos nos hace pensar en los mejores cuentos del escritor estadounidense. Sin embargo, el film señala en todo momento a los sospechosos, sin jugar en demasía a despistar, y cuando pretende sorprender, ya se ha pasado el tiempo para las sorpresas hace mucho. Tanto que acaba recordándonos a El secreto de la pirámide.
Un punto más positivo es la música de Howard Shore, que no busca la épica de su banda sonora para El Señor de los Anillos, que ha quedado como una especie de rara avis en su carrera. Shore opta por la sencillez y la melancolía que ya aportase a títulos de Cronenberg y aviva algunas escenas carentes de la fuerza que su director no sabe darle.
Crítica de Los crímenes de la academia (The Pale Blue Eye), un triste homenaje a Edgar Allan Poe. Share on XConclusiones
El final de The Pale Blue Eye es tan esperable llegado a cierto punto que el último giro de tuerca nos recuerda a El retorno del rey. No a la maravillosa novela de Tolkien, sino a la versión de Peter Jackson, de la que mucha gente se quejó diciendo que «tenía muchos finales».
Puede que The Pale Blue Eye hubiera funcionado, incluso, si hubiera terminado con ese Poe que se marcha de la cabaña, sin necesidad de tener que responder.
Puede que incluso hubiera sido buena si hubiera aprendido más del gran maestro de Baltimore: Edgar Allan Poe.
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