Drácula es uno de esos personajes que ha alcanzado el estatus del mito. Eso hace que tenga numerosas versiones. Cada generación debe tener a su conde transilvano. Así, a medida que pasan las décadas, el ser humano, fascinado por este monstruo, va añadiéndole nuevas capas de significado. Desde la tiranía de la nobleza europea pasando por las drogas, el paganismo o el SIDA, Drácula y sus hijos se han transfigurado en una poderosa metáfora de la oscuridad que habita en nuestra sangre.
En 2021, llegó a nuestras librerías la reedición de la titánica versión de Drácula llevada a cabo por el artista Fernando Fernández. Reconocido a nivel nacional e internacional, fue uno de los grandes dibujantes del cómic de terror y fantástico antes de centrarse en el mundo de la pintura.
Cuando se concluye la lectura de este cómic, una cuestión está clara: hay que dar las gracias a la editorial cARTEm por recuperar, con una edición de lujo, una de sus obras más significativas del cómic vampírico.
Historia de Drácula
Drácula, pese a ser el rey de los vampiros, no puede verse reflejado en los espejos al carecer de alma. Sin embargo, sí puede aparecer en el mundo del cine, donde se ha convertido en el monstruo más adaptado. Otro arte eminentemente visual, como es el noveno, el cómic, tampoco ha hecho ascos al sangriento conde.
En el mundo de las viñetas hemos contado con numerosas versiones del monarca noctívago. Solo en los últimos cinco años, además de las consabidas reediciones de La tumba de Drácula de Marvel, hemos disfrutado de la interpretación que otro asiduo a Marvel, Roy Thomas, realizó, fuera de la Casa de las Ideas, con el dibujante Esteban Maroto.
A su vez, tuvimos una edición en blanco y negro, y otra a color de la película Drácula de Bram Stoker de Francis Ford Coppola (en este caso, a cargo del magistral Mike Mignola, creador del universo Hellboy). Destaca también otra de mis favoritas: la magnífica y hermosa versión del excelente George Bess. Y a esta lista se agrega ahora el Drácula de Fernando Fernández, otra joya más para el señor de la noche eterna.
Volver a Transilvania
Nos encontramos pues ante un Drácula clásico que nos hace rememorar los mejores pasajes de la obra de Bram Stoker. No es una versión, sino una adaptación salvando algunas pequeñas excepciones.
Pese a que se homenajea el formato de cartas de Mina Murray y Lucy Westenra, diarios de Jonathan Harker o declaraciones de audio grabadas por el doctor Seward, el cómic se centra en la búsqueda de la atmósfera y en la recreación de las escenas más importantes de la obra.
Aunque no se pueda profundizar tanto como en la novela, por suerte no cae en un exceso de verborrea, como en otras adaptaciones, pero tampoco se queda en lo baladí: y esto lo consigue porque capta con imágenes toda la fuerza de Stoker.
Crítica de #Drácula de Fernando Fernández, versión en cómic del clásico de Stoker, editada por @Cartemcomics Share on XLos orígenes del Drácula de Fernando Fernández
Leer el cómic de Fernández es deleitarse al volver a la siniestra Transilvania. También es quedar a merced del maléfico conde y sus novias. Es contemplar la llegada del Deméter a Reino Unido. Es presenciar el aciago final de Lucy. Es horrorizarnos de la Dama Blanca de Hampstead. Es reunirse con Van Helsing y llevar a cabo un desesperado plan contra una fuerza terrible que busca tomar el poder del cuerpo y el alma de los inocentes.
A menudo, digo que hay obras que me gustaría olvidar que he leído para leerlas de nuevo por primera vez y sentir toda la magia que sentí con esa primera lectura. Esto nunca ocurrirá. Con el devenir de los años, sin embargo, encuentro en la relectura de estas obras y en sus magníficas revisiones nuevos atisbos de aquellas emociones que sentí la primera vez que me acerqué a un título especialmente fascinante. Y eso he sentido con el Drácula de Fernando Fernández, que ha sido, al fin y al cabo, como volver a hallarme ante el siniestro conde.
Drácula en óleo
Fernando Fernández crea un Drácula compuesto por pinturas al óleo que convierten cada página, cada viñeta, en una obra digna de un museo y no por ello sacrifica las características del cómic, con una narrativa más centrada en la secuencialización de las diferentes imágenes que en ardides vinculados al movimiento.
Ya sea por la técnica utilizada o por los referente de su documentación, el Drácula de Fernando Fernández se emparenta con las películas clásicas sobre el personaje. Desde el Drácula de Bela Lugosi pasando por el Drácula de Christopher Lee, pero optando también por los cómics de terror de revistas como Creepy.
Toda una delicia, sin duda, para los amantes de Drácula.
Magnífica edición
Al comienzo, mencionaba el trabajo de cARTEm, pero sería injusto no dedicarle más palabras a la edición.
Aparte de la tapa dura y el tamaño (36×26 cm), cuenta con un papel especial para la edición, además de extras inéditos que fueron hallados por la familia de Fernando Fernández cuando se les propuso la reedición de la obra.
Con solo cinco mil ejemplares numerados, cualquier aficionado al cómic de terror, al vampirismo o la oscuridad de Drácula, debería contar en su colección con este magnífico tebeo, que demuestra una vez más el poder del noveno arte.
Conclusión
Serializado durante largo tiempo, a razón de ocho páginas por entrega, esta versión compendio del Drácula de Fernando Fernández hace justicia. Primero, a uno de los cómics más macabramente hermosos que se han producido. Segundo, al propio Stoker, que una vez más demuestra cómo su creación ha trascendido océanos de tiempo. Tercero a Fernando Fernández, un creador español que se merece ser recordado por su grandísima obra pictórica.
Y es que como nos enseñó Drácula ya en su día(¿o, mejor dicho, en la noche?), hay fascinación en la oscuridad, en la música que hacen sus criaturas y en las imágenes que proyectan en nuestra alma, ya sea a través de un libro o un cómic. Por algo, Drácula es eterno y los grandes cómics también.
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