Siempre que se hace un ranking de las mejores películas de Batman solemos olvidarnos de una pequeña joya de la animación como lo fue Batman: La Máscara del Fantasma. Para todos aquellos críos de los ’90 que madrugábamos para ver la serie de Bruce Timm y Eric Randomski, aquel film supuso la consagración de una de las mejores visiones que se han aportado a la mitología del Caballero Oscuro.
Surgida a raíz del éxito del Batman de Tim Burton, Batman: la serie animada llegó a superar como adaptación a la propuesta del director de Edward Scissorhands. Timm y Randomski, aunque tomaban algunas ideas de la cinta, se centraban sobre todo en los cómics originales y, lejos del calco, aportaban su propia visión sobre el personaje, visión ahora legendaria.
El legado de Batman
Tal fue el éxito que Batman: la serie animada cimentó todo el universo animado de DC. Durante mucho tiempo, este espacio compuesto por series y películas fue un oasis dentro del panorama de las adaptaciones; fue mucho antes de que Marvel crease su abrumador Universo Cinematográfico de carne, hueso y CGI. Ahora, que parece que también el universo animado está de capa caída (nunca mejor dicho) en DC, nunca está de más volver a sus orígenes.
Batman: La Máscara del Fantasma es un pletórico homenaje al Caballero Oscuro. Se nota desde los primeros minutos, cuando la banda sonora que toma el tema de Danny Elfman y Shirley Walker lo lleva adonde nunca llegó la composición original, nos presenta el sombrío Gotham de la serie de dibujos. Sin duda, merece por derecho propio ser descubierta y redescubierta por el espectador.
La historia tras la Máscara del Fantasma
El regreso de Andrea Beaumont, un antiguo amor de Bruce Wayne, a Gotham, despierta una serie de crímenes que ponen a Batman en el punto de mira de las autoridades: un enmascarado está matando a policías corruptos y líderes de la mafia; dicho enmascarado es el Fantasma.
Mientras Gotham se sume en el caos (una vez más), Batman recuerda sus primeros días como el Caballero oscuro, el momento en que estuvo a punto de dejarlo todo por el amor y el surgimiento de varios monstruos que le han perseguido hasta entonces.
Pasado y presente se cruzan para responder a la pregunta: ¿por qué Batman jamás podrá dejar de ser Batman?
Batman: La Máscara del Fantasma continúa siendo una de las mejores adaptaciones del Caballero Oscuro. Aquí repasamos el film. Share on X¿Puede Batman dejar de serlo?
Es sumamente interesante cómo la película explora la psique de Bruce Wayne. ¿Qué le lleva a ser el Caballero Oscuro? ¿Por qué no supera el dolor por la pérdida de sus padres y abandona esta loca cruzada que acabará con él? El personaje de Andrea resulta ser una esperanza para escapar de todo ese caos. ¿Por qué no lo puede aceptar?
Con un halo de fatalidad, La Máscara del Fantasma es sumamente trágica. Como el protagonista de una obra de Sófocles, Batman no puede desafiar al destino y si lo hace deberá pagar. Siempre ha sido Batman, siempre lo será. Los hados lo han condenado y, aunque intente abandonar el manto del Cruzado de la Capa, este es, en realidad, su propia piel.
Y aquí surge una interesante dualidad. Mientras que Batman combate por la justicia, el Fantasma lo hace por venganza. Son dos caras de una misma moneda (no, no me refiero a Harvey Dent) y, aunque la identidad del Fantasma sea imaginable, en el fondo, lo que resulta estimulante es la decisión que toman estos personajes para seguir adelante con sus vidas: malvivir en su pasado.
El legado de la Máscara
Si a menudo me he quejado de que algunas versiones animadas de los cómics eran demasiado fieles a estos y poco aportaban en su salto a otro medio, Batman: La Máscara del Fantasma se atreve a tocar varios de los cómics más importantes y darle su propio giro.
Tenemos guiños al Batman: Año Uno o a Batman: La Broma Asesina, aunque sin ser, ni por asomo, adaptación de estos. Para empezar, vemos a Batman en sus primeros días, tras su viaje por todo el mundo, pensando en asumir una nueva identidad como vigilante enmascarado. En segundo lugar, tenemos un nuevo origen para el Joker, que como reconoció en la obra de Alan Moore y Brian Bolland, recuerda de distintas formas su propio origen, dependiendo del día.
Más allá de estas obras, el personaje del Fantasma puede recordarnos al Segador, villano de Batman: Año Dos, pero tiene los suficientes cambios para ser un personaje por sí mismo.
Más allá de la sombra
A su vez, la película animada también ha influenciado a los cómics. Es imposible no ver la cacería de mafiosos y policías corruptos de La Máscara del Fantasma en el cómic Batman: El Largo Halloween.
También se comentó, antes del estreno de The Batman de Matt Reeves, que La Máscara del Fantasma era una de las versiones de Batman favoritas del actor Robert Pattinson. No se le puede acusar de que no tenga buen gusto.
Si hay que ponerle algún «pero» a Batman: La Máscara del Fantasma lo encontraría en el final, demasiado precipitado y carente del brío que tienen otras partes de la propuesta. Echo de menos más consecuencias para estos personajes. Queda todo abierto, como si se esperase una nueva entrega. Y, en el fondo, ¿no es eso lo que ocurre con los personajes de los cómics? Luchan, acaban en Arkham, escapan; luchan, acaban en Arkham, escpan. El eterno ciclo que vimos en La Broma Asesina representado en la primera y última viñeta, con la simetría de la eterna lluvia, con la simetría del eterno cómic de superhéroes.
Conclusiones
Todo lo demás, me resulta incluso mágico: la ambientación «retrofuturista» que bebe de los cómics originales, los diseños de los personajes, la animación, las interpretaciones de Kevin Conroy, Mark Hamill y compañía… Todo funciona para hacer creíble esta increíble aventura que consagró a Batman antes de que llegasen otros autores como Christopher Nolan o Matt Reeves a poner su grano de arena.
Originalmente, Batman: La Máscara del Fantasma estaba pensada para su estreno en VHS. Debido a los buenos resultados de la propuesta, finalmente llegó a estrenarse en cines (con el consecuente quebradero de cabeza para los animadores) y recibió muy buenas críticas. No es para menos, porque sigue siendo una de las mejores adaptaciones de Batman a cualquier otro medio más allá de los cómics. Donde otros solo tocan lo visual (como Snyder), otros se decantan por tocar el alma del Caballero Oscuro, incluso si está rota en pedazos.
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