Tarde de junio. Avilés. Celsius 2022. Grady Hendrix aparece con un traje blanco y balbucea un divertido discurso en español. El público asistente a su charla enloquece y le aplaude. Durante los siguientes minutos, hablará de su obra y cómo contempla el terror, desde una óptica de humor terrenal de serie b.
Y le harán la maldita pregunta de marras: «¿le gustaría que adaptasen alguno de sus libros al cine?». Y, entonces, con una breve sonrisa, se acerca al micrófono. Y responde que ya está una en preparación, que se llama El exorcismo de mi mejor amiga y que se estrenará en septiembre. El público aplaude. Su sonrisa se vuelve todavía mayor.
Un par de meses después, lo único que queda de esa adaptación que merezca la pena es saber que hizo feliz a su autor. Así, ilusionó a unos lectores que, por desgracia, se han cruzado con la realidad: y es que estamos ante una película mala, muy mala.
Exorcismos y otros problemas
Hay varios clichés que he aprendido a odiar con toda mi alma: el personaje que pierde la memoria, el que se vuelve malvado porque le lavan el cerebro, el gemelo maligno, los tríos amorosos… Y creo que a esta lista de cuestiones insufribles puedo agregar: la posesión demoníaca.
Puede que sea porque siempre me he preguntado qué saca un demonio de poseer a un humano o porque creo que todas las historias de exorcismos se cortan bajo el mismo patrón, pero es superior a mí. Salvo El exorcista de William Friedkin, la mayoría de películas sobre este tema me resultan cansinas. El basado en hechos reales me sobra, el tema de tener a una cría en pijama gritando y vomitando me resulta repetitivo, la salmodia ultrarreligiosa me importa poco…
La adaptación de El exorcismo de mi mejor amiga no está a la altura de la novela, pero tampoco de clásicos como Evil Dead Share on XMientras que mis compañeros de instituto alucinaban con estas películas, yo crecí rehuyéndolas, porque puestos a perder el tiempo con algo que me diese miedo, prefería intentar aprenderme las fórmulas de Química o cómo hacer un maldito polinomio.
Nunca me sentí atraído por este subgénero y más que miedo, lo que me causaba era una especie de repulsión que todavía emerge en mi cara cuando veo a alguien disfrazado de niña de El exorcista en Halloween. Ahora, que trabajo como profesor, aguantar adolescentes poseídos tampoco es que me resulte extraño. Lo aguanto cada día. ¿Por qué debería darle una oportunidad a esto?
Las posesiones infernales
Y puede que dentro de este desbarajuste, prefiera al menos que Sam Raimi nunca se tome en serio a sí mismo y nos regalase una trilogía como Evil dead. Bueno, lo llamo trilogía, pero ni siquiera creo que lo sea. La segunda es una especie de remake de la primera y la tercera sabe casi a reboot, pero sea como sea, si algo nos enseñó Raimi con estas películas, aparte de que el plano subjetivo puede resultar muy molesto y si tu amigo hace el idiota lo mejor que puedes hacer es cortarle la cabeza, que quizá la moraleja sea: no te tomes en serio en ningún momento. Y al menos así, sus posesiones resultan entretenidas.
Si ya me pongo a hablar del remake de 2013 de Evil dead es que… apaga y vámonos. Aquella cinta era brillante en muchos de sus aspectos. Lo tenía todo para ser mala y me sorprendió gratamente, aunque su final pierda un poco de fuelle. Tomaba elementos de la cinta original, los refinaba y además tocaba el tema de las adicciones sin avergonzarse por su gore. Comparada con El exorcismo de mi mejor amiga, Evil dead es una obra maestra.
Más Raimi
Películas como Arrástrame al infierno, también de Raimi, no dejan de ser una reiteración por las neuras y las obsesiones del director estadounidense, acompañado de un brillante Christopher Young, su coche Oldsmobile Delta 88 y el plano subjetivo. En ella, una chica sufre una maldición e intenta librarse de ella pasándosela a otra persona.
Por el camino, aparece el demonio encarnado en una cabra que me recuerda a El día de la bestia y sí, puede que esa sea la película más brillante de un Álex de la Iglesia que un día fue un director interesante.
Por desgracia, ni Evil Dead ni Arrástrame al infierno ni El día de las bestias son como El exorcismo de mi mejor amiga; sobre todo, porque las tres primeras son entretenidos divertimentos pulp que no te cambiarán la vida, pero tampoco te darán ganas de acabar con ella, como sí ocurre con la tediosa adaptación de la novela de Hendrix.
El exorcismo de mi mejzzzzzzzzzzzzz
Y la mención de Sam Raimi no es baladí al hablar de El exorcismo de mi mejor amiga. Mientras veía la película, disponible en Amazon Prime, pensaba en lo interesante que podría haber sido esta película con un director como Raimi (entiéndase «interesante» como entretenida o que, al menos, se dejaría ver)
Sin embargo, lo que hemos tenido a cambio es una película que, como bien comenta el Tipo de la Brocha en sus redes sociales, no sabe decidir qué es y se convierte en una cinta estirada, patética en muchos aspectos, incapaz de crear una atmósfera, inhábil a la hora de generar personajes interesantes y que cuando decide convertirse en una comedia negra ya es muy tarde porque solo estamos deseando que su hora y media que dura como tres se acabe cuanto antes.
Me pongo serio: El exorcismo de mi mejor amiga ni siquiera me sirve como película de Halloween, ni siquiera me echo unas risas con ellas. Es que hasta en eso, Los tomates asesinos sería mejor, porque es tan patética que, al menos, te ríes.
Si a todo esto se suma que se deberían haber gastado más dinero en las pelucas o arreglar ciertos problemas de casting en vez de comprar los derechos para algunas canciones ochenteras que se dejan todas al principio por váyase a saber el qué, solo nos queda un intento de fusionar esa maquinaria de hacer dinero que es la nostalgia de los ’80 y una mala adaptación de una novela.
Da un poco de pena ver a Elsie Fisher (Castle Rock) y Amiah Miller intentando salvar los muebles, mientras todo lo demás se hunde en el más profundo de los patetismos. Asimismo, me parece paradigmática la peluca de Christopher Lowell, es tan terrible que te saca de una película que ya de por sí es mala. Eso tiene su mérito, imagino.
Y antes estuvo Jennifer…
Lástima, porque incluso mientras la veía reconocía uno de esos pecados que no me gusta reconocer, pero, ahora, me veo en la necesidad de confesar: me gusta Jennifer’s body.
Sí. Me gusta.
Sé que es tonta, que tiene escenas de vergüenza ajena y que me temo que le pesan ya los años, pero esta comedia negra sobre una chica que es poseída por el demonio y una mejor amiga que intenta salvarla me parece una obra maestra en comparación al esperpento de El exorcismo de mi mejor amiga.
Que sí, que tampoco es que Jennifer’s Body fuera original (aunque El exorcismo de mi mejor amiga lo que hace es coger el título de una peli de Julia Roberts, la premisa de Jennifer’s body y mandarlo todo de una patada a los ’80). Que sí, que quizá Diablo Cody tampoco se esmerase mucho. Que sí, que se aprovechan quizá demasiado de la fama de Megan Fox y del aire a lo Mean girls, pero… al menos Jennifer’s body era cínica, clamaba en muchos puntos el humor de Raimi y se podía ver, El exorcismo de mi mejor amiga ni eso.
Pero este no es el final
Sabiendo de cómo es Grady Hendrix, tampoco debería preocuparse. Se ha aupado como escritor de terror gracias a las premisas en las que basa sus obras. Una tienda tipo Ikea encantada, vender una casa maldita, un club de lecturas de madres que acabarán cazando vampiros… Y sí, el exorcismo de tu mejor amiga.
Hendrix podrá seguir escribiendo estas novelas con alma de meme con la misma facilidad que hasta ahora. Solo esperemos que, por el camino, cuente con alguna buena adaptación en caso de que decidan llevarlo de nuevo a la pequeña o la gran pantalla.
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