¡Oww!
(Ahh)
Friends say it’s fine, friends say it’s good
Everybody says it’s just like Robin Hood
Yeah!
I move like a cat, charge like a ram
Sting like a bee, babe, I wanna be your man, hey!
Grito épico al máximo de decibelios y riff de guitarra para hablar de 20th Century Boys, uno de esos mangas que son una maldita joya. La gran pregunta que hace Naoki Urasawa en esta obra es ¿quién es Amigo? Y yo, como lector, respondo: no tengo ni la más remota idea de quién era Amigo. Puede que me haya pasado como a los personajes del propio cómic. Lo he olvidado.
Han pasado varios años desde que lo leí por primera vez y debería regresar a las últimas páginas del epílogo 21th Century Boys para recordar quién era el villano tras toda esta obra. Y, aunque debería importarme, no me importa para nada. ¿Eso quiere decir que sea un mal cómic? No. El gran misterio no es crucial, lo que es crucial es el grupo de amigos que hacemos a medida que leemos este manga de Naoki Urasawa.
La empatía de un manga
Kenji Endō, un hombre que trabaja como dependiente de una tienda tras sacrificar sus sueños, se topa con un asesinato firmado con un símbolo que reconoce. Junto a sus amigos, cuando era pequeño, formó parte de un grupo de niños que querían ser héroes. Pero para serlo, tuvieron que inventar a un villano. Ahora, ese monstruo de la ficción, es real y está a punto de hacerse con el control del mundo… Ese es solo el principio.
20th Century Boys es un gran rompecabezas que mezcla líneas temporales, a medida que avanza sobre el enigma de quién es Amigo, el ser cuya organización ha tomado el poder, gracias a hábiles movimientos inspirados en los juegos del pasado de unos críos.
Y sí, sé que mucha gente me alertó de su tramo final, pero lo disfruté como un condenado y, al igual que me pasa con Stephen King o Junji Ito, soy de los que se lo pasa mejor con el viaje que con los propios destinos. De ahí que tolere Apocalipsis o Uzumaki (aunque adoro cómo esta abraza el horror cósmico de Lovecraft).
Gran historia
Resulta impresionante el trabajo de Urasawa con ayuda de Takashi Nagasaki. 20th Century Boys es tan grande que, a veces, es terror, en ocasiones es ciencia ficción, en otras es criminal con toques de conspiración y denuncia del autoritarismo…, también juega con la idea de la infancia y la vida adulta… Y todo ello en la misma colosal, enorme y genial historia.
A lo largo de los once tomos que componen 21th Century Boys vamos conociendo a más y más personajes, y eso no significa que no se desarrollen otros que conocemos desde el principio. El caso paradigmático sería Kanna, la sobrina de Kenji, quien acaba siendo la gran esperanza de esta historia sobre rebelarse a los designios de una entidad forjada a través de los sueños de unos críos.
Sorpresa tras sorpresa
Sé que mucha gente se queja del enorme número de subtramas que van entrelazándose (o no) a lo largo de la obra principal (la trama de la mafia, el autor de manga, el parque temático de Amigo, el pasado de los críos…), pero 20th Century Boys es tan inmensa, tan entretenida, tan poderosa… que Naoki Urasawa me convenció en cada número y eso no hay quien lo cambie. Ya soy uno de los 20th Century Boys.
Hay momentos excelentes a lo largo de toda la obra. Siempre hay alguna historia que deseo compartir con alguien que no lo ha leído o que se queda en mi mente durante un largo tiempo. Disfruto mucho con la trama de los críos, adoro a Kanna y me maravilla todo lo que rodea al homenaje que hace Urasawa a los mechas y la ciencia ficción. Así que, ¿cómo no iba a recomendaros esta obra?
Urasawa, para enganchar, no se corta a la hora de utilizar fórmulas como arriesgados cliffhangers o momentos en los que el lector piensa que va a quedarse sin todas las respuestas. El ejemplo básico está en la cara que se me quedó cuando llegué al último tomo sin obtener todas las respuestas y tuve que ir de cabeza a por 21th Century Boys, epílogo que concluye todo lo contado en la serie, aunque, al final, de poco importe.
La amistad y la nostalgia
20th Century Boys es, en el fondo, un cómic sobre la amistad y los recuerdos. Sí, hay grandes conspiraciones, robots, juegos infantiles, un virus, actos deportivos multitudinarios, una organización dictatorial, un enemigo que quizá no sea de este planeta, mil y una aventuras… Pero al final nos importan más las amistades que se hacen y se pierden por el camino que todo lo demás.
Urasawa aprovecha para hacer una profunda reflexión sobre la nostalgia, la melancolía y el pasado. Los que amamos la música sabemos que estos tres conceptos se interrelacionan con gran facilidad cuando escuchamos una canción y todo 20th Century Boys es un gran concierto para los lectores que disfrutamos de esta maravillosa aventura sobre lo que es vivir. Hay mucho rock en este manga (el propio título es un homenaje a T-Rex) y el propio Urasawa tiene una banda (con el seudónimo de Bob Lenon) que cantó una de las canciones de Kenji.
Una obra compleja
El misterio funciona a lo largo de toda la serie. La trama, lejos de resentirse por la analepsis o la prolepsis, funciona en todo momento y sirve para generar más interés si cabe en el argumento. Y eso que Urasawa se la juega en más de una ocasión. No he visto ningún autor que sepa unir cliffhangers como él sin quedar como un vendehúmos.
Es prodigioso ver cómo hace malabarismos. Y lo hace de un modo increíblemente orgánico. Para conseguirlo, contó con la ayuda del escritor Takashi Nagasaki, quien le asesoró a la hora de unir los diferentes elementos de la gran trama.
Ahora bien, si al lector le gusta hacer su propio «mapa de la conspiración» con notas, eventos, chinchetas y cuerdas, acabará teniendo uno digno de una teoría que haría emerger al Departamento de la Verdad de Tynion IV.
El camino más que el final
Cuando se está con amigos, uno no pregunta cuánto falta para que todo acabe, se disfruta. La alusión a Stephen King que hice al principio no es baladí: puede que el final no sea perfecto, puede que ni siquiera sea un final, pero lo que nos importa es todo lo demás.
Como King, además, Urasawa es capaz de contarnos cualquier anécdota «simple» y hacer que nos importe. Nos ayuda a que conozcamos a los personajes e igual que las aventuras de Kenji y sus colegas podrían parecernos meros pasatiempos, como cuando Bill y los Perdedores construyeron su «presa», en el fondo nos sirve no solo para que sepamos más de estos héroes y antihéroes, sino para que nos hagamos sus amigos.
Y esa es la sensación que impera tras tantas páginas: que cada uno de estos personajes, que hemos conocido desde su niñez hasta su vejez, son nuestros viejos colegas. Hemos reído, llorado, temido, soñado… con Kenji y compañía. Y seguiremos haciéndolo.
Obra magna de Urasawa
Si a todo esto añadimos el enorme trabajo visual realizado por Naoki Urasawa, estamos ante uno de los mangas mejor dibujados de la historia. A menudo, nos damos cuenta de que muchos de los rostros de los personajes de Urasawa se parecen, pero es lo de menos frente a la gestualidad y narrativa de sus personajes.
La influencia del dios del manga, Osamu Tezuka, está en las diferentes páginas, pero también podemos disfrutar del homenaje que se hace al resto del manga (por ejemplo, a los émulos del creador de Doraemon) y a toda la cultura japonesa (incluidos los seriales de mechas, la lucha libre…). 20th Century Boys es una gran radiografía de lo que guarda Japón en su interior, pero también el mundo de finales del siglo XX. Un regalo.
Alguna vez he escuchado la afirmación trasnochada de que Naoki Urasawa era el Christopher Nolan del manga. Primero, el manga no necesita el cine (y menos el occidental) para legitimarse. Segundo, ya le gustaría a Christopher Nolan acercarse a la complejidad de Urasawa y, a la vez, lograr la capacidad para la fantasía y la humanidad que impregnan las historias del japonés.
Conclusiones
A finales de la primera década de los 2000, el manga fue llevado al cine en formato live action. Como la mayoría de versiones en carne y hueso de los mangas que adoro… he huido de ella. Puede que funcionase una adaptación al formato del anime, pero no creo que en dos películas se pueda reflejar si quiera una mínima parte de un manga que, precisamente, una de sus gracias era ver cómo se perdía e iba hilando tramas y subtramas.
Después de tantos años de la primera lectura, debo confesar que he disfrutado escribiendo esta reseña porque he recordado todo lo que significó esta magnífica serie. 20th Century Boys es uno de esos cómics que no pueden faltar entre las lecturas de los amantes del fantástico.
La pieza faltante
Y ya que estamos, aprovecho para hacer una confesión: a menudo, me quedo mirando la estantería de los mangas y recuerdo todo lo que han supuesto para mí. Haciéndolo con 20th Century Boys, me fijé que faltaba el tomo diez. No presto mangas, así que al comprobarlo en la app donde archivo mis libros, me di cuenta de que nunca lo tuve, nunca lo leí. Así que salté directamente al último tomo. Y, aún así, disfruté y ahora he encontrado una excusa para releer la serie y ese volumen ausente. Es una justificación más de cómo se disfruta 20th Century Boys: más con el corazón, que con la cabeza, como una buena canción de rock.
Ahora, un par de años después, he leído ese tomo faltante y he escrito este texto. Y ha merecido la pena. Ha sido volver con unos viejos amigos.
Cierre
Junto a Monster, 20th Century Boys es una de las grandes obras de Naoki Urasawa y uno de los grandes mangas no solo del siglo XX, sino también del XXI.
Si queréis leer una obra que os sumerja en un mundo apasionante, con una trama tan grande como la vida misma, 20th Century Boys se confirma como todo eso y más, mucho más.
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