El verano en que encontré un cadáver junto a mis amigos

Los protagonistas de Cuenta conmigo, la adaptación cinematográfica de El cuerpo, novela corta de Stephen King de la que hablaremos en esta entrada. Este 2016, la inmortal película cumple treinta años. Fuente.

Nací en agosto de 1991, pero esta historia transcurre a finales del verano de 1960. No creo que las fechas importen, creo que importan más los hechos, pero a veces es imposible contar un secreto solo por medio de palabras. Como leí una vez, “las cosas más importantes son siempre las más difíciles de contar. Son cosas de las que uno se avergüenza, porque las palabras las degradan”. Me parece una gran verdad. 

Éramos un grupo de amigos que nos reuníamos en una especie de club que no duró demasiado (¿unas ciento ochenta y cinco páginas? En ocasiones, viene mejor valorar el tiempo en páginas que en horas), pero lo confieso: no podré olvidarlo. Estaba Teddy, que era un lunático capaz de echarse a correr detrás de los camiones y hacer una risa tipo “iiiiiíí” del demonio. Y Chris, que era algo así como mi héroe de la infancia. También Vern, que nos vino a todos con el cuento que nos hizo emprender aquella locura. Y el gran protagonista, ese chaval que todos hemos sido, Gordie

Antes he mencionado algo sobre "un cuento" y no ha sido un arranque bohemio, tiene motivo de ser. Vern nos contó que había escuchado al imbécil de su hermano y uno de sus amigotes decir que habían encontrado un cadáver en el bosque, cerca del río, al lado de las vías del tren. Era aquel chaval que fue a por melocotones (o algo así) y desapareció. Pobre chaval. El hermano de Vern y su colega se marcharon diciendo que era mejor no decir nada, porque el coche, en el que llevaron a aquellas chicas para magrearse con ellas en el lugar donde terminaron hallando el cuerpo, era robado. Pero Vern se enteró y nos propuso la hazaña del siglo: ir en busca del cadáver

Era una completa y absoluta locura (una estupidez, incluso) pensar en ir tan lejos, en medio de un oscuro bosque, junto a un tétrico río donde gritan aves como almas en pena, en busca de un cadáver. Con lo cual, accedimos sin dudar. 

Por nuestro camino, mentimos a nuestros padres, huimos en la noche, nos enfrentamos a vendedores imbéciles, atravesamos el vertedero donde aquel gordo nos esperaba con aquel perro mutante que nos echó encima, seguimos hasta que el tren casi nos arrolló en el puente, vagamos bajo el sol asfixiante, nos comimos nuestra porquería mientras Gordie contaba una historia sobre un chaval que era un alud de grasa que devoraba pasteles, nos lanzamos a una charca donde acabamos con sanguijuelas hasta en los cojones (literalmente)… Y al final encontramos el cuerpo y… 

No puedo contar más, porque en realidad, yo nunca estuve allí, pero sí viví esa historia.  

Como muchas otras obras de King, El cuerpo ha sido trasladado
a diversos formatos, como la película.
Aquí la portada del audiolibro de
El cuerpo de Stephen King. Fuente.

El cuerpo, por Stephen King


Si alguien se extraña por los párrafos anteriores de este comentario es porque, quizá, nunca debe haberse emocionado leyendo un libro que sabe que se convertirá en uno de sus favoritos de forma inexorable, igual que un insensato que cae al vacío revienta contra el suelo: inevitable. 

El autor de esta novela corta, titulada El cuerpo, es Stephen King, ¿hay que decir algo más? El escritor estadounidense escribe sobre una historia oscura y nostálgica sobre la muerte de la infancia, profundizando en un viaje que no hemos vivido y una experiencia por la que no hemos pasado; pero hace su magia, mientras habla de lo desconocido. Los hechos que relata y los personajes que participan en ellos nos suenan a conocidos, se nos asemejan a nosotros mismos y consigue que seamos parte de esa gesta, como si nosotros también hubiésemos partido de Castle Rock, hubiéramos comido carne de hamburguesa en torno a una hoguera, hubiésemos llorado porque llamaran loco a uno de nuestros progenitores o descubriésemos que al final solo éramos niños condenados a dejar de serlo, peleando por reclamar un cadáver. 

King es así, un hechicero de las palabras y obra con tal precisión su embrujo sobre el lector que no vacilamos ante el reconocimiento de su logro. El cuerpo es el cuento de otoño de la colección Las cuatro estaciones, apareciendo en su volumen segundo. Esta marcado por las aventuras de ese grupo de amigos y ese aura agridulce donde el fin de la niñez tiene un papel predominante. 

La obra se acompaña de una estructura rica donde aparece un relato del propio Gordie cuando ya era un adolescente e incluso el estilo de él, que nos narra este periplo, lleno de matices en este viaje hacia el centro del corazón humano y que nos hace preguntarnos cuánto tiene el escritor Gordon con el Stephen King que firma esta novela. 

Combinando con una gracia de los que muy pocos son capaces (se me ocurre Neil Gaiman en El océano al final del camino) el tema de la realidad y la fábula, Stephen King hace que sus personajes sean reales, con traumas, desde Chris con su padre alcohólico hasta Gordie con su hermano muerto y unos padres que le ignoran, sin dejar de lado al ignorante Vern que sufre a un hermano odioso y su obsesión con el “tesoro”, y Teddy, al que su propio padre le quemó las orejas con una plancha. Y es el viaje de esos críos el que nos trae tantos recuerdos propios que hace que nos sintamos el quinto miembro de esta banda de inadaptados sociales y evoquemos lo que era ser un niño. 

El estilo de King, con esa brisa nostálgica (“marzo, con la cara llena de lluvia”, escribe Gordon en su cuento), con ese vendaval empático que ya demostró en obras como It (Eso) su capacidad para jugar con los jóvenes y el misterio, nos regala una obra agridulce, donde el hallazgo del cadáver supone el fenecer del amanecer vital (la importancia de ese “monologo” sobre la muerte) y el nacimiento de muchas otras cosas que se nos descubren a cada página (ese final amargo, como la vida misma). Y con una facilidad que se antoja sencilla (y no lo es), nos engancha y nos otorga un halo de poder conmovedor, donde participamos en este éxodo desde nuestros primeros días hasta el resto de ellos. Gracias a estas cualidades, El cuerpo consiguió tanta notoriedad que fue llevado al cine bajo el título de Cuenta conmigo (Stand by me) por Rob Reiner.

   

“Los amigos entran y salen de tu vida como ayudantes de camarero en un restaurante, ¿no te has fijado nunca? Pero cuando pienso en aquel sueño, los cadáveres tirando de mí implacablemente bajo el agua, me parece bien que así sea. Algunos se ahogan, eso es todo. No es justo, pero sucede. Algunas personas se ahogan”. 

Esto lo escribe Stephen King en su novela y no dudo de que cualquiera de nosotros hayamos experimentado algo así a lo largo de nuestra vida, pero solo escritores de la talla del autor de La Torre Oscura pueden captar esta sutilidad en el balanceo de la vida. 

A menudo deseamos volver a la infancia o simplemente recordar, Stephen King nos da ese regalo con una última aventura y la recoge en El cuerpo, un relato inolvidable sobre ese verano en que encontramos un cadáver junto a nuestros amigos. 

“Para mí, aquello fue la culminación de todo. El chico estaba muerto. El chico no estaba enfermo; el chico no estaba dormido. El chico ya no se levantaría nunca por la mañana, ni se pondría malo por comer demasiadas manzanas verdes ni le saldría sarpullido del zumaque venenoso ni gastaría del todo la goma del extremo de su lápiz durante un examen difícil de matemáticas. El chico estaba muerto; muerto del todo. Ya nunca saldría en primavera con el saco de yute al hombro a recoger con sus amigos los cascos de botella que la nieve al derretirse deja al descubierto. Ya no despertaría a las dos de la madrugada el primero de noviembre este año para vomitar un gran trozo de dulce barato de la fiesta de Todos los Santos. No le tiraría de las trenzas a ninguna niña en el salón de actos del colegio. No le rompería a nadie la nariz, ni a él se la romperían ya nunca. El chico ya no podría, no, no haría, nunca ya, no podría, no tendría que, no”.
STEPHEN KING,
El cuerpo.

2 comentarios:

  1. Conozco esa película. Y me dio la impresión de que el protagonista no era otro que el mismo Stephen King encubierto. Luego descubriría el recurso de que sean escritores los personajes de sus libros. Quienes además mencionan escritores que son protagonistas de otros libros.
    No es poco mérito del autor lo logrado de las adaptaciones de sus libros.

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    1. Debería haber escrito algo más sobre la película, ya que acaba de cumplir treinta años, la vi poco y así hubiera quedado más completo esto... Sea como sea, es una gran novela corta, la película está muy bien y es una de las favoritas del propio King. Y no me extraña.

      ¡Gracias por el comentario!

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