La mujer y la muerte son dos elementos que se repiten en cada una de las obras de Poe como un símbolo de la pérdida y la tristeza, pero ¿de dónde proviene tan poderosa imagen? // Imagen de dominio público. |
O escribimos. Y callamos.
Y entonces, se escucha el aleteo de un cuervo que nos hace una pregunta.
En la obra de Edgar Allan Poe, tanto poesía como
relato, parece haber siempre una constante que surge en cada una de las
temáticas de su obra, desde la locura hasta la oscuridad, pasando por la
melancolía, sin olvidar quizás el más
importante: la pérdida del ser querido y el regreso de este desde las
tinieblas.
Edgar
Allan Poe sufrió la derrota en diversas ocasiones. Debido a
problemas económicos pasando por su ambición, sin dejar de lado el terror que
el alcohol producía en su conducta casi autodestructiva, Poe estaba condenado a la tragedia. Sin embargo, las pérdidas que mayor dolor le causaron fueron
las producidas por la muerte de las mujeres que amó como su esposa, Virginia, o
su madre, Elizabeth.
En la obra del escritor,
siempre aparecen mujeres que se han marchado demasiado pronto, desde Ligeia hasta Morella, pasando por Berenice
o Eleonora. Todas esas mujeres que
pululan por la obra de Poe, de
aspecto enigmático, hermoso y casi de otro mundo, un mundo que supera a la vida y la muerte. Poe ve en ellas imágenes
de su propia desdicha. Al fin y al cabo, ¿quién
más puede sentir, que no sea él, que todo lo que quiere se marchita y muere,
como si él fuera veneno?
Y en los relatos de Poe, la mujer amada enferma, muere y su recuerdo regresa de la tumba. Ya
sea con un cadáver que no se ha corrompido o con una dama que es exactamente
igual, incluso una hija que parece ser digna del legado de su madre... El
tormento del protagonista, que muchas veces entendemos como una extensión del
propio Poe, surge de un amor que jamás volverá, que siempre se perderá en las
arenas del reloj de la nada.
Muchos admiradores y
demás estudiosos han buscado una explicación para el sentimiento de Poe, para la repetición temática de la
doncella que desaparece y retorna desde las tinieblas de la desesperación. La
lectura de poemas como El cuervo o Annabel Lee parece conectar
directamente con el alma de aquellas mujeres que se marcharon y de aquel hombre
atormentado que siente que las ve cada vez que brilla una estrella.
Daguerrotipo de Edgar Allan Poe y una de las imágenes más célebres del escritor nacido en Boston. Fuente de la imagen. |
Pero hay una versión interesante
de todo esto y es la que más me ha fascinado en los últimos días; proviene de la imagen de la madre de Edgar
Allan Poe. Elizabeth Arnold Poe
era actriz en unos tiempos donde ser actriz se consideraba lo más bajo de la
sociedad y, tras escena y escena, era madre de tres niños: William Henry Leonard Poe, Edgar Allan Poe y Rosalie Poe. Incluso con los problemas de aquella falsa sociedad y
una familia que se desmoronaba, Eliza
Poe gozó de una grandísima fama en
vida, una fama que no impidió que su marido la abandonase y que se quedase sin
ninguna clase de ahorro, mientras la grave enfermedad de la tuberculosis se
apoderaba de ella. Cabe imaginar que el tormento de muchos de los protagonistas
de Poe, procede no solo de la muerte de Virginia,
sino también de Eliza.
En ese mundo gris y
oscuro, adornado con los oropeles del teatro y la sangre de la futura muerte,
el pequeño Poe veía a su madre como
una figura angelical que representaba papeles como Julieta en el teatro. Y en cada ensayo y representación, su madre
moría. Y el niño siempre veía a su madre despertar cuando el telón caía, cuando
el ensayo concluía. La muerte, para Poe,
no era un adiós, sino un hasta luego, un juego de velos y ficciones, de
máscaras y ensueños.
Por tanto, cuando la
madre de Poe falleció con
veinticuatro años, cabe preguntarse si el pequeño Poe, junto a sus hermanos, no sintió que su madre solo actuaba, que
jugaba, que volvería de las tinieblas, como lo hacía en el teatro, porque ¿qué es la vida salvo una obra de teatro? La
imagen de un niño, al lado de su madre muerta, esperando que ella abra los ojos
y le sonría. ¡Qué imagen más poderosa y tétrica! ¿No parece digna de un relato
del propio Poe? ¿Y no sería una
imagen que se quedó grabada en sus relatos y poemas? ¿No fue su madre la
primera doncella que se le fue de la vida?
Y al final, el arte lo
devora todo, como la vida, como el teatro, como la oscuridad, como los
escritores, como los malditos, como las personas a las que nunca podemos
olvidar.
Y entonces, se escucha el
aleteo de un cuervo que nos hace una pregunta. Y callamos. O escribimos.
Es lo que mas amas lo que al final acaba por destruirte...
ResponderEliminarPOE... Es mucho POE.
Por cierto, conoces el ciclo que le dedicó Roger Corman? IMPERDIBLE
Y acaba también haciendo que crees algo que perdurará más allá de tu destrucción.
EliminarSobre el ciclo, me vi algunas pero era demasiado joven para apreciarlas. Quiero revisitarlas algún día. A ver si me animo.
¡Muchas gracias por el comentario! ¡Un saludo!
Poe tuvo una vida infortunada, muy acorde al romanticismo. Y es verosimil el planteo de que la vida es un teatro, oscuramente romantica, parece escrita por un autor, que hubiese buscado una afinidad entre su personaje y la obra del personaje. Idea que ya fue planteada por Shakespeare, que su madre representó. Tal vez no sea casual.
ResponderEliminarAnnabel Lee y El Cuervo, parecen plantear distintas cosas, dentro de la misma temática. El narrador de Annabel Lee tiene cierta esperanza que no hay en El Cuervo, la del reencuentro.
Recuerdo un episodio de Masters of Horrors, que tiene a Poe como personaje.
Saludos.
No conocía ese capítulos de Masters of Horrors, pero lo buscaré a ver si lo encuentro.
EliminarPoe fue un artista capaz de trascender su época y la pérdida y la muerte marcan tanto su vida como su obra. Solo basta recorrer los pasajes de muchos de sus relatos para darnos cuenta de ello.
¡Muchas gracias por el comentario! ¡Saludos!
Wow... gracias u.u
ResponderEliminarA ti.
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