Y aquí estoy ahora, no a punto de pegar un salto hacia la escalinata que conduce a la puerta brillante, tipo centro comercial, sino en medio de las llamas donde todo escritor parece que tiene que arder si quiere sacar su libro. Imagen de dominio público |
La corrección y la maquetación siempre me han parecido las tareas más infernales del proceso de sacar un libro al mercado. Pese a que cuento con la ayuda de mi diseñadora gráfica (y persona que me soporta mis chorradas), tener que revisar una vez más el texto y la maqueta después de haberlo hecho como mínimo, cuatro veces este año (sin contar las seis o siete del año pasado), es algo que me me deprime.
Otra vez. Y otra vez. No se acaba. A mí me gusta escribir, crear, corregir, pero encargarme de todos los procesos, pese a la ayuda, acaba conmigo, me agota, no tengo muchas más ganas de presentarlo en público ni de hablar. Albergo solo el deseo de que todo esto pase.
Creo que incluso, cuando me encuentro en lo peor, valoraría la idea de jamás sacar ninguna novela más (o no durante mucho tiempo). No dejar de escribir (eso no puedo evitarlo), pero sí dejar de mostrarlo hasta que cuente con algo más de ánimo para toda esta guerra, ¿por qué de que me sirve todo este trabajo si luego llega el listillo y decide venderlo por su cuenta, sin que yo vea un duro, o me paso toda la vida hablando de la novela para que la gente la ignore y ni siquiera compre un ejemplar cuando cuesta 2,99€ en la edición digital?
Porque todo el mundo es tu amigo cuando estás "jijijaja", pero a la hora de la verdad, cuando necesitas que alguien te eche una mano, seguramente te quedes en el silencio abrumador del eco de tu propia voz. Al menos, cuento con algunas personas que me han ayudado en este camino y les estoy muy agradecido, incluso cuando lloriqueo por tener que volver a las correcciones.
Allá voy... Deseadme, al menos, un mínimo de suerte.
Te comprendo esta y las próximas mil veces, Carlos. Es una pesadilla corregir y tener que revisar, pero es un mal rata que nos es muy necesario. Ya llegará el día en que no nos toque tanto trabajo, pero mientras tanto, hay que respirar, agarrar un vaso de agua, y a la guerra, que esto no se acaba hasta que se acaba.
ResponderEliminarMe parece muy cierto lo que dices, Alan. Es más que necesario y, aunque en esta última lectura, ya en papel, ya en formato del libro y demás, no estoy cogiendo erratas, sí que siento que tengo que echarle un ojo de nuevo para que no se escape nada. Y es un poco infernal cuando ya estoy planeando otras cosas y estoy en varios temas a la vez, pero ¿qué te voy a decir a ti, que seguro que has pasado por esto varias veces? jeje ¡Gracias por el comentario, un saludo.
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