Crítica de La Bruja Escarlata de James Robinson

La Bruja Escarlata protagoniza su propia serie, escrita por James Robinson y dibujada por varios artistas que darán vida a la historia de la madre del caos. Fuente.

“Así empezó. ¿Una nueva vida para mí? Eso espero… un nuevo camino. Lo único que sé seguro es que algo falla en esta ciudad. Y ni siquiera necesito contemplar el perfil de Nueva York desde mi casa para saberlo… ni una varita mágica o un sombrero puntiagudo o un ojo de tritón y una pata de rana… tan solo tengo que observa lo obvio… lo triste, inmóvil y a plena vista. He tenido algunos problemas en el pasado. Mi vida ha estado plagada de pasos en falso, errores y, yo misma lo admito, incluso cierta inestabilidad mental. Mi poder, esa habilidad innata, me permite romper las leyes universales y de la física. Levitación, transformación, teletransportación, esas cosas. A menudo llaman a mis hechizos magia caótica… pero en realidad están muy alejados del caos: su poder e intensidad están relacionados con la energía de la tierra y la femineidad adoradas por cultos pagados y temidas por los hombres”.

Los cómics de superhéroes son muestras de cómo una narración continuada puede afectar al largo desarrollo de un personaje y, en ocasiones, son precisamente los vaivenes entre autores, los que otorgan a los personajes un insólito bagaje y eso es lo que ocurre con la Bruja Escarlata

Enemiga, Vengadora, mutante, bruja, traidora… Muchos son los sobrenombres que ha podido recibir a lo largo de su agitado viaje, al que se suma su relación con la Visión y todo el drama impostado de Desunidos y Dinastía de M, entre multitud de hechos que la han convertido en uno de los personajes más interesantes del Universo Marvel. 

Tras su llegada a la gran pantalla en La Era de Ultrón, secuela de Los Vengadores, Marvel decidió aprovechar al personaje sin tener que convertirla en una asesina desquiciada por arte de magia (y de Bendis y de los editores), y fue así cómo Wanda se ganó la oportunidad de tener una serie en solitario.

El español Javier Pulido dibuja la historia que transcurre en nuestro país. Fuente.

Un nuevo comienzo

Que James Robinson fuese el encargado de una serie sobre un personaje vinculado a la magia es un sueño hecho realidad, tras ver lo que podía hacer con la magnífica Starman. Para ello, alejó a Wanda de Los Vengadores y se centró en convertirla en una detective de lo oculto, a lo John Constantine, que iría por todo el mundo resolviendo una serie de problemas mágicos en números que bien podrían funcionar como historias autoconclusivas, pese al deseo de darle a todo el marco de la crisis mágica y el deseo de Wanda de descubrir su auténtico origen.

La premisa era la siguiente: el caos está rebelándose y la magia se muestra cada vez más inestable. Wanda, la antigua superheroína conocida como la Bruja Escarlata, es la última esperanza de la magia. La Bruja Escarlata emprende un viaje, junto al espectro de Agatha Harkness, para ganarse realmente su nombre y enfrentarse a seres tan dispares como demonios, minotauros, fantasmas de los antiguos dioses, seres demoníacos que han poseído a brujas, al Hechicero Esmeralda (spoiler: un capullo), su pasado y el de su auténtica madre, superhéroes suicidas, psiquiatras que no son lo que parecen…

Doble página donde vemos algunos de los parajes que tiene que recorrer Wanda junto al fantasma de Agatha. Fuente.

La senda de las brujas

El argumento de James Robinson se tiñe en algunos puntos del aire melancólico, siniestro, desmitificador y oscuro de las publicaciones de Vértigo como The Sandman o Hellblazer. No olvidemos que Robinson tendría uno de sus primeros trabajos en el fallido spin-off de The Sandman: Witchcraft. Sin embargo, el problema de la historia de Robinson es que, a menudo, pese a la conexión que hay con la crisis de la magia, no sabe muy bien adónde nos dirige y, aunque reafirma al personaje de Wanda y su legado, el final se antoja abrupto. Puede que alguna interferencia editorial estuviese tras este hecho.

Lo más triste de la serie es que James Robinson era un autor perfecto para un personaje con un potencial increíble y la sensación que queda es de no haberse podido explotar todo lo que se merecía a este riquísimo personaje, lleno de lecturas y con tanto que ofrecer al Universo Marvel y al mundo del cómic.

En París, Wanda conocerá a una serie de enemigos, pero también a un superhéroe que busca... morir. Fuente.

Hablar del dibujo de la colección es sumamente difícil pues, como se habrá visto, estamos ante una plétora de autores con estilos muy diversos que hace que cada número sea una nueva aventura, con todo lo que supone. Pese a que este cambio de dibujantes podría favorecer la obra si todos ellos fuesen buenos, lo que nos encontramos es precisamente un resultado dispar, porque algunos dibujantes muestran un gran nivel, mientras que otros... no. Destacan para bien Marguerite Sauvage, Tula Lotay, Marco Rudy, Javier Pulido, Michelle Rosenberg y Kei Zama. También tenemos artistas cumplidores (y poco más) como Leila Del Luca, Annie Wu, Chris Visions, Steve Dillon o Annapaola Martello. Otros logran ocultarse gracias al coloreado digital y al tono más “experimental” de sus números, como es el caso de Jonathan Marks-Berravecchia, Shawn Crystal y Vanesa Del Rey (quien dibujó el primer y último número de la serie), y que, sinceramente, o no trabajan con un entintador que les ayude o, simplemente, no eran los mejores candidatos. En resumen, y aunque sea obvio: cuando hay artistas muy buenos, se nota; cuando hay artistas del montón, también, y cuando los hay malos… pese a las lucecitas y los colores que se les quiera poner, pues agrían el resultado final.

Antes de abandonar el apartado gráfico, hay un importante detalle que no se puede relegar: las portadas creadas por David Aja son magníficas, perfectas para convertirse en la imagen que se nos venga a la cabeza cuando pensemos en Wanda. Todas ellas juegan con el minimalismo y el uso del color blanco, rojo y negro. Es una lástima que el dibujante tras éxitos como Puño de Hierro u Ojo de Halcón no dibujase alguno de los números.

El sublime trabajo en las portadas realizado por David Aja. Fuente.

Un destino inesperado

En nuestro país, Panini recogió toda la colección en tres tomos (La senda de las brujas, Mundo de brujería, El último maleficio) dentro de su colección 100%, pero, aprovechando el estreno de la serie de Wandavisión, se publicó un tomo con toda la serie completa.

En Internet pueden leerse muchas opiniones en contra de esta etapa. Por desgracia, en Internet puede leerse de casi todo y casi todo lo que se lee está muy poco formado. Algunos lectores buscaban una historia de superhéroes aquí o simplemente se quedan con que no les gustaba la idea de que cada número fuese “diferente” hasta cierto punto, cuando es precisamente una de las cuestiones que más me han agradado de la serie. 

Lejos de prejuicios, haciendo balance de la obra, La Bruja Escarlata de James Robinson tiene números que, si son tomados como independientes, son muy buenos, el problema está a la hora de considerar la etapa en general y quedarnos con un final para el que nos han estado preparando y que se queda tan solo en un juego de luces donde la reafirmación de Wanda queda más o menos en un segundo plano. Personalmente, prefiero quedarme con historias como el encuentro de Wanda con el superhéroe que se quiere suicidar por la muerte de su prometida o su conversación con el psiquiatra que con la etapa en general y es una pena, porque un personaje como Wanda se merece lo mejor. Ese tipo de historias son las que realmente signfican algo más que ruido, magia y caos.

Wanda también tendrá un encontronazo con su hermano, Pietro. Fuente.

Calificación:

2 comentarios:

  1. Un gran personaje. Una bella mujer que también ha hecho daño, con su poder, pudiendo entenderse sus motivaciones.
    Recuerdo especialmente el número con el héroe que piensa en el suicido, por la pérdida. Hay empatía en Wanda, como se comporta con ese héroe.
    Saludos

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