Reseña de Drácula de Georges Bess: el conde vuelve a la vida

Detalle de la portada del Drácula de Georges Bess. Fuente.

“¡Bienvenido a mi morada! Entre, se lo ruego, por voluntad propia. Al marchar dejará usted algo de la alegría que ha traído consigo”.

Drácula no puede morir. Por mucho que el profesor Abraham Van Helsing nos explique los rituales para vencer a los no muertos, el conde siempre regresa de la tumba. Lo hace en novelas, películas, cómics, series, videojuegos, parodias… Ha pasado más de un siglo desde que Bram Stoker publicase Drácula y, pese a la resignación de la crítica, el conde sigue con más poder que nunca. Pero igual que los vampiros de Anne Rice y su hastío vital tras años y años de existencia, cabría preguntarse si Drácula todavía puede aportar algo nuevo a una sociedad como la nuestra y la respuesta es sí, todavía quedan artistas que pueden dar su propio punto de vista sobre un mito noctívago como es el sanguinolento señor de los vampiros. Uno de estos artistas es Georges Bess quien adapta el libro de Stoker en un cómic que ha sido recientemente publicado por Norma en nuestro país.

Las magníficas ilustraciones de Bess nos hacen revivir la lectura de la gran obra de Bram Stoker. Fuente.
Viaje a las tinieblas

Siempre es un reto adaptar la novela de Stoker, ¿para qué tocarla si no se puede añadir nada nuevo?, como ya decíamos; no obstante, Georges Bess tiene mucho que aportar al clásico literario. Es un autor veterano en el cómic europeo. Ha trabajado en cómics como The Phantom o El Lama Blanco de Jodorowsky, Aphrodite, Leele et Krishna… Su estilo en apariencia clásico siempre consigue crear carismáticos personajes y detalladas ambientaciones que hacen que sea un deleite deambular por cada una de las páginas de uno de sus cómics; así que la idea de que Bess dibujase una historia tan embriagadora como la de Drácula es simplemente magnífica.

En el Drácula de Georges Bess encontramos una versión muy fiel a la novela original, pero que agrega el deslumbrante arte del dibujante tunecino. El detalle principal de toda obra basada en la novela del conde vampiro es cómo retrata especialmente a ese personaje. No es tan simple como parece, ya que una mala elección puede hacer naufragar una película (recordemos a aquel Drácula de Jack Palance que más que colmillos, parecía llevar una dentadura postiza). El Drácula de Bess es capaz de evolucionar desde el anciano conde hasta un portentoso donjuan antes de convertirse en una bestia digna del nosferatu (no sin antes pasar por toda la plétora de transformaciones de la novela: arañas, niebla, ratas, lobos…); es ahí dónde Bess juega con las diferentes visiones del conde, tanto en la literatura como en el cine. Sí, el vampiro es un murciélago, pero también tiene mucho de camaleón. 

Al igual que él, el resto de sus personajes parecen robados de las páginas del libro original (en especial, la aguerrida Mina Murray que nos recuerda a la Lucy de Isabelle Adjani del Nosferatu de Herzog), incluso cuando realiza algún homenaje a personajes célebres (uno de los secundarios nos recuerda a nada más y nada menos que Keith Richards). 

La composición y el uso de sombras son dos de los puntos fuertes del dibujante tunecino. Fuente.

Los hijos de la noche

Con el Drácula de Georges Bess podemos sentir miedo, deseo, odio y melancolía, sentimientos que también conjuraba el escritor irlandés en su novela. Para ello, el dibujante recurre a toda una serie de trucos. Las composiciones de página de Bess son variadas, realiza diversos juegos para ralentizar o hacer avanzar el tiempo, aportando además ilustraciones a tamaño completo o arriesgadas composiciones que conforman imágenes únicas; además, no repite la técnica de sombreado, sino que en ocasiones prescinde de la propia oscuridad para dejar unos vacíos que cobran importancia a lo largo de la obra. Cada una de sus páginas nos acerca a comprender el síndrome de Stendhal: la belleza de sus páginas en blanco y negro hacen que nos sumerjamos de lleno en esta sombría historia. El sabio uso que hace Bess de las sombras recuerda a otros genios del cómic, en particular del terror, como es el caso del gran Bernie Wrightson. Es más, el Drácula de Bess podría codearse con el Frankenstein del estadounidense.

Como en todas las versiones de Drácula que se precien, la ambientación es importantísima: el castillo, los cementerios, Carfax, Londres… Cada espacio se convierte en otro protagonista de la obra, uniéndose a la atmósfera lúgubre de los cuentos góticos que sirvieron de precedente de Drácula, obra que, no olvidemos, fue una modernización del mito ya tocado por Le Fanu, Polidori y compañía. Para hacernos una idea del efecto logrado por Stoker a través de cartas, grabaciones y otros documentos que sirven para relatar la historia, deberíamos imaginarnos el impacto que tuvo otra modernización del mito como fue El misterio de Salem’s Lot de Stephen King.

La ambientación es clave a la hora de contar una buena historia de Drácula y Georges Bess lo sabe. Fuente.

Puede que el único “problema” que le encuentre en el cómic es que avanza demasiado rápido y no profundiza en demasía en la psique de los secundarios como el administrador del psiquiátrico John Seward, el aristocrático Arthur Holmwood y el enigmático Quincey Morris (no olvidemos la lectura que Clive Leatherdale hacía sobre este misterioso personaje y su insólito destino). Es importante decir que la novela original no queda cerrada, sino abierta a cientos de interpretaciones: Bram Stoker creó una obra que insinuaba y que permitía generar debate, ya fuese porque era un genio o porque era un escritor hasta cierto punto descuidado (véase cómo se insiste en decapitar, clavar una estaca y decapitar a los vampiros en la novela, para, al final, no matar de ese modo a Drácula); y puede que Bess pudiese haber jugado más a aportar estas nuevas lecturas; sin embargo, prefiere lo clásico y es respetable.

De todos modos, los lectores no venimos a esta adaptación en busca de alardes argumentales, sino para experimentar de nuevo el terror y el desasosiego de la novela original y eso lo lograr Bess, algo que, como hemos visto en algunas adaptaciones fallidas de Drácula, no es tan sencillo como parece.

Una serie de horrores conjurados por el dibujante Georges Bess en su Drácula. Fuente.

Y tampoco es sencillo sacar una edición de cómic que nos deje boquiabiertos y aquí lo consigue la editorial Norma con unos ejemplares magníficamente cuidados. Es una de esas ediciones que si las ves, ya te encandilan. Y no es tan fácil de lograr como parece. No solo es de mayor tamaño que un cómic habitual (lo que nos deja claro que quieren que disfrutemos del arte del autor), sino que se ha publicado en tapa dura, con unos ribeteados en panoro en la portada, y con la calidad del papel suficiente para apreciar el enorme trabajo de Bess. El mayor “pero” es la falta de extras, más allá de algunas portadas e ilustraciones.

El Drácula de Georges Bess vuelve a demostrarnos que el personaje creado por Bram Stoker a finales del XIX sigue más vivo que nunca. En veinte capítulos, tenemos la historia de Drácula; en veinte capítulos, también tenemos el deslumbrante arte de Georges Bess, lo que lo convierte en una lectura obligatoria para todos aquellos que nos deleitamos con la música que hacen los hijos de la noche. Las alas de murciélago de Drácula continúan flameando en la noche, mientras sus colmillos brillan como las páginas de un cómic. Y nosotros solo podemos seguirlo hasta que demos nuestra última gota de sangre.

En 2019, se llevaría a cabo una exposición de los originales realizados por Georges Bess para su adaptación de Drácula. Fuente.

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