Crítica de EN COMPAÑÍA DE LOBOS de Neil Jordan

En compañía de lobos es una buena película sobre licántropos, pero también sobre los cuentos de hadas. Fuente.

El hombre lobo es uno de los monstruos más conocidos de la historia del cine, pero, sin embargo, goza de pocas películas de auténtico interés. Una de las pocas que merece la pena es En compañía de lobos, estrenada en 1984, y dirigida por Neil Jordan, quien se ganaría con ella la oportunidad de dirigir la adaptación de la novela Entrevista con el vampiro un par de años más tarde. Igual que ocurriría con la historia de Anne Rice, En compañía de lobos es una adaptación, en este caso de los cuentos de Angela Carter, que tienen como nexo a los lobos y los cuentos de hadas.

En compañía de lobos utilizó también perros para la onírica escena del banquete de bodas, una de las más recordadas de la película. Fuente.

Desde el lobo feroz que tentó a caperucita pasando por los lobos imaginarios del mentiroso Pedro, y sin olvidar a aquel lobo que soplaría contra la casa de los tres cerditos, la figura de este animal se ha convertido en un símbolo atávico sobre lo prohibido, lo salvaje y lo misterioso. El lobo ya no es solo un lobo, sino que es un símbolo, y la licantropía, deudora del mito donde Zeus condenó al rey Licaón por dar de comer carne humana a sus anfitriones, ha evolucionado hasta hablarnos de lo más profundo de nuestra psique.

Contar un cuento es abrir una puerta hacia la advertencia. La mayoría de estas historias guardan una moraleja sobre lo que debe o no debe hacerse. Si miramos atrás, nos daremos cuenta de que los cuentos originales no eran obras inofensivas para niños, eran narraciones oscuras donde las hermanastras de Cenicienta se mutilaban los dedos de los pies para poder ponerse el calzado ideal o Caperucita moría bajo los colmillos del hombre lobo. Las advertencias de los cuentos funcionaban a través del terror, de ahí que este género, en el fondo, sea la transgresión que busca el conservadurismo en muchas de sus interpretaciones: no abandones el camino, no vayas solo de noche, no confíes en extraños…

Si una afirmación puede decirse de En compañía de lobos es que Neil Jordan consigue captar el aura pesadillesca de un cuento de hadas tradicional, a lo que se suma el aura de irrealidad y fascinación de la fantasía más pura. La película funciona como un sueño dentro de un sueño y, del mismo modo que el cómic Sandman lo haría años más tarde a través de la fantasía oscura, es todo un homenaje al acto de contar historias dentro de historias.

Como en muchos cuentos, En compañía de lobos también habla de la pérdida de la inocencia. Fuente.

Cuentos de monstruos

Mientras una joven duerme, en un mundo digno de un cuento de hadas la joven Rosaleen se enfrenta al duelo por la muerte de su hermana bajo las garras de los lobos. Pronto, esta niña obsesionada con los cuentos de hadas que le cuenta su abuela piensa que en la noche se oculta algo más que una bestia, puede que se esconda uno de los seres surgidos de estos relatos: un hombre lobo.

La dirección de Neil Jordan es lo suficientemente hábil para encerrar un halo fantástico a través de toda esta reinvención de Caperucita Roja, donde, como siempre, brilla Angela Lansbury al encarnar a una abuelita que parece escapada de los cuentos traidicionales. El resto del reparto, con David Warner, Sarah Patterson o Micha Bergese, entre otros, funciona perfectamente; a ellos se suman los cameos de Stephen Rea, actor habitual de las películas de Jordan, y un mefistofélico Terence Stamp, quien sustituyó a Andy Warhol.

En compañía de lobos es recordada, precisamente, por ser una película que funciona como cazador de sueños. Todo lo que vemos nos recuerda a los sueños, a los cuentos de hadas, a la fantasía oscura. Desde los bosques colmados de árboles y niebla, hasta esas pequeñas cabañas donde se narran oscuras historias, sin olvidar el simbolismo de pequeñas estatuillas de bebés que aparecen dentro de huevos. Pese a que la transformación del licántropo ha quedado añeja, sobre todo si la comparamos con la sobresaliente metamorfosis vista en Aullidos de Joe Dante, lo que importa de la película es su ambientación, elaborada por el malogrado Anton Furst, colaborador habitual de las primeras cintas cinematográficas de Tim Burton (creó Gotham), que quebró su carrera al suicidarse.

Si bien ha envejecido en algunos aspectos, como la música o los efectos especiales, es reinvidincable que sea una de las obras sobre licántropos que realmente quiere decir algo: habla del miedo, del deseo, del crecimiento, de la muerte, del salvajismo, de los secretos. Ya querría la mayoría de filmes sobre el tema o, simplemente, la mayoría de filmes del género fantástico, hablar sobre cualquiera de estas cuestiones, en vez de limitarse al sustito de marras.

En compañía de lobos, incluso con sus problemas de ritmo, continúa siendo, décadas después de su estreno, un perfecto retrato de la fantasía oscura, de las advertencias de los cuentos, del aullido que sacude la noche para recordarnos que nunca, pero nunca, nunca, abandonemos el sendero. Quizá, si cometemos tal temeridad, podríamos encontrarnos con el monstruo. Quizá, podríamos encontrarnos con nosotros mismos.

 

La obra de Angela Carter, que sirve de base para En compañía de lobos, explora la raíz de los cuentos con gran profundidad. Fuente.

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