Scarlett Johansson de despide de Natasha Romanoff, ¿habrá valido la pena? Fuente. |
“Before I was an Avenger, I made mistakes... and a lot of enemies”.
No estamos diciendo nada nuevo cuando afirmamos que Marvel Studios tardará años en superar lo realizado en Infinity War y Endgame, dos películas más grandes que la vida misma y que culminaban un proyecto de diez años, y más de veinte películas. Tras ellas, Marvel Studios ha optado por pequeñas aventuras: hemos visto esa película que es el equivalente a un hijo de un matrimonio separado (el señor Sony y la señora Marvel) Spider-Man: Far from home (el epílogo de la llamada fase tres) y las series Wandavision, El Halcón y el Soldado de Invierno y Loki. Los planes originales pasaban por el inicio de la fase cuatro de la creación del Universo Marvel Cinematográfico con el estreno de Viuda Negra en abril de 2020, justo cuando el COVID-19 nos condenó a una distopía contra la que ni los Vengadores podían hacer nada. Mientras que Wandavision y Loki se han arriesgado más, El Halcón y el Soldado de Invierno se tambaleaba en terreno de nadie y de Far from home mejor quedarse con los últimos diez minutos (que es donde realmente la película se ponía interesante), pero ¿dónde se habrá quedado Viuda Negra?
No perdamos la oportunidad de ver al pobre David Harbour encarnando a Guardián Rojo, el superhéroe cuñado. Fuente. |
Una aventurilla
La película en solitario del personaje interpretado por Scarlett Johansson se convierte en una mera aventura, en una de esas miniseries cómiqueras que leemos para pasar el rato y saber un poco más del origen de un personaje que nos llama la atención... y poco más. Me atrevería a decir que lo mejor de la película está en los primeros veinte minutos, cuando vemos cómo funciona la familia de espías rusos en Estados Unidos, y esto desemboca en una escena inicial con unos créditos a lo James Bond, pero con un aire siniestro ayudado por una versión del Smells like teen spirits de Nirvana. A partir de ahí, tenemos la historia de cómo la Viuda Negra escapó de Thaddeus Ross (William Hurt cobrando por saludar) tras Capitán América: Civil War y vemos de qué modo debe afrontar su pasado antes de dirigirse a los eventos de Infinity War. No es raro que muchos se pregunten si la película no hubiese funcionado mejor si se hubiese estrenado antes de que en 2018 viésemos a Thanos devastar todo, pero siempre nos quedaremos con esa duda, ya que también podría haber funcionado como canto de cisne del personaje tras los eventos ocurridos con ella en Endgame.
Pronto, Viuda Negra se vuelve una película de acción sin el empaque de Capitán América: Soldado de Invierno, pese a los intentos de imitarla e incorporar tenuemente la situación de la explotación de la mujer. Lamentablemente, saber cuándo encontrar el tono es complicado y cuando un personaje masculino como el Guardián Rojo afirma que sus “hijas” están dolidas con él porque están en “uno de esos días del mes” (no porque las drogase y las abandonase) y la conversación deriva hacia la extracción de útero, los ovarios y demás, casi que hubiéramos preferido más escenas de fantasmadas imposibles como esos personajes que se caen de miles de metros y no les pasa nada, porque son personajes de ficción y tienen que llegar hasta el final de la película. Hay poca sutilidad en el experimento, como lo hay en la banda sonora de un Lorne Balfe que parece deseoso de que nos demos cuenta de todo momento de que estamos ante malos rusos (o, más o menos… no vaya a ser que Rusia se enfade).
Esa incapacidad para seleccionar exactamente un tono o un género es algo que suele funcionarle bien a Marvel, pero aquí no lo hace tanto, pese al trabajo de la directora Cate Shortland, que se le nota más soltura en las escenas más pequeñas que en los combates donde se recurre a la cámara lenta, el CGI y las poses de las cuales se burla la misma Yelena. Esa misma falta de habilidad para saber el tono es la misma que juguetea en la intro con la idea de la política (metiendo a tipejos reales y ficticios), pero después, aunque somos conscientes de lo imposible de hablar de la Guerra Fría, ni siquiera replantea el papel de la Viuda Negra en el Siglo XXI y ante una Rusia actual que bien podría estar zambullida en otra guerra fría.
Pronto, Viuda Negra se vuelve una película de acción sin el empaque de Capitán América: Soldado de Invierno, pese a los intentos de imitarla e incorporar tenuemente la situación de la explotación de la mujer. Lamentablemente, saber cuándo encontrar el tono es complicado y cuando un personaje masculino como el Guardián Rojo afirma que sus “hijas” están dolidas con él porque están en “uno de esos días del mes” (no porque las drogase y las abandonase) y la conversación deriva hacia la extracción de útero, los ovarios y demás, casi que hubiéramos preferido más escenas de fantasmadas imposibles como esos personajes que se caen de miles de metros y no les pasa nada, porque son personajes de ficción y tienen que llegar hasta el final de la película. Hay poca sutilidad en el experimento, como lo hay en la banda sonora de un Lorne Balfe que parece deseoso de que nos demos cuenta de todo momento de que estamos ante malos rusos (o, más o menos… no vaya a ser que Rusia se enfade).
Esa incapacidad para seleccionar exactamente un tono o un género es algo que suele funcionarle bien a Marvel, pero aquí no lo hace tanto, pese al trabajo de la directora Cate Shortland, que se le nota más soltura en las escenas más pequeñas que en los combates donde se recurre a la cámara lenta, el CGI y las poses de las cuales se burla la misma Yelena. Esa misma falta de habilidad para saber el tono es la misma que juguetea en la intro con la idea de la política (metiendo a tipejos reales y ficticios), pero después, aunque somos conscientes de lo imposible de hablar de la Guerra Fría, ni siquiera replantea el papel de la Viuda Negra en el Siglo XXI y ante una Rusia actual que bien podría estar zambullida en otra guerra fría.
Los personajes de esta aventurilla. Fuente. |
Adiós a Nat
Al menos, Scarlett Johansson se lo pasa bien con un personaje que ya conoce como es el de Natasha Romanoff, no nos cabe duda, aunque quizá esta película se estrena con años y años de retraso, como ya comentábamos anteriormente. Lo que hubiera sido un interesante temtempié, aquí queda como, si después del postre, recibiésemos los entrantes.
Por suerte, Johansson y Marvel Studios han buscado con Florence Pugh a una interesante sucesora. Pugh lo hace encarnando a Yelena, aunque se perciba que falta que los guionistas afinen más con las líneas que le dan a una buena actriz.
Por el camino, Marvel nos tira a otro de sus villanos prescindibles, con un Supervisor que no tiene (ni se le da) el carisma de otra máquina de matar como lo fue el Soldado de Invierno, que un poco más de credibilidad sí que tenía (suponemos que es por no haberlo disfrazado de Power Ranger).
Sobre David Harbour encarna el perfecto papel de “padre gañán” que lleva desde hace años interpretando (y lástima, porque debajo de esas capas de mala leche debe haber un buen actor), Rachel Weisz como Melina aparece para recordarnos que todavía tiene una carrera y Ray Winstone como Dreykov es capaz de salvar unos diálogos que en otro caso hubiesen sido vergonzosos, pero que defiende con una naturalidad y una fuerza que nos da pena que la película se resuelva del modo en el que se resuelve y no aproveche más a un buen intérprete.
Y es que el final, entre disparos, explosiones y caídas imposibles que intentan sostenerse en una especie de extraño drama familiar con la situación de la mujer como trasfondo, es un buen resumen de lo que es toda la película: una sucesión vacía de estallidos, pero de ninguna auténtica explosión, de nada que nos haga sentir que estamos ante una gran película, solo ante un mero entretenimiento. Porque eso sí, el balance de Viuda Negra es que, al menos, entretiene en sus dos horas y puede servir de adiós de Scarlett Johansson a este papel que lleva interpretando desde hace diez años. Al final, en la escena poscréditos, nos dan una nueva Viuda Negra y la promesa de unión frente a una amenaza, uniéndose a lo visto en El Halcón y el Soldado de Invierno, pero ambas condenándose a ser una pieza más del puzle y no una pieza especialmente inspirada.
Todo nos hace llegar a la siguiente conclusión: al principio de la película, Natasha Romanoff nos recuerda que, antes de ser una vengadora, cometió muchos errores, quizá esta película no sea uno de ellos, pero tampoco es que sea uno de sus mayores aciertos.
Por suerte, Johansson y Marvel Studios han buscado con Florence Pugh a una interesante sucesora. Pugh lo hace encarnando a Yelena, aunque se perciba que falta que los guionistas afinen más con las líneas que le dan a una buena actriz.
Por el camino, Marvel nos tira a otro de sus villanos prescindibles, con un Supervisor que no tiene (ni se le da) el carisma de otra máquina de matar como lo fue el Soldado de Invierno, que un poco más de credibilidad sí que tenía (suponemos que es por no haberlo disfrazado de Power Ranger).
Sobre David Harbour encarna el perfecto papel de “padre gañán” que lleva desde hace años interpretando (y lástima, porque debajo de esas capas de mala leche debe haber un buen actor), Rachel Weisz como Melina aparece para recordarnos que todavía tiene una carrera y Ray Winstone como Dreykov es capaz de salvar unos diálogos que en otro caso hubiesen sido vergonzosos, pero que defiende con una naturalidad y una fuerza que nos da pena que la película se resuelva del modo en el que se resuelve y no aproveche más a un buen intérprete.
Y es que el final, entre disparos, explosiones y caídas imposibles que intentan sostenerse en una especie de extraño drama familiar con la situación de la mujer como trasfondo, es un buen resumen de lo que es toda la película: una sucesión vacía de estallidos, pero de ninguna auténtica explosión, de nada que nos haga sentir que estamos ante una gran película, solo ante un mero entretenimiento. Porque eso sí, el balance de Viuda Negra es que, al menos, entretiene en sus dos horas y puede servir de adiós de Scarlett Johansson a este papel que lleva interpretando desde hace diez años. Al final, en la escena poscréditos, nos dan una nueva Viuda Negra y la promesa de unión frente a una amenaza, uniéndose a lo visto en El Halcón y el Soldado de Invierno, pero ambas condenándose a ser una pieza más del puzle y no una pieza especialmente inspirada.
Todo nos hace llegar a la siguiente conclusión: al principio de la película, Natasha Romanoff nos recuerda que, antes de ser una vengadora, cometió muchos errores, quizá esta película no sea uno de ellos, pero tampoco es que sea uno de sus mayores aciertos.
Da rabia que no su película en solitario no haya sabido explotar a Johansson como actriz. Fuente. |
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