Repasamos la etapa de Garth Ennis en Hellblazer, donde Constantine cayó a lo más bajo. Fuente. |
«¡Yo juzgaré! ¡Juzgaré lo que me salga de los cojones! ¡Es lo único que me han dejado esos capullos! […] ¡Los capullos con el poder! Le diré algo, padre. La próxima vez que hable con su señor… dígale de mi parte, ¿vale?, dígale que Constantine no se rendirá… Dígale que, sin importar lo malo o triste que se ponga todo, cuánto se derrumbe, cuantos agujeros haya en mi puta vida sin valor… [Sostiene la Biblia] nunca los rellenaré con esta chorrada».
Dicen que Alan Moore siempre pide a sus dibujantes una lista con aquello que les gusta dibujar; el escritor de Northampton sostenía que así podía sacar lo mejor de sus dibujantes, al menos durante la época en la que (re)creó a La Cosa del Pantano. Stephen Bissette y John Totleben, los dibujantes, comentaron sobre la posibilidad de dibujar a un personaje con el aspecto del cantante Sting. No se imaginaban por entonces que ahí estaría el germen para el detective de lo oculto John Constantine, un malhablado, manipulador y carismático personaje que, entre “bollocks” y el humo de sus cigarrillos, planeaba evitar el apocalipsis. Moore tomó así la idea de un detective encargado de lo paranormal (como Carnacki, Hesselius, John Silence…), pero trayéndolo a aquellos convulsos años ‘80. Lo que no sabían los tres es que pronto Constantine se erigiría como uno de los personajes preferidos del público y el sello Vertigo, con Karen Berger como editora, daría pie a una serie que contaría con grandísimo autores como Jamie Delano, Warren Ellis o el mismísimo Garth Ennis. Cobra importancia en esta lista, sobre todo, Ennis, ya que sería su etapa con Constantine donde se reflejarían muchas de sus “neuras” que hemos visto en obras siguientes de su carrera.
El macabro infierno de Garth Ennis. Fuente.
Magia y caos
Dicen que Alan Moore comentó que era incapaz de ver en el John Constantine de Hellblazer a aquel mago de lo oculto que vigilaba a la Cosa del Pantano en su saga. Sin embargo, reflexionando sobre los límites del arte, comentó que una vez, en la realidad, en un bar, le pareció ver a alguien, alguien que le sonreía con un cigarrillo en los labios, alguien que era terriblemente parecido a Constantine, como si su personaje hubiese escapado de las viñetas. No nos extraña que Moore se marcharse. En la etapa de Ennis, Constantine es más humano que nunca y, por supuesto, más miserable si cabe y cualquiera huiría de él.
Esta etapa de Hellblazer enfrenta a John Constantine con demonios, zombis, vampiros, el diablo…, pero también consigo mismo, con el cáncer que lo está matando, con las manipulaciones que hacen que sus amigos se sacrifiquen por él, por sus antiguos fantasmas y sus propios demonios que hacen que Ennis arroje a Constantine a lo más bajo para, a partir de ese punto, reconstruirse como pueda, ya que, pese a ser un tipo horrible, es nuestra única esperanza frente a un infierno aborrecible y un cielo dantesco.
A su vez, los elementos de horror, más allá de los seres de la noche, se originan muchas veces a través de crímenes, asesinatos y sucesos que bien podrían aparecer en nuestros periódicos. Y al igual que hará más tarde con Predicador, Ennis se dedica a explorar qué hace que Estados Unidos sea un mito que más allá de la esperanza, ha empezado a simbolizar la corrupción y la degeneración. Tampoco deja de lado a Europa, ya que Constantine, ese inglés malhablado que tanto nos recuerda a Sting, verá los males de un Reino Unido siempre al borde del precipicio y con serios problemas con las drogas, el crimen organizado, la prostitución y, sobre todo, el racismo. Es así cómo Ennis utiliza los miedos sobrenaturales para hablarnos de los horrores que, tristemente, forman parte de nuestro día a día.
Si por algo es conocido Ennis es por su capacidad para la sátira y mostrar su rabia en todo momento y esto hace que Constantine sea un personaje perfecto para el guionista, ya que lo utiliza como peón de una farsa, como elemento subversivo, donde revela los horrores encarnados de cada uno de nosotros. A John se le permite decir todo lo que piensa y acusar a una sociedad de sus vicios y males. Lejos de caer en el gamberrismo de otras propuestas como The Boys o, sobre todo, The Pro, pero sin dejar de señalar con sorna todo lo que le parece aborrecible, su etapa en Hellblazer está más cerca del espíritu de Predicador, ya que aparte de algún momento escatológico o terriblemente violento, Ennis aguarda también para dar alguna dosis de esperanza durante este largo viaje, ya sea mediante pequeñas historias como la del espíritu de las fiestas o el aviador fantasma de la Segunda Guerra Mundial. Y es que Hellblazer de Garth Ennis parece un ensayo de lo que el escritor hará más adelante con Predicador, una serie muy deudora de la exploración que el irlandés hizo de la religión, Estados Unidos y los demonios gracias a Constantine. Además, gráficamente también Predicador es deudora de esta etapa, gracias a la colaboración que Ennis emprendió con Steve Dillon como dibujante y Glenn Fabry como autor de las portadas, de ahí que se vea este periplo del detective de lo oculto como un preludio de lo que ocurrirá más tarde con Jesse Custer, nuestro predicador.
El primer enemigo de Constantine en este período no será el demonio de por sí, sino el cáncer. Fuente. |
Origen de neuras
Como todo ensayo, puede que el Hellblazer de Ennis, aunque sobresaliente, no sea una obra perfecta, ya que el escritor incide una y otra vez sobre las mismas ideas hasta llegar a algún momento donde se percibe un avance más lento y algún número más tedioso. No obstante, siempre es el carisma de sus personajes, la atmósfera de los lugares que habitan, la naturalidad de los diálogos o los pensamientos de aquellos que naufragan sus viñetas, lo que da vida a esta magna etapa.
Si bien el apartado gráfico es correcto para un servidor, entiende que otros se quejen de las caras siempre iguales del dibujante que más se repite: Steve Dillon, pero creo que forma también para de su estilo o carácter. En cuanto a las portadas de Glenn Fabry, magistrales muchas de ellas o, simplemente, icónicas como ese Constantine que se enciende un cigarrillo mientras, tras él, las llamas devoran la cabeza de la Estatua de la Libertad.
En nuestro país, Hellblazer ha sido recopilada en varios tomos que pueden encontrarse a través de sus autores. De este modo, tenemos el Hellblazer de Jamie Delano, el Hellblazer de Warren Ellis… y, por supuesto, el Hellblazer de Garth Ennis en tres volúmenes, formando todos parte de la misma colección y poseyendo las mismas características: tapa dura, algunos extras como portadas… Se echa en falta, eso sí, una exploración de la etapa, alguna entrevista o una introducción más extensa.
Lemmy Kilmister, un fumador y bebedor compulsivo (como el propio Constantine), cantaba con Motörhead un himno que bien podría ser parte del trayecto vital de John. No es un himno religioso, por supuesto, aunque sí que habla de Dios. Su título es God was never on your side y decía:
«[...] Let the voice of reason shine
Let the pious vanish for all times
God's face is hidden, all unseen
You can't ask Him what it all means
He was never on your side
God was never on your side
Let right or wrong, alone decide
God was never on your side [...]».
Estamos de acuerdo en que bien podría ser la banda sonora del maldito John Constantine. Puede que Dios nunca haya estado del lado de Constantine. Puede que al fin y al cabo, Dios nunca haya estado del lado de nadie.
«Así son las cosas, chaval. Tarde o temprano todos vendemos nuestra alma»- John Constantine.
John Constantine, un mago y detective condenado a ser humano, demasiado humano. Fuente. |
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