Recupero esta reseña que hice de El Hobbit, la Batalla de los Cinco Ejércitos. Con el tiempo, recuerdo esta trilogía de un modo bastante agridulce, pero nunca está de más recuperar antiguas opiniones y contrastarlas con las actuales.
La Batalla de los Cinco Ejércitos acabó la trilogía, pero decepcionó a muchos fans. Fuente. |
El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos es la culminación de la trilogía de El Hobbit y de la saga de El Señor de los Anillos que ha realizado el director neozelandés Peter Jackson basándose en la obra magna del escritor J.R.R. Tolkien, la cual crearía toda una escuela dentro de la fantasía épica. Eso todos (o casi todos) lo sabemos, pero hay una pregunta cuya respuesta aún desconocemos: ¿cuál es el resultado de este último viaje a la Tierra Media?
Para un servidor, una entretenida película, puede que la mejor de El Hobbit, pero sin superar El Señor de los Anillos (acaso ¿alguien podía esperar lo contrario?), no obstante, sigue siendo una notable despedida al imaginario de la Tierra Media. Aclarar que hay que evitar uno de los mayores fallos del público hacia esta trilogía de El Hobbit: querer compararla con El Señor de los Anillos, y esto es aplicable para los libros. El Hobbit nació como un libro que Tolkien escribió en su tiempo libre y dedicó a sus hijos; a partir del éxito inesperado y un mundo que se volvía más oscuro, el profesor escribió más de 1200 páginas con El Señor de los Anillos, que si bien transcurría en el mismo mundo que El Hobbit, enfocaba de una forma más lúgubre y descarnada temas como la codicia, la ambición o las ansias de poder. Sin ir muy lejos, se dice que Tolkien pretendía reescribir El Hobbit para que conectase mejor con su trilogía. Y aún siendo todas estas obras destacables, queda claro que El Hobbit no se puede comparar con El Señor de los Anillos.
Por tanto, ¿por qué hacerlo con las películas, que tanto han expandido en referencia a la obra original (las malas lenguas dicen por ahí que El Hobbit es la primera novela que puedes terminar de leer en menos tiempo que ver las películas)? Así que dejando de lado estos prejuicios, ¿ha valido la pena emprender este viaje?
Bilbo Bolsón se enfrenta a la batalla final. Fuente. |
La Guerra por la Montaña Solitaria
Un viaje inesperado fue una película con ciertas arritmias, pero disfrutable; La desolación de Smaug fue una película con algunos errores, pero que en líneas generales se resolvía satisfactoriamente gracias a la aparición del maléfico dragón al que le da vida Benedict Cumberbatch (Sherlock) y que mejoraba su precedente. ¿Es La Batalla de los Cinco Ejércitos la conclusión que aguardábamos? El que firma intentará responder... Tres, dos, uno, ¡acción! Eso se escucha siempre en un rodaje y en La Batalla de los Cinco Ejércitos tuvo que repetirse muchas veces, porque desde el minuto uno tenemos el ataque del temible dragón Smaug (Benedict Cumberbatch, imponente con una sola frase y gracias su transformación en dragón por obra del CGI y también su interpretación con la captura de movimiento), un contraataque brutal sobre la Ciudad Lago, continuando donde nos dejó La Desolación de Smaug hace un año.
Peter Jackson y su equipo alargan esta escena de acción para intentar hacerla más impresionante y mantener una mayor tensión (y lo logran); no obstante, la misión de las películas fue extender un libro hasta ocupar tres partes, buscando desarrollar a personajes como Bardo, El Rey Elfo o algunos de los enanos que en la obra original ocupaban breves líneas. Y pese a que se haya tachado a Jackson de pesetero (cabría ver lo tenue que será la versión que haga algún aficionado-que lo hará- de esta trilogía al montarla como una sola película), muchas personas se quejan de los pocos minutos del dragón en esta tercera película (aunque tiene un papel mayor que en la novela, donde se iba directamente al grano por decirlo de una forma vulgar).
El arranque de La Batalla de los Cinco Ejércitos es potente y nos conduce de cabeza a la lucha que da nombre a este cierre y que se recompone a partir de algunos minutos de suspense (qué hará Bilbo con la Piedra del Arca) y lucha sin cuartel contra un viejo enemigo (el ataque del Concilio Blanco a Dol Guldur, donde Saruman, Galadriel y Elrond se enfrentan a los Espectros del Anillo). Desde ahí tenemos a elfos, humanos y enanos destinados a enfrentarse a orcos (y trasgos, trolls, murciélagos, huargos y Devoradores de Tierra, el Cinco no es del todo exacto a menos que lo entendamos como un solo ejército por su maligno propósito), pese a que la ayuda de las Águilas puede que no sea suficiente… Si alguien espera ver el salvajismo de La Batalla del Abismo de Helm de Las Dos Torres o la épica ingente de La Batalla de los Campos del Pelennor de El Retorno del Rey, que quede claro que el problema de la trilogía de El Hobbit con su público es que muchas veces este decide comparar con la anterior, como ya comenté.
Los guionistas Peter Jackson, Philippa Boyens y Fran Walsh se centran en personajes como Thorin más que en la propia guerra (más de cuarenta minutos, por cierto) que tiene lugar ante ellos, dejando algunas escenas espectaculares, sí, pero centrándose ante todo en un duelo artúrico sobre una capa de hielo que cierra este drama fantástico de la manera que ya conocemos los lectores de la obra de Tolkien, y que nos entrega algunos de los momentos más trágicos del film con la despedida de varios de los personajes que hemos disfrutado en esta trilogía. Todo esto ejecutado por Peter Jackson, que regresó a la Tierra Media bajo el riesgo de las comparaciones odiosas. Se ocupó del timón de la obra cuando, recordemos, Guillermo del Toro decidió abandonarla (el ADN del director de El Laberinto del Fauno sigue presente en la ambientación de espacios como el reino de los trasgos de Un viaje inesperado). Si bien Peter Jackson solo trajo la innovación formal con el tema de 3D y menos en cuanto a la dirección, el neozelandés recogió parte del espíritu de El Señor de los Anillos para su trilogía de El Hobbit, aunque olvidando quizás cierta sutilidad (hacer hincapié a veces demasiado en lo evidente, por ejemplo, con un flashback algo innecesario para parte de los espectadores).
Arriesgándose a ese público que ya ha envejecido y que busca la crítica ante todo (algo parecido a lo que le pasó a George Lucas al decidir hacer las precuelas de Star Wars), Peter Jackson dirige bien, por ejemplo con los silencios, siendo esta tercera parte una en la que más escenas se narran sin que intervenga una palabra.
Por último, sobre el tema de la dirección, ¿hay otro director capaz de hacer una saga como la que ha hecho este hombre, consiguiendo conectar con su público y recibiendo numerosos elogios y premios con el mismo aplome? Un servidor lo duda. Y es que cabe incidir en que La Batalla de los Cinco Ejércitos parece una cinta incluso diferente en algunos aspectos formales como la duración: es la película más rápida de la saga. No hay momento para el aburrimiento en el film (dos horas y media, el más corto de todos los films de Jackson sobre Tolkien). Se busca ante todo el avance y la velocidad en un montaje que rompe con la calma de películas como Un viaje inesperado. Este no cesar de escenas nos conduce a que parezca que faltan minutos para personajes tan emblemáticos como Gandalf el Gris, aunque se note menos el error más importante de la trilogía y es olvidarse de que se titula El Hobbit y, en ocasiones, se deja de lado a Bilbo para centrarse en otros personajes cuando lo importante es él, el corazón de esta historia. Pero aún así, el espectador lo pasa bien con lo que no olvidemos que es una despedida.
La banda sonora de Howard Shore es uno de los mejores puntos de la película. Fuente. |
Vida y muerte en la Tierra Media
Los actores cumplen en sus respectivos papeles, sobresaliendo varios, sobre todo un Thorin caído en desgracia al que Richard Armitage consigue llenar del aura épica de un heredero como Aragorn, sin olvidar la desdicha de la locura por la codicia que embarga a personajes como Boromir o el propio Bilbo en la trilogía original. Armitage es uno de los grandes descubrimientos de esta trilogía, como lo ha sido Martin Freeman para el gran público pese a ser archiconocido por su papel de Watson en la serie Sherlock o de Arthur Dent en películas como Guía del Autoestopista Galáctico, y del cual no me canso de decir que es el actor más adecuado para interpretar al joven Bilbo Bolsón.
Otro de los grandes protagonistas de la saga, Gandalf (Ian McKellen, como no podía ser de otra forma), queda en un segundo aunque vital plano para organizar a todos los peones de esta guerra e intentar evitar que Sauron regrese a la Tierra Media.
Sobre la compañía de Thorin, casi todos quedan atrás salvando excepciones como Balin (Ken Stott), pero el film tropieza al centrarnos en Kili (Aidan Turner) y la trama del amor enano-elfa con Tauriel (Evangeline Lilly) que tanto metraje resta para otras tramas menos artificiales.
Resisten el bache personajes como Thranduil (Lee Pace, visto en la reciente Guardianes de la galaxia, ha conseguido a un personaje odioso y fascinante a partes iguales), Legolas (Orlando Bloom, con sus piruetas imposibles, y que sirve también de puente, además de añadirle algo de trasfondo y dejar abierta la puerta a la llegada de Aragorn en el futuro) o Bardo (Luke Evans, que consigue una mayor relevancia como héroe inesperado).
En cuanto al Concilio Blanco de Galadriel (Cate Blanchett, fascinante, aunque quizás se rinda demasiado tiempo a su faceta de Hechicera Blanca), Elrond (Hugo Weaving, siempre esperamos más minutos de este gran actor) y Saruman (Christopher Lee, uno de esos actores tan carismáticos que crean un símbolo propio) se queda para una escena que nos muestra como luchan estos personajes y como queda marcado su rumbo en el futuro de la Guerra del Anillo.
Peor parados salen personajes como Beorn (Mikael Persbrandt), del que esperábamos alguna escena que mostrase más su odio hacia los orcos que exterminaron a su especie, el rey enano Dáin (Billy Connolly) del que pedíamos más tras tanta espera, el Gobernador de Ciudad Lago (un Stephen Fry fuera de sus cabales) o Radagast (el excéntrico Sylvester McCoy), cuya presencia queda casi de forma testimonial aunque se le ponga como parte de la Batalla gracias a las Águilas (como indicaba, hubiera estado mejor cortar escenas del romance imposible o el inesperado “alivio cómico” que es esa rata pesada de Alfrid). Una alegría sobre la que escribir es ese hermoso cierre que nos une directamente a La comunidad del Anillo y con el que recuperamos al gran Ian Holm, que encarna al anciano y meditabundo Bilbo.
Una espectacular batalla... sin vida. Fuente. |
Sí, me sobran algunos momentos cómicos que no me hacen especial gracia, como los que rodean a la sabandija de Alfrid (insisto) con el que se incurre en uno de los “peros” de este cierre: dejar demasiadas bandas abiertas, demasiados destinos sin decidir claramente. Una de las principales quejas de cierto sector (entre el que no me hallo) con El Retorno del Rey fue que hubiesen numerosos finales que cansaron a algunos espectadores, los mismos que pueden darse por satisfechos con El Hobbit, ya que carecemos del final de personajes odiosos como Alfred (insisto de nuevo, vaya imbécil) o una despedida más llamativa para personajes como Bardo (futuro líder de su pueblo) o Radagast el Pardo. Puede que esto se arregle con la versión extendida que aparecerá en el futuro. Sin ir muy lejos, y lo vuelvo a decir (disculpen), hubiera sacrificado todo el metraje relacionado con Tauriel y Kili (sobra y mucho) a cambio de tener una despedida mejor para Bardo.
En cuanto a otro de los puntos fuertes de esta saga: la música, Howard Shore nos entrega una partitura digna de la Tierra Media, aunque no se acerca a los logros de El Señor de los Anillos, pero sí crea algunos dignos leitmotiv lejos de los manierismos de su obra. De ahí que haya canciones que merecen ser escuchadas una y otra vez, cosa a la que el talentoso compositor de la saga nos tiene acostumbrados. No dejar de llamar la atención sobre The Last Goodbye, la canción con la que Billy Boyd (Pippin Tuk en El Señor de los Anillos) dice, junto a todos los involucrados, adiós a este mundo fantástico.
Por su parte, Weta y el resto de compañías involucradas en la recreación de la Tierra Media cumplen una vez más, ya sea mediante el uso de los efectos especiales pasando por la ambientación de Nueva Zelanda (quizás menos usada en esta trilogía), el maquillaje, el vestuario, las armaduras y las armas, lo que consigue que la Tierra Media sea uno de los mundos de fantasía, irónicamente, más realistas que han existido en el cine. Eso sí, cada uno tiene sus preferencias en los diseños y si bien no me molesta especialmente el uso de jabalíes, cabras, renos o conejos como medio de transporte, sí hubiera preferido el uso más natural que aporta el maquillaje para personajes como Azog o Bolgo, pensados originalmente para estar hechos mediante prótesis y que se descartaron al final para crear versiones digitales de estos monstruosos padre e hijo que quizás queden lejos de villanos como el Uruk-hai luchador de La Comunidad del Anillo, al menos en cuanto a aspecto, que, quizás, no trasfondo (cuestión de gustos).
Y tras todo esto, como viajeros que hemos disfrutado de un viaje que ha durado más de una década, con sus momentos de gloria y sus leves traspiés, nos preguntamos: ¿volveremos a la Tierra Media? En el Mundo de los Remakes, Spin Off, Adaptaciones y Secuelas donde vivimos nunca se sabe. Ignoramos si algún día los herederos de Tolkien dejarán que El Silmarillion se convierta en toda una saga o se adapte algún capítulo como el de Los hijos de Húrin. Tampoco sabemos si en un alarde de inventiva, Warner presionará para seguir inventando en torno a Tolkien y exijan un spin off sobre las aventuras de Legolas y un joven Aragorn. No lo sabemos ni sé si queremos saberlo. Lo que un servidor no desconoce es que cada vez que desee entrar en el mundo de El Señor de los Anillos dispone de numerosos libros y ahora una saga de películas… Y lo más importante, sin duda, nuestra imaginación, esa a la que Tolkien le dio el poder de creer que hasta el más insignificante de nosotros puede cambiar el curso de la historia.
La Batalla de los Cinco Ejércitos concluyó la trilogía de El Hobbit, pero ¿valió la pena? Fuente. |
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