Crítica de EL INMORTAL HULK: O ambos, una pequeña lección de anatomía

 

El Inmortal Hulk comienza con una portada de Alex Ross donde retorna de entre los muertos. Fuente.

«En cada espejo hay dos personas. Está la que ves. Y luego está la otra»

Una de las claves de la inmortalidad es que conlleva un hastío vital que hace que todas las experiencias suenen a ya conocidas y todas las vidas parezcan un remake de otras; esto lo atisbamos en nuestras efímeras vidas, incluso como lectores, cuando llegamos a cierto punto en que notamos que una obra que nos está gustando mucho, bebe a su vez de otra. En su día, los lectores de cómics que empezamos con La Saga de la Cosa del Pantano de Alan Moore, Stephen Bissette y John Totleben asistimos a una reinvención del terror y la ciencia ficción de manos del guionista inglés que revolucionó al género; Moore modernizaba, pero tomaba elementos de los cómics del terror más clásicos, a los que le añadía las problemáticas del momento: contaminación, machismo, marginación, destrucción del medioambiente… Moore hizo lo que Stephen King y Clive Barker, entre otros autores, ya estaban haciendo en el panorama literario. No obstante, en esa época, para nosotros, lectores con almas cándidas, todo era nuevo y sorprendente. 

Ahora, que han pasado un par de décadas, nos damos cuenta de que muchos alucinan con El Inmortal Hulk como nosotros alucinamos con La Saga de la Cosa del Pantano, aunque me sorprende las escasas comparativas de ambas obras que he visto por ahí. Será que la crítica cómiquera se ha reducido a vídeos banales en YouTube sobre las peliculitas de turno y a un copia y pega basado en lo que dicen otros en las escritas.

Desde sus inicios, Hulk fue una obra que nos preguntaba si era un hombre o un monstruo... o ambos. Fuente.

Hulk: ¿superhéroe o monstruo?

En su origen, Hulk fue la reinvención del lado oscuro, de lo salvaje, de la licantropía, que se le ocurrió a Stan Lee y Jack Kirby a partir de la novela El doctor Jekyll y Mr. Hyde, una historia donde Robert Louis Stevenson hablaba de nuestra mitad oscura, de nuestra parte más perversa y que, desde un análisis posmoderno, muchos han visto al propio escritor tratando su drogodependencia. Esta poderosa historia encuentra ecos en las teorías de investigadores como Carl Jung, quien realizará una exploración de la personalidad humana y de aquello que ocultamos. 

¿Qué es el bien y el mal en nuestra personalidad? ¿Qué es en realidad nuestra personalidad? Pero, por supuesto, Marvel se encontraba en la época de la cuatricomía, los superhéroes, la ciencia ficción de serie B y el miedo a una guerra nuclear que traía a los viejos fantasmas de Hiroshima y Nagasaki. Al débil y atormentado Bruce Banner no lo convierte una poción, como al doctor Jekyll, sino una explosión gamma cuando intenta salvar a un amigo. Primero en un ser gris y luego verde, Banner se transformaría en Hulk de noche y la serie tomaría extraños caminos. Los primeros cómics de Hulk no parecen cómics de superhéroes porque no lo son. Sí, están anclados en el Universo Marvel, pero recorren el terror deudor de la ciencia ficción cinematográfica, que cualquier otra cuestión. 

Más tarde, se le convirtió en el saco de boxeo de Los Vengadores y un invitado sorpresa de multitud de series (y también daría el pistoletazo para otros personajes, como Wolverine), miembro de los Defensores y otros grupos, mientras diversos autores añadían capas, como fue el caso de Sal Buscema. Era difícil mantener al titán verde en un solo lugar.

Llegaría más tarde Peter David y decidió reinventar al personaje, dándole un complejo trasfondo que cualquiera con ciertos estudios de la psicología humana habría visto. No es insólito que David llegase a ver en Hulk mucho de sí mismo. Lástima lo que desanduvo Byrne a continuación, pero más allá de las visiones grotescamente degeneradas de Los Ultimates o volverlo loco y mandarlo a otro parte de la galaxia para que no molestase en la Civil War con Planeta Hulk, La Masa (como se le conoció originalmente en España) siempre ha sido un personaje interesante que no ha gozado del reconocimiento que se merecía, ni siquiera en otros formatos: si bien la serie televisiva rematada con telefilms de Bill Bixby y Lou Ferrigno fue un éxito sin precedentes, la película de 2003 de Ang Lee se estrelló por su mezcla de drama y superhéroe camp y, sobre la cinta de 2008, El Increíble Hulk, pese a los intentos de Marvel Studios, se quedó en un vago recuerdo; la evolución desde entonces de Hulk ha pasado desde cierta oscuridad hasta el colegueo de Thor Ragnarok para mutar (previa somanta de palos que le dio Thanos en Infinity War) al tipo inteligente de los cómics que vimos en Endgame. Por el camino, se entiende que Marvel Studios no apueste por una visión más oscura del personaje, quizá sí se pudiera en una teleserie, pero no parece que se vaya por ahí con la serie de She-Hulk (Hulka), que se está preparando con Tatiana Maslany de Orphan Black como protagonista.

Bruce Banner ha vuelto... Pero Hulk también. Fuente.

Un espejo roto

Para The Immortal Hulk, Al Ewing recoge toda la mitología del personaje, convirtiendo a su Bruce Banner en un mendigo en constante huida, que siempre acaba ayudando a quien lo necesite, como en la serie de los ’70, pero además toma bastantes elementos de todos los cómics del personaje (se comenta de la lectura que hizo de los más de setecientos números de Hulk; ya se sabe que uno de los males del cómic de superhéroes actual es que los guionistas pasan de las anteriores etapas). Al Ewing lo que hace a continuación es crear una obra ampliamente accesible, perfecta para todos aquellos que deseen comenzar a leer al Gigante Esmeralda, pero sin sacrificar su mitología, lo que hace que los que conocemos a Hulk desde hace décadas no sintamos que estamos ante un desconocido.

«Es hombre. Es monstruo. O es ambos», esa simple línea de la portada del primer número de Hulk sirve de base para la etapa que inicia Ewing. El principal cambio que ha dejado sin aliento a muchos lectores es el enfoque que hace de Hulk, centrado sobre todo en el punto de vista psicológico de Peter David, la extrañeza de los primeros números de Hulk y, por supuesto, el legado del terror con el que Alan Moore retomó a La Cosa del Pantano.  

Si Alan Moore arrancaba con Una lección de anatomía, donde se revelaba el auténtico origen del personaje y reinventaba lo que se daba por asumido,  Al Ewing comienza con un prólogo donde se nos confirma que Bruce Banner puede morir, pero no Hulk. Parte de la maldición gamma es la inmortalidad. Y con un Goliat Esmeralda inteligente y perverso, Banner se exilia por unos tétricos Estados Unidos donde buscará la expiación mediante su maldición; Banner ya no puede escapar del monstruo ni el monstruo de Banner, solo les queda convivir. 

El poder de Hulk se convierte entonces en una fuerza de la naturaleza conectada con la nueva mitología de la Puerta Verde, una mítica entrada a fuerzas desconocidas de nuestra dimensión y que puede recordar a una versión trastornada del Mundo Verde de La Cosa del Pantano. Si el Verde era la vida, la Puerta Verde representa todo lo contrario.

La serie empieza con O es ambos, que da nombre a este primer volumen, y donde se nos dan las claves de este nuevo Hulk. En el siguiente número, El fantasma andante, estamos ante un homenaje a las cartas de Nukeface de La Cosa del Pantano: extraños asesinatos y un ser marcado por los rayos gamma se cruzará con Hulk. A continuación, una historia cuyo mayor alarde está en como se cuenta: Un punto de vista juega con el clásico cómic de superhéroes, el estilo underground, los tebeos románticos y el terror para relatar a la periodista Jackie McGee (nueva versión del personaje de la serie televisiva) la reaparición de Hulk desde el punto de vista (de ahí el título) de un policía, el encargado de una tienda, una anciana que va a misa y un sacerdote atormentado. El volumen culmina con Hora de la Muerte y En todos los espejos, que, a priori, son los más convencionales por incluir una lucha entre Hulk y Sasquatch de los Alpha Flight (quien reaparece con un reflejo suyo en un cristal que nos evoca a Jason Woodrue de sí, otra vez más, Una lección de anatomía) y que retoma la historia del padre de Hulk que explorase Peter David y que nos deja con una sensación de haber visto una batalla de monstruos y no de superhéroes, un giro que se agradece.

Como vemos en el trabajo de Ross, El Inmortal Hulk tiene más de terror que de superhéroes. Fuente.

Es así cómo Hulk se transforma en un siniestro justiciero que se encontrará con monstruos por doquier, con criaturas terribles surgidas de la pesadilla a cada uno de sus pasos. Es en ese instante cuando la perspectiva de Ewing se salta las barreras del “para todos los públicos” para incluir muertes, asesinatos y violencia. Desgraciadamente, por ahora, Ewing no tiene el empaque en la narrativa de Moore, aunque se percibe un intento de alcanzar al maestro de Northampton, ya sea mediante la perspectiva, el uso de citas o el deseo de narrarnos algo nuevo con Hulk.

El mayor hándicap que encuentran algunos es la necesidad de leer el final del Hulk de la Segunda Guerra Civil de Marvel y, el más importante, que no es una serie típica de Marvel. ¿Y? Tenemos varias etapas donde sí. Y, seamos honestos, Hulk nunca ha sido el personaje más vendido, por mucho que veamos a los críos con los puños verdes de gomaespuma de Hulk en las fiestas de disfraces de marras. Cuando explotó la bomba gamma, las trizas alcanzaron a muchos que se han transformado en criaturas de la noche y Hulk deberá encontrarlas. Esto hace que el enfoque me resulte atractivo.

No olvidemos la alargada sombra de La Cosa del Pantano y los cómics clásicos de terror en El Inmortal Hulk. Fuente.

¿El mejor Hulk?

Sobre el apartado gráfico, las portadas de Alex Ross se han convertido en un fetiche de todos los fans de Hulk: aportan una visión realista y, a la vez, misteriosamente fantasmagórica a estas oscuras historias del Hulk de Ewing. En cuanto al interior, Joe Bennet da un dibujo marcado por la visceralidad de la historia, donde Hulk ha tomado un aspecto que recuerda al realizado por Kirby, con una cabeza cuadrada digna de Karloff.

Muchos ya han dado un paso al frente y dicen que El Immortal Hulk es el mejor cómic de superhéroes que se está publicando. No. No es un cómic de superhéroes. Tampoco creo que sea el mejor cómic a secas (sí uno de los mejores). Es, eso sí, el mejor cómic que se ha publicado de Hulk en décadas y todo un homenaje a esas historias oscuras que reinventaron a muchos personajes clásicos que se habían perdido. Y es solo un comienzo que, como al propio Hulk, no sabemos adónde nos llevará. Pero seguro que merecerá la pena.

Al principio, nos preguntábamos si Hulk era un superhéroe o un monstruo. En El Inmortal Hulk estamos más cerca de lo segundo, pero la respuesta la tenemos en el propio nombre del tomo, en la frase del primer cómic: O es ambos.

Nadie puede con Hulk... Ni siquiera la muerte. Fuente.

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