Tiburón y la ola (de una pandemia)

 

Tiburón resuena todavía... y no solo por la música de Williams. Fuente.

No suelo hablar de política ni de cuestiones así en el blog y en esta columna tampoco lo voy a hacer. Es más, intentaré ni siquiera juzgar la situación sino exponer un pensamiento que me vino a la cabeza hace poco, mientras veía una película. Si alguien quiere polemizar sobre esto, pues me alegro, que cada uno puede hacer con su tiempo lo que le salga de las narices.

¿Recuerdas cuando en Tiburón (Jaws) el alcalde y los empresarios no quieren cerrar la playa porque estropearán la temporada turística? En ocasiones, siento que eso es lo que ocurre en España con el tema del COVID-19.

Mientras veía la película de Steven Spielberg, cada vez que aparecía el jefe Brody discutiendo con los mandamases, pensaba en todos esos ecos que nos rodean. La pandemia ha cambiado muchas cosas, incluso nuestra visión del cine e incluso películas que tienen décadas a sus espaldas guardan moralejas aplicables hoy.

Mientras uno contempla el fantástico montaje de la escena donde Brody está en la playa con sus críos y la mayoría del pueblo, uno no puede evitar pensar que esas olas literales podrían ser restos de esas olas pandémicas que nos han asolado en los últimos meses. 

Otro apunte: de repente, todo aquello que parece ficción tiene un cúmulo de posibilidad que no tenía antes. Ahora, cuando veo La niebla, por ejemplo, ya no me parece una película (o un relato largo) tan “imposible” de que ocurra (¿una niebla con seres de otra dimensión que se cargan a la gente? Podría pasar) o cuando me topo con la serie de El colapso parece que está hecha adrede, como si toda la ficción nos advirtiese de lo que estaba por pasar, como si fuera una especie de advertencia. O quizá sean símbolos, motivos o temas que estaban por ahí y, ahora, como fruto de la pareidolia, veamos los patrones. 

La ficción nos da ecos de nuestra realidad... incluso con Tiburón. Fuente.

Hablan de que vienen muchos a España porque nuestro país ni siquiera es la barra de Europa, sino la plaza de botellón mundial, mientras se justifica que es un turismo de museos (es tan risible esto que no nos faltan los memes). Poco nos fijamos en los que son de aquí y siguen haciendo lo que quieren mientras otros nos sentimos cada vez más hundidos por cumplir siempre con normas que, a menudo, parecen arbitrarias y no lo hacemos por multas, sino por cumplir con nuestro deber cívico, proteger a la gente que nos rodea y a nosotros mismos. Y no creo que todo este caos ocurra solo aquí, pienso que en varios países, el capitalismo se apunta en esa cuestión de es mejor morirse de una enfermedad como el COVID que morirse de hambre. Es comprensible, es lo que hay.

En ocasiones, mientras veo la aleta del COVID salir de las olas me dan ganas de que John Williams suba la música y haya un jefe Brody que nos saque de esta, pero tal y como están las cosas, el tiburón no pasará hambre. La realidad siempre es peor que la ficción.

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