Portada de El día antes de la revolución de Ursula K. Le Guin. Fuente |
En el pasado, una mujer cambió el mundo y ayudó a concebir una realidad basada en el anarquismo. Ahora, esta mujer comprende que el paso del tiempo, la memoria y la añoranza son amenazas reales para sí misma, en el que puede ser su último saludo ante el respetable desde el escenario del (fin del) mundo. Ese es el argumento de El día antes de la revolución, un pequeño e introspectivo relato de Ursula K. Le Guin que ha sido extraído de su bibliografía para convertirlo en un libro de tapa dura e ilustraciones, similar a lo que otras editoriales como Libros del Zorro Rojo están haciendo con Haruki Murakami.
Hace poco, vi el documental Los mundos de Ursula K. Le Guin, recomendable para cualquier aficionado o no a la literatura de esta artista, y me permitió indagar más en su filosofía y en su creación artística. Su posición vital como una anarquista optimista se trasladó a muchos de sus libros. Ella misma reconoció la importancia de su aprendizaje y cómo plasmar su vida y pensamiento en su obra, llegando a lamentar la perspectiva masculina de su primera trilogía de Terramar para después, en la siguiente, adoptar la visión de una escritora comprometida. Todo este asunto es trasladable a El día antes de la revolución.
Los últimos días de Odo
Quien busque un panfleto anarquista, no está ante su obra perfecta. Es más, el anarquismo queda más bien como una especie de trasfondo. En Los desposeídos, Odo es un personaje casi legendario que creó su sociedad anarquista. En este relato, se cuentan los últimos días de Odo desde el pensamiento taoísta de Le Guin. Es un interesante relato que nos habla del ocaso de una vida a través de sus páginas. En ellas se aglutinan sentimientos, perspectivas y una visión del mundo conciliadora con los demás, cruel con uno mismo. Aunque no es necesario haber leído las otras obras de la autora con las que conecta, creo que mi opinión y mi valoración de la obra hubiera sido más rica, así que espero leerme Los desposeídos y cambiar mi valoración llegado el momento.
Alguien dijo una vez que los revolucionarios son necesarios el día de la revolución, pero que, cuando se instaura un nuevo mundo, ya no son necesarios y deben, incluso, ser ejecutados antes de que empiecen de nuevo los problemas. En El día antes de la revolución se habla de cómo esa revolucionaria ha envejecido y se ha convertido en un mito, mientras ella misma completa lo que los demás piensan de ella. No es una heroína, la prisión no la convirtió en un ser legendario, tiene sus heridas y las oculta. Laia Odo concibió a los desposeídos, ahora es consciente de cómo sus últimos días empiezan a poseerla a ella. Y eso es cruel… e inevitable.
La edición de Nórdica cuenta con multitud de ilustraciones con un trazo como el de esta imagen. Fuente. |
Cuando la revolución nos devore
Le Guin era una escritora inteligente. En su juventud y en su madurez, era una eterna revolucionaria. Muchos, en los últimos días de la escritora, se dejaron llevar por su aspecto cándido, como aquellos que le dieron cierto premio y a los que puso de vuelta y media en su discurso; no obstante, Le Guin siempre fue sabia, brava y valiente. Sus novelas de Terramar demostraron que otro tipo de fantasía era posible y que no era tan extraño mandar a tu protagonista a una escuela de magia mucho antes que un chaval con gafas y la cabeza cortada lo hiciera. En sus novelas de ciencia ficción nos dejó atisbar otros mundos y, lejos de la más banal space opera de las pistolas láser, reflexionó sobre nuestra sociedad, sobre su visión del mundo y cómo lograr otra realidad. No es de extrañar que Los que se alejan de Omelas sea uno de esos relatos que puede ser trabajado como un cuento, una fábula o un dilema moral. Estamos ante una escritora legendaria, tal y como reconoció Neil Gaiman, y cuando la leemos, aunque sea en los relatos más cortos, debemos darle la razón.
La edición de Nórdica es estupenda (tapa dura, papel grueso, buena tipografía...), aunque las ilustraciones de Ballester, jugando constantemente con la política real, me han sacado de la ficción planteada por Ursula K. Le Guin. Ella era una autora que pensaba que el anarquismo era un sistema vital ideal; no ese basado en el terrorismo o el caos, sino el que convierte al ser humano en una comunidad pacífica y hasta utópica. No necesito ver a Odo convertida en una especie de Ursula K. Le Guin ni quiero ver a Karl Marx dándose un garbeo en las ilustraciones. No quiero una visión política tan manida. El relato no va tanto de eso, sino sobre la vejez, sobre dar una voz real a un personaje que ha sido excesivamente mitificado por los otros.
En definitiva, el final de El día antes de la revolución es similar al desenlace de la película El irlandés: los últimos días de un personaje que ha cambiado su mundo, pero sin meterle relleno como Scorsese y centrándose en la magia de la prosa de Le Guin, así que mejor.
Los personajes de El día antes de la revolución son retratados por Ballester con imágenes fácilmente reconocibles. Fuente, |
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