Crítica de Juego de Tronos (cuarta temporada), el invierno se acerca


La cuarta temporada marcó el ecuador de la serie Juego de tronos. Fuente.

La cuarta temporada de Juego de tronos supuso, sin que lo supiésemos en ese momento, la mitad de la serie que duraría ocho temporadas. No obstante, sí éramos conscientes de que era la etapa que daba pie a la desvinculación en muchas tramas y subtramas en relación a las novelas. Junto a la tercera temporada, al adaptar Tormenta de espadas, una de las mejores novelas, quedaba claro que con la cuarta tendríamos una conclusión interesante de varias subtramas y la apertura de un nuevo horizonte en la serie creada por D. B. Weiss y David Benioff. Eso se percibe desde el primer minuto de esta tanda de episodios, cuando vemos a Tywin fundiendo la espada de su enemigo para forjar su propio legado, ahí comprendemos cómo la amenaza del patriarca de los Lannister se convierte en una cruel declaración de intenciones que marcará el devenir de una saga marcada por las relaciones problemáticas entre el poder y la libertad, la venganza y el destino fatal, y los enfrentamientos entre padres e hijos, entre pasado y futuro. La rueda ha comenzado a girar y aplastará a todos, incluso los que intenten destruirla.

 

Camino a la desolación

En esta temporada, fuimos espectadores del último capítulo escrito por George R. R. Martin, que decidió centrarse en la escritura del cierre de su saga de novelas. Como siempre, se reserva uno de los episodios más importantes al narrar los hechos de la Boda Púrpura: el Rey Joffrey muere envenenado y Tyrion es culpado del crimen. Antes de ser juzgada, Sansa huye gracias al trágico caballero borracho convertido en bufón Dontos y acaba a merced de Meñique, quien buscará convertirla en una manipuladora (como él mismo) y llevarla hasta el Nido de Águilas, donde su tía Lysa, pronto caerá bajo el influjo de los celos al percibir cómo Meñique está prendado de su sobrina; pero Petyr asesinará a Lysa con tal de mantener a Sansa a su merced, convirtiéndola a su causa. En esta subtrama, además, descubrimos que Petyr fue quien comenzó el juego de tronos, cuando estuvo tras el complot que acabó con Jon Arryn, la Mano del Rey que precedió a lord Eddard Stark, como vimos en la primera temporada. Una revelación muy importante que no ocupó demasiadas líneas en la crítica del público hacia la temporada.

El camino de Sansa la lleva a tener que aprender y convertirse en otro personaje, uno más fuerte si cabe, si desea sobrevivir en Poniente. Fuente.

De nuevo en Desembarco del Rey, Tyrion protagonizará una de las mejores escenas de la serie durante el juicio donde es declarado culpable y se exige su ejecución tras ser traicionado por la persona que más quería; ni siquiera el gran Oberyn podrá salvarlo del juicio por combate cuando se enfrente al defensor de Cersei, la Montaña; tendrán que ser Varys y Jaime los que ayuden a escapar a Tyrion, pero este, antes, descubre la traición de Shae (quien cambia de bando) y el enano acaba asesinando a su padre en una letrina. Siempre se ha acusado a la serie de recordar a un culebrón y aquí lo hace más si cabe, haciéndonos pensar incluso en un procedimental sobre juicios..., pero en una edad media de corte fantástico. La trama del enfrentamiento entre Tywin y su hijo Tyrion culmina tras cuatro temporadas con un drama. El mediohombre "mató" a su madre al nacer, y mató a su padre al morir él mismo, al menos como el viejo Tyrion.

Charles Dance interpretó a uno de los mejores personajes de la serie: Tywin. Fuente.

Por su parte, Cersei se entrega a lo más oscuro de sí misma, incluso cuando ha recuperado un Jaime que ya no es el que partió de Desembarco del Rey: aparte de haber perdido la mano, su viaje con Brienne ha supuesto un viaje también hacia sí mismo, algo que Cersei no está dispuesta a admitir. Cersei busca acaparar todo el poder, incluso cuando su hijo Tommen ocupe el trono, pero sabe que Margaery quiere hacerse con su hijo para hacerse con el trono y dejarla a ella fuera de juego.

Los Lannister se reúnen, pero las cosas ya no son como antes. Fuente.

Un golpe tras otro, en esta trama de Desembarco del Rey, Juego de tronos demostraba sus giros, incluso cuando jugaba a ser una telenovela, y tendía nuevas posibilidades, como quién envenenó realmente al rey y si el propio Tywin lo sabía y permitió que ocurriese para tener a su merced a un rey mucho más influenciable como era el caso de Tommen. Además, la tensión estaba en cada capítulo, culminando en el trágico final de uno de los personajes que no esperabas que terminase como terminó: Oberyn, aquel que deseaba vengarse de la Montaña, quien mató a los sobrinos de Oberyn cuando eran solo unos bebés y violó y asesinó a la madre de estos, Ellia, la hermana de Oberyn y esposa de Rhaegar; todo ello, bajo el mandato de Tywin Lannister (en otra historia, hubiésemos esperado que el hombre que deseaba vengarse lograse lo que deseaba, pero Juego de tronos simulaba ser como la vida real: cruel e inesperada).

Oberyn contra la Montaña, uno de los momentos más espeluznantes de la serie. Fuente.

Mientras, como comentábamos antes, siguiendo los consejos de su abuela, la reina viuda Margaery comenzará a buscar el poder acercándose al nuevo soberano, el joven y manipulable Tommen, hermano pequeño de Joffrey. Dicha unión no será bien vista por una Cersei que adelanta varias de las líneas argumentales de las siguientes temporadas.

Un ejemplo de construcción de personajes y de insólita relación es la que mantienen Arya y el Perro. Para mí, los dos son de lo mejor de toda la serie. Ambos se influyen, tienen grandes instantes casi filosóficos o de un marcado humor negro. Finalmente, se cruzan en el camino de Brienne de Tarth y su nuevo escudero Podrick, luchando el Perro y la guerrera en una encarnizada batalla antes de que Arya continúe su camino como asesina, emprendiendo el camino a Braavos.

Como ya vimos en temporadas anteriores, Bran debe decir adiós a sus seres queridos y aceptar su destino junto al Cuervo de Tres Ojos. La subtrama aprovechará la imposibilidad de unirse a Jon y los ataques de los sublevados, Locke y compañía a Bran, para demostrar su poder como cambiapieles, incluso cuando los muertos atacan y acaban con Jojen, justo cuando su destino está más próximo. Pese a que en la sexta temporada se cambian varios aspectos visuales de los Niños del Bosque y el propio Cuervo, la serie dejará a Bran de lado para intentar mantener cierto misterio en cuanto al crecimiento de su poder. Visto el final de la serie, ¿fue inteligente dejarlo de lado en la quinta temporada?

Vinculado a Locke, tenemos a Roose Bolton, quien hará pagar a su hijo por la tortura sometida a Theon. Ramsay Nieve deberá tomar una posición enemiga y asegurar el legado de la casa de su padre, cuestión que consigue gracias a la dominación a la que ha sometido a Hediondo, quien antaño fue Theon y que ha sido tan doblegado que es capaz de traicionar a su hermana, que ha intentado liberarlo. Esta parte de la historia culmina con el cruel Ramsay convirtiéndose en Ramsay Bolton, legítimo heredero del Guardián en el Norte. Puede que Iwan Rheon esté un poco sobreactuado como el psicópata, pero se entiende que la serie buscaba un villano todavía más repulsivo que otros presentados hasta el momento.

Antes del estallido de la guerra contra los salvajes, Sam querrá proteger a Gilly y su hijo, sin saber que correrán peligro ante el avance de los salvajes caníbales, los thennitas, y el grupo de Tormund, Ygritte y el resto de los incursores. Por su parte, pese a los intentos de Allister Thorne de acabar con él, Jon irá ganando aliados tras que parta a acabar con los sublevados de Karl Tanner que han tomado el Torreón Craster y quienes podrían revelar sus debilidades a los salvajes. El arco del Muro concluye con la gran batalla entre los salvajes y la Guardia de la Noche, donde decimos adiós a varios personajes queridos, entre ellos Ygritte, que muere en los brazos de Jon, quien comprenderá su papel dentro de la guerra que está por venir y decidirá, al saber que la victoria es pírrica, ir en busca del único que puede acabar con la guerra, Mace Ryder. Justo cuando todo parece perdido, la aparición de las huestes de Stannis Baratheon (quien obedece los designios del Señor de la Luz) cambiarán el rumbo de la contienda y hará que Jon comprenda que la futura guerra no será por los Siete Reinos, sino por la propia vida, al hacer frente a los muertos.

Jon Nieve en la batalla del Castillo Negro. Fuente.

Decía George R. R. Martin que siempre se preguntó cómo Aragorn fue capaz de gobernar Gondor tras la Guerra contra Sauron. ¿Se enfrentó a conspiraciones? ¿Sus súbditos siempre le apoyaron? ¿Perdonó a los orcos? Aunque se comenta que Tolkien pensó en una obra que relatase la caída en desgracia de los gobernantes de Gondor, el escritor dejó de lado esos planes al considerarlos demasiado oscuros... Estas diatribas sobre el gobierno serían abordados con la subtrama de Daenerys, quien, tras liberar varias ciudades esclavistas, decide renegar de los dragones y su deseo de tomar los Siete Reinos y convertirse en gobernante de Meereen. Aparte de exiliar a Jorah tras enterarse de su traición, la Madre de Dragones se enfrenta al “día después” tras sus radicales decisiones. Eso lo vemos cuando encierra a dos de sus hijos dragones en las mazmorras, el tercero (Drogon) le da de lado y ella busca aceptar el nuevo horizonte que se dibuja ante ella.

Daenerys se enfrentará a las sombras que encierra el gobierno. Fuente.

La mitad de la serie

Cuando la cuarta temporada de Juego de tronos llegó a nuestras pantallas, la serie ya se había convertido en un fenómeno. Pese a ciertos detractores, la serie se había convertido en un fenómeno seguido cada semana por millones de espectadores por todo el mundo. La fantasía ya no era solo para un grupo minoritario del público, lo era para todos, gracias a sus mezclas de intrigas, traiciones y venganza.

Sabiéndose importante, a la serie no le costó contar con más presupuesto. La espectacularidad continuaba vigente (véase la batalla del Muro), a costa de sacrificar un poco de profundidad; una simple muesca aquí, pero que en las dos últimas temporadas se convertiría en una herida fatal. No obstante, aquí continúa notándose la pluma de George R. R. Martin y el mundo creado en Canción de hielo y fuego, pese a las considerables diferencias trazadas a lo largo de las temporadas.

La escena del juicio de Tyrion demuestra todo el talento interpretativo de Dinklage. Fuente.

El reparto que ya conocíamos vuelve a deslumbrar, aunque puede que el fulgor de algunos como Emilia Clarke o Kit Harington empezase a menguar en algunos momentos. No obstante, los Lannister cuentan siempre con el mejor reparto. Es una lástima despedirnos de un Charles Dance que imponía con una sola mirada al dar vida a Tywin, pero es Peter Dinklage quien gana enteros durante una temporada donde demuestra lo trágico y oscuro de su personaje, sobre todo en la fantástica escena del juicio o en su encuentro con Oberyn. Es en instantes como esos donde Tyrion volvía a alcanzar su hegemonía como uno de los personajes más interesantes, lástima que luego perdiese fuelle en las siguientes temporadas, sobre todo en la final, donde el hombre más inteligente acababa refugiando a los inocentes en una cripta... mientras un ejército capaz de levantar a los muertos asediaba Invernalia (ay).

Es interesante volver a ver la cuarta temporada y contemplar cómo el reparto creció con tanta calidad, como vemos con el carismático Pedro Pascal (que tras esta experiencia, aprendería a casi siempre llevar el casco y la lanza en The Mandalorian), Indira Varma como la misteriosa Ellaria Arena y el siempre genial Mark Gatiss como Tycho Nestoris, del Banco de Hierro. También tendríamos tres “recastings”: Michiel Huisman sustituiría a Ed Skrein como Naharis, Dean-Charles Champan sería Tommen (el actor, curiosamete, ya había sido Martyn Lannister) y el amenazador Hafbór Júlíus Björnsson sería, a partir de aquí, la Montaña.

Oberyn se convertiría en uno de los personajes más interesantes -y trágicos- de esta temporada. Pedro Pascal lograría la popularidad que le llevaría a protagonizar Narcos o The Mandalorian. Fuente.

A partir de aquí, la quinta temporada se propuso adaptar Danza de dragones y adelantar al propio George R. R. Martin. Para ello, los creadores decidieron dejar de expandir tramas como hacía la novela y emprender el camino al final; había ya tantos personajes con su propia subtrama que, en realidad, ocupaban muy poco espacio cada temporada (si se cogía toda una subtrama como la de Arya a lo largo de la temporada, ¿cuánto podía durar? ¿Media hora a lo sumo? ¿Se podría seguir haciendo esto sin perder el foco dramático?). Pese a que se pueden llegar a criticar muchísimas de las decisiones de los creadores de la serie a la hora de adaptar los libros (poco se hablan de sus aciertos, como darle rostro a Olly), uno de sus aspectos más comprensibles es cómo la serie se expandía sin parar hasta que muchas subtramas apenas tenían unos minutos por capítulo, ¿se podría haber hecho lo mismo con la multitud de personajes que surgen a partir del cuarto y quinto libro? Por ello, es recomendable leer el making of de la serie: Todos los hombres deben morir.

Stannis se convertirá en una pieza clave del final de temporada. Fuente.

La música de Ramin Djawadi vuelve a dejarnos en esta temporada con un par de buenos temas. Además de evoluciones de temas ya conocidos como las lluvias de Castamere, el compositor da su propio tema a los salvajes, a Meereen y, por supuesto, a la conclusión de tantas tramas con esa Arya que emprende un nuevo viaje y da final a parte de su largo periplo en busca de Poniente (un final que cobra ecos con el último episodio de la serie).

La cuarta temporada culmina varias de las líneas presentadas a lo largo de las temporadas anteriores, convirtiendo la quinta casi en una especie de epílogo y, a su vez, nuevo comienzo de lo que quedaba de la propia serie (que no de los libros). Vista a distancia, junto a la tercera, detectamos como el ritmo de estos episodios hicieron que la velocidad de los últimos resultase cada vez más chirriante. Una lástima que se perdiese cierta profundidad que poseía la primera temporada gracias a los extensos diálogos de los personajes y, pese a todo, la emoción seguía en cada episodio y en cada nueva subtrama. Al fin y al cabo, todos los hombres deben morir... y las series también.

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