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En los últimos años se ha puesto de moda meterse con Tolkien, pero ¿qué significa todo este movimiento? Fuente: Pixabay.
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“Mata a tus ídolos”. Ese es un lema que conduce, a veces, a encontrarse a sí mismo o crear una imagen propia de ser destructivo que puede llegar a gustar a los demás. Al fin y al cabo, si te aplicas el cuento para siempre (mucho más de lo que trabajas), nunca serás el ídolo que destruir de nadie por mucho que quieras subirte al escalafón a base de tirar al viejo dios.
Los auténticos ídolos alcanzan sus tronos sin tener que dar golpes de estados, salvo que seas Zeus y no, no lo eres. “Mata a tus dioses”, piensas divertido. No lo es. En la literatura, te sueles encontrar a veces con algunos de estos liantes con ansias de estrellas de rock que sienten que deben insultar y destruir todo lo anterior. ¿Recuerdan cuando Nabokov destruyó El Quijote? Los escritores solemos cometer este tipo de estupideces.
Como decía esta hace algún tiempo en otros lares, cada vez me resulta más risible ese tipo de escritor fantástico que, siguiendo los postulados actuales de cinismo, debe criticar la visión moral de J.R.R. Tolkien y su obra, hablando de “maniqueísmo” y olvidando la importancia que tiene el autor y sus ideas en la creación. Catalogar a Tolkien de alguien falto de complejidad en la creación de un mundo como el de El Señor de los Anillos chirría bastante para los que conocemos su obra.
¿El mayor problema de estas hienas? Que no terminan de entender la Tierra Media del profesor Tolkien. Acaso, por ejemplo, ¿Frodo no reniega de arrojar el Anillo en el último momento? ¿Eso no es un tono de gris inaceptable en el blanco y negro que le intentan adjudicar esos escritores tan populares? Frodo no es perfecto, renuncia tras tanto drama a destruir el Anillo y es el hecho de no matar a Gollum y contar con Sam lo que propicia el destino final de la obra. Frodo falla, Frodo es humano. Ahí hay gris, no solo blanco y negro.
“Aquellos que hallan en falta a Tolkien en el
problema del mal suelen ser los mismos que tienen una respuesta para el
problema del mal. Él no la tenía. Porque ¿qué clase de respuesta es arrojar un
anillo mágico a un volcán imaginario? Ningún ideólogo, ni siquiera los
religiosos, quedará satisfecho con Tolkien, a menos que lidie con él
malinterpretándolo. Pues, como todos los grandes artistas, Tolkien escapa
a la ideología porque es demasiado rápido para sus redes, demasiado complejo
para sus simplicidades grandilocuentes, demasiado fantástico para su
racionalidad, demasiado real para sus generalizaciones. No podrán etiquetarlo y
meterlo en un tarro de encurtidos, como tampoco podrá con Beowulf,
la Edda antigua o la Odisea”-
Ursula K. Le Guin en El ojo vigilante, ensayo incluido en El
idioma de la noche.
Si seguimos con los “argumentos” que farfullan que Tolkien solo hablaba de lo perfecto y maniqueo, Frodo no hubiera sido un hobbit, sino un guerrero que hubiera matado a Gollum y hubiese marchado al Monte del Destino sin problemas ni dilemas, sin afrontar la tentación del Anillo, sin ser herido en la Cima de los Vientos, sin ser capturado por los orcos tras los Túneles de Ella Laraña, sin marcharse a los Puertos Grises como consecuencia de sus errores.
¿Dónde está el blanco y negro ahí? Ah, sí, en unos escritores “realistas” del género fantástico que deciden insultar a un ídolo que reformuló un género y se convirtió en uno de sus mayores creadores.
¿Por qué estos autores que se criaron bajo la sombra de Tolkien deciden criticarle? Para sentirse más contentos, seguir la corriente cínica actual (en los cómics, más similar a los malos tebeos ´90 que a una joya como Watchmen, ya que hablamos de “realismo vs. idealización”) y no acabar sus obras (harán mil firmas de libros, pondrán mil estados en las redes sociales… pero sus obras no se escriben). Para lo que sí tienen tiempo es para caer en prejuicios como que Tolkien era maniqueo. Cuando estos autores “modernos” consigan que sus libros (con su “realismo”, sus capítulos superfluos, sagas interminables, continuos retrasos, trilogías no terminadas…) sigan siendo leídos y estudiados sesenta años después hablaremos.
Regresamos no obstante a esa actitud de “kill your idols”. De la misma manera que le decía a un compañero juntaletras, puede ser muy divertida esa forma de ser, pero no es esas “cualidades” de la que tiene que fardar un escritor todo el día. ¿Por qué? En primer lugar, porque queda como un prepotente: “A mí no me gustaba el blanco y negro moral de Tolkien. En la vida real el mal no existe, por eso pongo sexo, palabrotas y capítulos superfluos. Por eso mi obra es más actual y distinta”. Y emplea los adjetivos “actual” y “distinta” como si fueran, de por sí, buenos. Una obra puede ser actual y distinta, pero también una completa basura.
Para mí, cuando alguien es artista y crítico se crea una curiosa relación, que puede convertir al sujeto en un idiota con una facilidad digna de ser aplaudida. Se podría hablar de todo esto de una manera radical: el artista crea, el crítico critica. No obstante, yo mismo me considero escritor y crítico (aunque quizás soy más bien alguien que analiza, siguiendo lo que aprendí sobre el estudio de obras en Historia del Arte y Periodismo).
Por tanto, a lo que voy, si eres un crítico que llevas a cabo críticas de niñín, que insultas, que menosprecias y que destruyes el trabajo de los demás, te pasará como con cierto crítico temido que sacó una novela tan mala que llamó hasta la atención de autores: recibirás burlas y desprecios por largo tiempo de él. Mi idea es: si eres artista y críticas, como cualquiera, no seas un maldito vago y te quedes en la superficie, analiza y ve más allá en la obra de otro compañero. Convertirte en un talifán o en un tipo mediocre que insulta porque nunca le han prestado la atención, no es algo digno para un artista (y creo que tampoco para una persona -sí, los artistas no son personas según mi forma de pensar). Por desgracia, tenemos a mucho artista frustrado que suelta porquería por la boca y se autodenomina “crítico”.
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El Anillo es un símbolo de la corrupción y Tolkien nos muestra cómo el bien y mal no son absolutos, sino que cualquier personaje puede degenerar o redimirse. Fuente: Pixabay.
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No me malinterpreten sobre todo este asunto, sé que hay diferentes opiniones con argumentos y pueden ser aceptadas o, lo más importante, toleradas. Entiendo que haya gente que no trague a Tolkien. Lo que no entiendo es la gente que habla de blancos y negros en la obra de Tolkien solo por temas tan vacuos como su referencia al mal (olvidando que personajes como Sauron, Isildur, Denethor, Boromir, Saruman… fueron corrompidos).
En cualquier caso, no me importa que haya obras realistas, sí me avergüenza de que se farde de que Tolkien era maniqueo y ellos son mejores sin entender que la visión del artista debe primar sobre las tendencias. Es la misma estupidez que criticar a Edgar Allan Poe o H.P. Lovecraft por su estilo denso, acaso ¿no son estos rasgos los que hacen de estas obras únicas?
Por si os sirve, siempre he pensado que algunos autores “clásicos” son más modernos que algunos actuales. Lean Estudio en escarlata y graben su reacción cuando comienza la segunda parte de la obra, ¿a qué es una magnífica sorpresa? ¡Llegue a pensar que mi edición estaba mal y la segunda parte era de otro libro! ¡Así de descolocado me dejó Conan Doyle!
Eso es otro tema también importante: ¿por qué aplicamos nuestra perspectiva cínica de hoy (y que puede muy bien ser efímera) a novelas que fueron escritas a comienzos de siglo? Lo peor es cuando en este análisis el lector y el escritor decide cerrarse con un: “si se escribe ahora, es mejor que lo que se ha escrito antes, más avanzado y desarrollado”. No, amigos y amigas, las obras no se pueden juzgar así. Y no piensen que defiendo que todas las obras clásicas son magníficas, qué va, lo que sí sostengo es que hay muchas grandes obras, ahora y ayer, independiente de su época. Por ejemplo, esta semana he disfrutado mucho de la lectura de Las flores del mal de Charles Baudelaire (y creo que ha llovido bastante de su publicación), y también me ha gustado la lectura de los nuevos tebeos pulp de The Spider. Debemos disfrutar de las historias, sin juzgar de unas formas tan vacuas.
Leí por primera vez al profesor Tolkien en 2002 y sigo disfrutando de la lectura de este autor ahora como el primer día (más sí cabe), tanto desde la perspectiva de lector como la perspectiva de escritor. Le considero además un pionero en este género, capaz no solo de crear un mundo como la Tierra Media (reinos, lenguas, historia, ricas descripciones…), sino también a unos personajes capaces de enfrentarse a misiones más grandes que ellos mismos con tal de conseguir algo bueno, a veces consiguiéndolo como Sam, en otras ocasiones fracasando pese a la redención como Boromir. Lo disfruto mucho más que todos esos autores que buscan la estandarización de la fantasía, lo que mata la originalidad.
Si bien se busca erradicar a los autores que han copiado a Tolkien (“copiadores” que no llegan a entender la magia del profesor y acaban recurriendo a una partida no muy divertida de Dragones y Mazmorras, por cierto), lo que se pretende es implantar un mundo de fantasía épica con protagonistas arrogantes, una economía basada en la prostitución y un uso de la magia mínimo (porque es irreal, según ellos, si se usa en demasía… Debe ser raro conjurar un dragón y más realista conjurar una llama).
Pienso que lo importante es la diversidad, sí, pero tampoco hay que insultar el trabajo de ese autor que te hizo escribir o que supuso una revolución para un género, por el mero hecho de ir de “inconformista guay”. Y que conste que no insulto la obra de estos autores “revolucionarios”, simplemente sí critico (o me echo unas risas) con su actitud y su búsqueda de la homogeneización de una “fantasía oscura”.
Solo me queda rendirle homenaje a J.R.R. Tolkien una vez más. Pase el tiempo que pase, sus libros siguen siendo traducidos, imprimidos y leídos por miles de lectores a lo largo del mundo. No hay nada más hermoso para un escritor. Muchas gracias por todo, profesor.
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Cita de la escritora Ursula K. Le Guin sobre J. R. R. Tolkien.
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Yo respeto mucho a Tolkien. Y también a Peter Jackson, por adaptar su trilogía tan sabiamente.
ResponderEliminarInteresante la mención al Quijote, un libro que tuvo sus detractores. Incluyendo a algún desconocido que escribió su versión, que firmó como Avellanada. En que se dedicó a burlarse de Cervantes.
La reacción de Cervantes fue escribir la segunda parte, en que mata al protagonista, para que nadie vuelva a usarlo. Y en la que usa episodios del libro de Avellaneda, con mayor talento.
Con el resultado de que el libro del anónimo es algo que casi nadie conoce. Mientras que Cervantes es tan inmortal como su personaje.
Buena entrada.
Algunos críticos deberían aprender el significado de las palabras, como maniqueismo, antes de usarlas.
Tolkien ha escrito una obra notablemente compleja, con personajes teniendo grande desafíos, que son una carga. Con historias laterales que planten enigmas que no se revelan. Donde hay mucho para analizar, como la naturaleza de los anillos. Y las motivaciones de personajes como Saruman.
He leído una variedad de análisis en el blog El espejo gótico.
¿Qué, quien es Tom Bombadil? ¿Es Eru iluvatar o es el propio Tolkien?
Y si alguien quiere escribir une género con más oscuridad, más sordidez, sensualidad, incluir prostitución, que lo haga bien. Que se empeñe en ese desafío, que invierta talento, inspiración, cierta obsesión. Que se arriesgue a diversos fracasos, antes de lograr algo.
¡Muchas gracias por compartir tu interesante opinión sobre Tolkien, su obra y legado!
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