Murder by death (Un cadáver a los postres) satiriza el género criminal en la gran pantalla. Fuente. |
«Answer simple, but question very hard».
Siempre que pienso en las novelas de misterio me fascina cómo se retuercen para incluir un buen giro final que asombre al lector. Por el «buen» no entiendan un magnífico giro, sino uno tan marcado que incluye varias vueltas de campana.
En la mayoría de los casos, nos ponemos a leer esperando ser nosotros los que resolvemos el caso, pero en la mayoría de las ocasiones, estas obras suelen ser realmente tramposas: nadie salvo el autor podría resolverlas y si las resuelve es gracias a los ases que se saca de la manga.
Todo eso lo vemos parodiado en el final de Un cadáver a los postres (Murder by death), comedieta que «homenajeaba» el género criminal y todas sus vertientes, desde Poirot hasta los detectives de los años '30, pasando por otros delirios.
Su final es lo mejor de la película por como gira, gira y gira, retorciendo y creando teorías absurdas por doquier y admitiendo que nunca se tomó en serio a sí misma. No deja de ser una broma interpretada por un gran reparto.
Aquí tenemos una mezcla de ese humor absurdo, inocentón y, a veces, políticamente correcto de finales de los ’70, digno de La Pantera Rosa y toda esa proliferación de comedias que pueden hacerte mucha gracia o la misma que tu propio funeral. Dirigida con cierto oficio por Robert Moore, quien cuenta con Neil Simon (autor de la obra teatral original), no son más de noventa minutos de gags y sketches que se hilan en torno a un misterio que se va volviendo cada vez más y más ridículo. Y de eso se trata.
Será un chiste, pero esta imagen me genera mal rollo. Fuente. |
Tan absurdo como algunos de sus giros resulta la música de Dave Grusin, que parece ir por su lado, y los intentos de Moore y el director de fotografía, David M. Walsh, por intentar que esta obra de teatro no parezca una obra de teatro.
Si con algo
nos quedamos de la película, más allá del chiste final (demasiado alargado), es
con las interpretaciones de actores de primer nivel como Alec Guinness como el
mayordomo ciego, David Niven como uno de los investigadores, Peter Sellers como
el detective chino (ay, cuando no existía la moda de la cancelación…), Peter
Falk riéndose de sí mismo, Eileen Brennan yendo de aquí para allá, Maggie Smith
soportando el chaparrón, Truman Capote en una de sus pocas apariciones
cinematográficas (interpretándose a sí mismo), James Coco como un perfecto
Hercules Poirot de marca blanca, Elsa Lanchester (la eterna novia de
Frankenstein) como investigadora y un joven James Cromwell encarnando a un
pobre mandado en medio de todo este desaguisado que se burla de la novela de
detectives, el pulp, el cine noir y todos esos clichés que se habían vuelto tan
insoportables que eran risibles. Solo falta Sherlock Holmes, que tenía un cameo rodado, pero fue recortado por problemas con los derechos.
Sin ser una joya, Murder by death (Un cadáver a los postres) sí que es una película lo suficientemente simpática como una partida al Cluedo.
Póster de Murder by death (Un cadáver a los postres). Fuente. |
- Título original: Murder by Death
- Año: 1976
- Duración: 94 min.
- País: Estados Unidos
- Dirección: Robert Moore
- Guion: Neil Simon (Teatro: Neil Simon)
- Música: Dave Grusin
- Fotografía: David M. Walsh
- Reparto: Alec Guinness, David Niven, Peter Sellers, Peter Falk, Eileen Brennan, Maggie Smith, Truman Capote, James Coco, Elsa Lanchester, Nancy Walker, Estelle Winwood, James Cromwell
- Productora Columbia Pictures
- Género Comedia | Policíaco. Comedia absurda. Parodia
- Sinopsis: El excéntrico multimillonario Lionel Twain invita a cenar a su castillo a los cinco detectives más importantes de la historia: el chino Sidney Wang, el neoyorquino Dick Charleston, la inglesa Jessica Marbles, el belga Milo Perrier y el norteamericano Sam Diamond, que llega acompañado de su rubia secretaria. Después de ser recibidos por un mayordomo ciego (Alec Guiness), Twain les explica durante la cena el motivo de la reunión: a medianoche se producirá un asesinato; el que sea capaz de resolverlo ganará un millón de dólares. (FILMAFFINITY)
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