En N., la adaptación al cómic del relato de Stephen King, nos sumergimos en una espiral de locura que nos recuerda al terror cósmico de Lovecraft. Fuente. |
«La realidad es un misterio, doctor Bonsaint, y la textura de lo cotidiano es la venda con la que ocultamos su brillo y su oscuridad».
Todos los que hemos leído a Stephen King sabemos que siente predilección por ciertos números, como el 19, que se repite en toda la obra del autor y conecta con La Torre Oscura, esa saga que unifica todo el universo del escritor de Maine. En su relato N., recopilado en la colección de cuentos Después del anochecer (2008), los números son parte del TOC que sufren los personajes de un escalofriante historia que toma muchísimos elementos de un autor al que Stephen King le debe mucho: H. P. Lovecraft, el padre del horror cósmico.
N. trata sobre un médico llamado Charlie que recibe una carta de una antigua amiga de la infancia, Sheila. En ella le cuenta que su hermano, John, se ha suicidado tras tratar psiquiátricamente a un paciente N., que se había obsesionado con un perdido campo de Maine donde se encuentran ocho (¿seguro que son ocho?) monolitos. Este lugar guarda un terrible secreto sobre el destino de la humanidad y fuerzas superiores a nosotros mismos, sobre seres primigenios y la idea de que hay unas cifras secretas que controlan el mundo. Puede que esos monolitos sean una puerta, pero ¿cómo podemos mantenerla cerrada? Después de que visitase ese lugar y acudiese al psiquiatra, N. se ha suicidado. Pero ¿qué hay en ese enclave? ¿Qué lleva al suicidio a los que lo visitan?
Portada del tomo en español que recopila toda la serie de cuatro números de N. FUENTE. |
N en cómic
El guionista televisivo y comiquero Marc Guggenheim (Arrow, Trollhunters, algunos cómics de Spider-Man…) adapta al formato de cómic el relato corto de Stephen King y Alex Maleev se encarga del apartado gráfico. Guggenheim toma el ambiente malsano, que poco a poco nos sumerge en un descubrimiento de la ilógica secreta que gobierna el mundo. Es ahí donde entra un horror cósmico, según el cual, todos nosotros somos insignificantes ante los auténticos dioses que esperan regresar algún día. Recordemos la importancia de este concepto que King ha explorado también en otras de sus obras, como Revival o La niebla:
«El horror cósmico, constatación de la insignificancia del ser humano en un cosmos de dimensiones infinitas a merced de fuerzas irracionales […][1]».
Guggenheim no apuesta demasiado, tomando cartas literales y creando juegos narrativos más propios de una narración epistolar clásica que de una adaptación que pudiese usar otros medios; puede que sea para mantener el formato de las cartas, tan habitual en el King de Carrie, que homenajeaba así a autores más clásicos, como Bram Stoker y su Drácula. El guionista lo justificó de la siguiente manera:
«N. está muy bien construido, lo cual no debería sorprender dado quién es el autor, pero resulta particularmente impresionante teniendo en cuenta que toda la obra se presenta en forma de varias piezas de lo que a mí me gusta llamar “documentación”: una carta, las anotaciones de un psiquiatra, un recorte de periódico… El señor King estaba narrando una historia íntegra -y cautivadora, todo hay que decirlo- a través de escritos “reales” que inevitablemente atraen al lector, haciéndole parte de la historia. Ni quisiera arruinar el final, pero creo que la conclusión es una invitación por parte del señor King a formar parte de la historia».
Mientras, el estilo fotorrealista del dibujante búlgaro Alex Maleev aporta varios momentos interesantes, a caballo entre sus trabajos previos como Daredevil o Alias, y recordando al lector que lo conoce menos al estilo de la película Scanner Darkly (Una mirada a la oscuridad), que adaptaba la obra de Philip K. Dick, otro gran obseso de las cifras, la paranoia y la pérdida de la noción de la realidad. Pienso que, en este sentido, el estilo de Maleev encaja, aunque el resultado, algunas veces demasiado estático (como si fuesen fotos retocadas), no sea tan extremadamente brillante como esperábamos.
Así que estamos ante una adaptación al cómic de un relato de King que es perfecta para los aficionados del escritor y del horror cósmico. La premisa de N es interesante, por supuesto, y creo que explota bien el elemento del TOC dentro de la historia… pero el desarrollo, que nos hunde en una espiral de obsesiones y caos, no deja de ser previsible por la lectura de clásicos como Edgar Allan Poe o H. P. Lovecraft, cuyos protagonistas acababan aceptando su lado oscuro, como tantos otros personajes de otros autores actuales como Clive Barker, Joe Hill y el propio Stephen King, por lo que el desenlace no es tan impactante ni tan abrumador como cabría.
Sea como sea, a partir de ahora, como en N., nos tocará contar el número de palabras, vigilar la posición de los objetos y tener cuidado con qué puertas a otros mundos dominados por temibles dioses podrían quedar abiertas, porque recordemos que, como decía cierto escritor de Providence, hasta la muerte puede morir… pero no todavía.
Al final, a todos nos aguarda la destrucción, como vemos en N. Fuente. |
[1] Hernández, S. A. (2019). Retórica y horror cósmico en HP Lovecraft. Brumal, 7(1), 0015-34.
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