Hoy es 21 de septiembre y Stephen King celebra su cumpleaños, así que, como homenaje, la reseña de este interesante libro La caja de botones de Gwendy, que coescribió junto a Rirchard Chizmar.
En La caja de botones de Gwendy, Stephen King y Richard Chizmar enfrentan a su protagonista a la tentación. Fuente. |
“Es la clase de mañana que hace que uno desee que la muerte no exista”-
Stephen King y Richard Chizmar.
La tentación, la gran adversaria, ese botón que todos terminamos presionando…
Se cuenta que los dioses de Zeus, para vengarse de Prometeo y los mortales, decidieron regalarle a Pandora una caja que no debía abrir bajo ninguna circunstancia. ¿Para vengarse? Sí, porque era una trampa: la hermosa Pandora estaba condenada por la curiosidad y, sin resistir la tentación, abrió esta vasija que, pronto, liberó todos los espíritus del mal entre los hombres: la enfermedad, la guerra, la pobreza… Cuando Pandora se dio cuenta de su error, cerró la caja, sin saber que dentro, atrapada, dejó a la esperanza.
Este poderoso mito proviene de la cultura griega, pero también influyó a la religión cristiana con Eva y la manzana. Es una antigua historia, por supuesto, que fue asimilada por los cuentos y de ahí surge, por ejemplo, la historia de Barbaazul y su curiosa esposa, que no debía descubrir cierto secreto que, al final, es más fuerte que ella. Ahora, tantísimo tiempo después, son dos autores como Stephen King y Richard Chizmar quienes regresan a su legado con La caja de botones de Gwendy.
La protagonista de esta novela corta es Gwendy, una niña que un día, aburrida, decide ascender a las Escaleras de los Suicidios de Castle Rock. Allí encontrará a un extraño con un traje negro, Richard Ferris, pero no es un suicida. Es un ente mucho más oscuro. Ferris le propone hacerle un regalo a la joven: una caja con una serie de botones que podrían arreglar todos sus problemas: su sobrepeso, su inseguridad, sus notas, su marginalidad… Para ello, Gwendy solo debe custodiar la caja y presionar un botón que le otorga un bombón con forma de animal; otro le da una moneda antigua y fuera de uso, pero existe un botón más… el botón rojo, uno que no debe presionar a menos que quiera causar un gran mal, un gran mal que tiene un precio. Después de una serie de dudas, Gwendy acepta la caja sin creerse que sea mágica, pero, pronto, su vida empieza a cambiar: baja de peso, se vuelve más segura de sí misma, sus notas son de sobresaliente, consigue nuevos amigos… Pero, a medida que pasan los meses, se pregunta si ha hecho lo correcto y, sea bueno o no, ¿qué verdad se oculta detrás de la misteriosa caja de botones?
Castle Rock se ha convertido en uno de los escenarios más terroríficos de las novelas de Stephen King. Fuente.
El horror en una caja
Tomando elementos ya clásicos de la literatura como el cuento de La pata de mono de W. W. Jacobs (que se cita en la presente novela y fue la base de El cementerio de animales) y jugando con temas como la tentación (La tienda es el otro gran ensayo sobre el tema que hizo King), el autor de Maine y Chizmar nos narran en La caja de botones de Gwendy la adolescencia de su protagonista y su dependencia de la caja, como si fuera una droga de la que no puede escapar. ¿Qué harías si tuvieras semejante poder? ¿Podrías sacrificarlo? ¿Podrías darte por vencido y preferir una vida anodina cuando puede ser perfecta? Pero ¿cuál es la verdad?
Si bien tenemos a una protagonista clásica de King que empieza a recibir diferentes dones (con la cual podemos empatizar con rapidez), el villano también resulta sumamente interesante, es el caso del hombre del traje negro y lo denominamos «villano», aunque no estamos seguros de ello: no cumple el papel de antagonista y, supuestamente, no realiza ninguna mala acción, simplemente da un regalo y son los demás lo que decidimos. Esta figura mefistofélica (que puede llegar a recordarnos a Randall Flagg, el insigne hombre de negro), se muestra con una serie de grises y enigmas que nos hace pensar que el libro se disfruta, sobre todo, porque no tenemos que ponerle nombre ni una biografía detrás. No sabemos bien lo que pretende ni adónde quiere llevarnos. Una lástima que esa ambigüedad justificada en él no funcione tanto para los padres de Gwendy, su amiga Olive o el odioso Frankie.
Más allá del leve trasfondo, es el debate de la responsabilidad el más interesante de la obra y el que más preguntas hace formular al lector. Y aunque King y Chizmar no hagan grandes alardes con su estilo en este relato, lo que sí podemos asegurar es que es uno de esos fantásticos libros que te toman del cuello y te obligan a seguir leyéndolo sin parar. Los capítulos cortos, la acción, el continuo avance, las clásicas ilustraciones y la evolución de Gwendy nos obligan a seguir adelante hasta que llegamos a un final que no tiene visos de ser un auténtico final, sino un pequeño cierre que espera abrir un nuevo y siniestro mundo. Al fin y al cabo, Gwendy nunca confió en el hombre del traje negro, ¿por qué iba a confiar ahora si no es para acallar a su conciencia? ¿Quién es Richard Ferris y qué pretende?
¿Cuál es el precio de la tentación? La caja de botones responde a esta pregunta. Fuente.
En cuanto al valor de La caja de botones de Gwendy dentro de la bibliografía de Stephen King, es interesante ver cómo el escritor le permite a otro escritor jugar con sus historias y su propio universo a través de la ciudad de Castle Rock. Si bien King ya ha colaborado con autores como Peter Straub o juntaletras de su familia como Owen King y Joe Hill, Chizmar (editor y propietario de Cemetery Dance Publications) utiliza los elementos de King lo suficientemente bien como para que el escritor de Maine haya decidido que sea este autor el que escriba en solitario la segunda novela, titulada Gwendy’s Magic Feather, que solo posee un prefacio del artista afincado en Bangor. Y es que la primera parte deja con muchas preguntas que podrían ser resueltas en esta nueva obra.
Más allá de la propia historia de Gwendy, Stephen King refleja la idea de cómo un simple botón puede condenar el mundo: puede iniciar una guerra nuclear, puede condenar a un hombre a la silla eléctrica, puede desatar el caos… Y, a su vez, Chizmar y él hacen una estupenda metáfora cuando comparan los botones de la caja de Gwendy con los botones de una máquina de escribir o un ordenador, con ese artefacto con el que los escritores son capaces de conjugar las más maravillosas historias y las más terroríficas. King y Chizmar saben mucho de ello y lo demuestran en La caja de botones de Gwendy, donde la tentación, la gran adversaria, será un botón que todos terminamos presionando…
Portada de La caja de botones de Gwendy, colaboración de Stephen King y Richard Chizmar. Fuente.
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