Doctor Extraño: Los últimos días de la magia lleva al Hechicero Supremo a sus horas más difíciles. Fuente. |
«En el Bronx, hay un hombre apuntándose con una pistola a la cabeza. En Harlem, hay una mujer mirando fijamente un puñado de pastillas. En el Upper West Side, un hombre se asoma desde su ventana abierta en el piso 43. En Queen, un sacerdote reza dubitativo. Yo llego a todos ellos. Entro en lo más profundo de sus almas y agarro tanto como puedo. Su desesperación. Su soledad. Su angustia. Lo tomo todo. Y golpeo al Empirikul con ello hasta la última gota. Los hechizos fallan por todas partes. El mundo místico se marchita a mi alrededor. No me queda mucho tiempo. Ni tampoco mucha magia. Tengo que coger todo lo que existe. Vaciar las líneas dragón… Absorber toda la energía mágica de la propia tierra... No puedo pensar. Solo golpear. Golpear hasta que la cosa a la que golpea no se mueva más. No importa si muero. O exploto. O lo que sea. Mientras la magia esté a salvo. Mientras quede algo. En alguna parte. Por favor. Por favor, que haya… Y con eso… desaparece. No más auras. No más ojos en las sombras. No más voces en el éter. No más Hechicero Supremo. No más magia», Stephen Extraño.
El Doctor Stephen Extraño lleva salvando el Universo Marvel desde que Stan Lee y Steve Ditko lo crearon en 1963. Pronto, se convirtió en el líder de los marginados, en una especie de protagonista tan raro como raros eran sus cómics y eso fue lo que, con el paso de los años, lo hizo tan especial para lectores que no buscaban lo mismo de siempre. Desde entonces, con sus más y sus menos, ha sido el guardián del lado mágico y psicodélico del Universo Marvel. Durante este tiempo, se ha enfrentado a demonios, brujos, inquisidores, vampiros, supervillanos y toda serie de amenazas. El Doctor Extraño no es solo un portador de la magia, es magia… Pero ¿qué pasaría si perdiese su poder? ¿Qué ocurriría si el Universo Marvel se quedase sin su magia? Esa fue la ambiciosa pregunta que se realizó Jason Aaron cuando empezó su etapa, un periplo que nos llevaría a las horas más bajas del Hechicero Supremo.
El Doctor Extraño se enfrenta a la muerte de la magia. Fuente.
Horas oscuras
Jason Aaron es uno de los guionistas de cómics actuales que no suele decepcionar, salvo en contadas ocasiones, donde se percibe que pierde el ánimo tras un arranque más pensado que un nudo, como vimos en su serie de Star Wars. Con el primer volumen Doctor Extraño: El camino de lo oculto, demostró que llevaba tiempo pensando en qué tipo de historias querría contar con el Hechicero Supremo y, acompañado de un Chris Bachalo excepcional, dejó claro que era uno de los guionistas con las ideas más frescas de Marvel. Ahora, en el segundo volumen: Los últimos días de la magia, Stephen Extraño se enfrenta al Empirikul y sus hordas, unos seres que buscan acabar con la magia en todos los mundos que pueblan el multiverso. ¿Podrá el Doctor Extraño hacerle frente? La respuesta es que, lejos de ser un nudo decepcionante, Aaron logra contarnos una entretenida historia sobre el precio de la magia.
Si bien menos sorprendente que su primera entrega, este segundo arco está plagado de grandes momentos que hacen que su lectura sea adictiva (más allá de ser solo cinco números…). La premisa es bastante grande como para hundir a los personajes y, aunque se siente que al estar dentro de un evento mayor, pierde algo de fuerza en cuanto a desarrollo de los personajes, Jason Aaron y Chris Bachalo cuentan con la suficiente compañía como para crear a todo un séquito de brujos, hechiceros y magos que hacen frente al fin de la magia. Al citar la palabra «evento», puede que los lectores estén temiendo crossovers y similares, pero no, pese a haber una premisa tan grande, el propio Aaron decide que la guerra que lleve a cabo Extraño y los otros hechiceros sea una guerra secreta que solo ellos pueden ver, por lo que sus ramificaciones no se perciben tanto en otras series (aunque bien habría servido para otro crossover de marras); sin embargo, sí contamos con apariciones de otros emblemáticos personajes de la Casa de las Ideas como el Doctor Vudú, la Bruja Escarlata, Magik…
Como se señala en la introducción, estamos ante una historia que busca condenar a Stephen Extraño a sus horas más bajas, como ya lo hiciese el Born Again de Frank Miller y David Mazzucchelli, y, aunque el objetivo es el mismo, Aaron se muestra menos introspectivo y más centrado en el espectáculo y en una serie de pequeñas historias que parecen heredadas de Sandman o de los cómics clásicos de terror (que, al fin y al cabo, era una de las bases de la obra de Neil Gaiman): Extraño es derrotado y debe buscar los últimos resquicios de la magia para intentar plantar cara a sus adversarios. En esos cuentos sobre la caída de la magia que acompañan a este volumen de Extraño, es casi imposible no escuchar los ecos de Gaiman y aquellas pequeñas historias que se intercalaban con la principal, como aquellos enfermos del sueño que aparecían en el primer número de la serie; aquí, Aaron nos enseña las consecuencias de que la magia haya desaparecido.
No es la primera vez, tampoco, que Jason Aaron hunde a un superhéroe para luego alzarlo de nuevo, como hemos podido ver en su etapa en Thor; es más, Doctor Extraño tiene en común con el dios nórdico la aparición de un villano marcado por la tragedia: si en aquella era el Carnicero de Dioses, una criatura que detestaba a las divinidades, causantes de todos los dramas de su vida, aquí tenemos al Empirikul, una criatura que detesta a todos los hechiceros, causantes de todos los dramas de su vida. Una idea que, como verá el lector, se repite en el trabajo de Aaron, pero que, por ahora, disimula mejor que alguien como Mark Millar, que lleva veinte años vendiéndonos el mismo cómic (o mejor dicho, humo que luego convertir en serie, película o cualquier otra cosa que le dé más pasta).
La guerra de los Empirikul contra la magia es también una guerra visual. Fuente.
Los invitados al fin del mundo
Aunque
menos inspirado que en el arco anterior (era casi imposible continuar a ese
nivel en el que pasabas cada página y te quedabas alucinado), el dibujo de Chris
Bachalo sigue siendo un regalo para un lector como yo y se convierte en un artista
ideal para una cabecera como Doctor Extraño. No solo hablamos del
diseño de los personajes y ambientes, sino también a la composición de página,
y eso pese a que muchos suelan quejarse de que es un autor confuso… pero como
todo el mundo sabe, Internet es un lugar oscuro y alberga horrores opiniones.
Otro punto que agradezco del apartado gráfico es el uso del color: el mundo
de la magia es reflejado por docenas de llamativos colores, mientras que el
mundo sin ella se vuelve gris como los propios sirvientes del devorador de
magia. Una idea simple, pero efectiva.
Lo bueno de este tomo (con tantos autores invitados tanto en el dibujo como en el guion) es que la mayoría encaja perfectamente, como Jorge Fornés, Leonardo Romero, Gerry Duggan, Danilo Byruth, James Robinson o Kevin Nowlan por solo poner dos ejemplos, lo que hace que leer esta historia sea como adentrarse al sinfín de historias que componen la vertiente mágica del Universo Marvel. Una visión más global y para nada gratuita, que aporta una visión de lo que la magia supone para el Marvel.
Pese a lo hilvanada que pueda estar la serie a otros personajes de la Casa de las Ideas, Jason Aaron también nos presenta a otros personajes como el Doctor Místico, la versión mexicana del Hechicero Supremo, además de ser lo suficientemente accesible para nuevos lectores, lo que justifica su reedición lejos del formato de las grapas. Por tanto, no deja de ser un cómic de lo más disfrutable, tanto para veteranos como para aquellos que están empezando.
Doctor Extraño: Los últimos días de la magia deja claro lo contrario a su título: que la magia de Jason Aaron no había hecho nada más que empezar en su vertiginosa etapa narrando las hazañas del Hechicero Supremo, aquel que no porta o usa la magia, sino que lo es.
A través de la lectura de un libro, descubriremos las aventuras de otros hechiceros como el Médico Místico. Fuente. |
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