La verosimilitud en la fantasía, por Ursula K. Le Guin

Ursula K. Le Guin, escritora de Terramar, fallecía tal día como hoy hace tres años. Sirva esta columna como homenaje a la autora.

¿Cómo hacer realista a los dragones? Le Guin supo la respuesta. Fuente.

Hace unos años, Ursula K. Le Guin respondió a la carta de un fan llamado Alexei Mutovkin que le preguntaba sobre la verosimilitud en la fantasía.  La escritora de Terramar le contestó con bastante entusiasmo, dado que era un tema excelente que la fascinaba y, aunque reconocía que su respuesta era solo suya, mostró un punto de vista que me resultó bastante interesante y guardé por mi blog hasta hoy, cuando he decidido compartirlo.

En su día escribí sobre el método de escritura de Le Guin y su confianza en la historia por encima de todas las cosas. En su respuesta, vuelve a demostrarlo cuando habla sobre cómo Tolkien aportaba verosimilitud a su obra cuando citaba lugares, pueblos o acontecimientos pasados, lo que provocaba que el lector pensase que la historia era más convincente y formaba parte de una historia mayor, de un escenario todavía más grande. Parece una técnica fácil, pero no lo es, y demuestra la habilidad de Tolkien y Le Guin como constructores de mundos.

Le Guin reconoce que, a diferencia del escritor de El Señor de los Anillos, cuando ella hacía alusión a eventos futuros que viviría Ged, eran eventos que se inventaba sobre la marcha, mientras que los escritos por Tolkien sí estaban recogidos en textos previos que configurarían obras como El Silmarillion, la Biblia del mundo de Tolkien. Recordemos que el escritor inglés era aficionado a crear lenguas ficticias y que, para explicar cómo se fragmentaban o evolucionaban, inventaba historias y, de esas historias, surgió el cuerpo de su mitología, a la que se sumaron los cuentos que contaba a sus niños, como aquel que se convertiría en El hobbit y se le ocurrió mientras corregía exámenes. Le Guin prefería seguir el camino y ver cómo resolvía aquellas referencias, aquellos misterios que ella misma había creado. Por ejemplo, Le Guin dibujó el mapa de Terramar, pero no sabía nada de muchas de las islas hasta que viajó a ellas en su historia. Se dice que escribir es crear laberintos y luego intentar salir de ellos, tienen razón. Son dos enfoques curiosos sobre un mismo tema.

La hermosa ilustración de Charles Vess para la nueva edición de Terramar de Ursula K. Le Guin. Fuente.

Le Guin señala que la fuerza de las palabras, la fuerza de lo escrito y lo descrito, aportan verosimilitud a la historia, haciéndola más realista, incluso dentro de su fantasía. Y es que el escritor de fantasía debe creer en el mundo que está creando, habitándolo cuando escribe y confiando en que vaya revelándole sus secretos.

Tolkien advertía sobre las alegorías. Él no las escribía, pese a la pesadez de algunos de sus críticos intentando ver la sombra del nazismo y temas vitales de Tolkien en su obra. Le Guin piensa igual, cree que el fin político o didáctico pueden entrometerse en la verosimilitud de la obra, genrando obras falsas, sermones o sátiras que poco aportan.

La clave de la verosimilitud es la coherencia, lo que puede ser frente a lo que no. La fantasía debe ser coherente en sus propios términos. Las reglas que funcionan en ese mundo fantástico lo hacen con un sentido. No queda otra. No tienen que ver con el nuestro, sino con el ficticio. Es un universo cierto y con sentido.

A menudo, algunos han buscado enfrentar a Ursula K. Le Guin y J. R. R. Tolkien, una cuestión que me parece ridícula y más cuando leemos cartas abiertas como estas de la escritora que creó a Ged Gavilán. Podemos aprender de ambos, podemos seguir soñando con ambos. Podemos volver a creer en la magia, la magia real, con ambos.

Si te ha gustado este texto, te dejo este otro Confía en los dragones: consejos para escribir de Ursula K. Le Guin donde hablo sobre la escritura de la autora, a partir de la lectura de sus ensayos.