Crítica del cómic: Nemo: Las Rosas de Berlín, Alan Moore y Kevin O'Neill contraatacan

Las Rosas de Berlín, una nueva entrega de la visita de Moore y O'Neill a los clásicos. Fuente

"Que siga navegando por muchos años, eso sí, que no se acerque a ningún barco en el que vaya yo”.
Formar un grupo de héroes procedentes de la literatura de aventuras clásica. Esa era la premisa del famoso guionista inglés Alan Moore (Watchmen, V de Vendetta, From Hell) y el dibujante Kevin O´Neill (Marshal Law) cuando empezaron a concebir The League of Extraordinary Gentlemen y, sin duda, han sabido explotarla en la serie principal con sus diferentes volúmenes y sus spin-off hasta un nivel en que los lectores se dividen entre los fanáticos de este cómic y los que han decidido abandonarlo al no entenderlo o quedarse con los detalles meramente superficiales. Y es que The League of Extraordinary Gentlemen es mucho más que un excelente cómic o una película mediocre, Nemo: Las Rosas de Berlín es su nuevo exponente y no deja indiferente a nadie.

El gabinete del doctor Mabuse


Tras Nemo: Corazón de Hielo (aquel viaje por los mitos y obras de H.P. Lovecraft como Las Montañas de la Locura), tenemos la secuela donde conocemos con varios años más a la hija del famoso Capitán Nemo: Janni, la Princesa Dakkar, una aventurera que ha seguido reinando sobre los peligrosos piratas heredados de su célebre padre. Al mando del Nautilus y mientras la guerra avanza por el mundo, Janni y su esposo, el antihéroe pulp Broad Arrow Jack, se internan en las líneas enemigas en busca de su hija y su yerno, posiblemente muertos por culpa de los pérfidos Héroes del Crepúsculo. ¿Conseguirán salvarlos? ¿Qué verán en las tinieblas de Tomania? Damas y caballeros, dispóngase a disfrutar de una colección de guiños que harán las delicias de los amantes de la literatura de aventuras y pulp con Julio Verne a la cabeza, además del cine expresionista alemán de directores como Fritz Lang, por solo poner dos muestras del nivel cultural de Moore y O´Neill. 

La labor de Alan Moore en la escritura Nemo: Las Rosas de Berlín solo se puede describir como "pasarlo bien". Nos imaginamos a Moore con una sonrisa tras su mullida barba, haciendo que prime la acción y las ideas extravagantes de las que hace gala el pulp. Cualquier seguidor de la obra del guionista inglés sabe de sus amplios conocimientos culturales, basta con leer el apéndice de obras como V de Vendetta o el de From Hell (extras que bien podrían ser un ensayo propio); en este tebeo hace gala de ese trasfondo cultural y sus ganas de narrarnos una aventura entre la venganza, lo valiente, la acción y los homenajes. 

El cine expresionista es una de las bases del cómic. Fuente.

No esperen aquí el Alan Moore que se detiene para contarnos los entresijos de la magia del caos o los sentimientos de los personajes principales, no, aunque Moore pueda dejar coletazos de lo segundo, en general, lo que prima es la aventura y la acción, probando con un estilo que no se le da mal, pero desconcertará al que tenga Moore etiquetado en un solo género o estilo (gran error). No siempre veremos a Moore hablándonos de un ejército de noctámbulos estilo El gabinete del doctor Caligari bajo las órdenes del führer de El Gran Dictador, que ha construido una Metrópolis con insignes villanos a la cabeza, como la androide con forma de mujer María, mientras Mabuse conspira por tirar abajo este régimen y sacar todo lo posible de ello... No, no siempre lo veremos, pero cuando lo vemos lo hace con tanto estilo que un lector entregado se vuelve loco con este entretenimiento.

En cuanto al apartado del dibujo, Kevin O´Neill es Kevin O´Neill. No parece ser una gran frase (ni pretende serlo), pero describe a la perfección el estilo y los rasgos de este dibujante para cualquiera que lo conozca de las otras partes de The League of Extraordinary Gentlemen o de obras emblemáticas como Marshal Law. No es un autor para todos los públicos, ya sea por la edad o los gustos, siendo sus características las que pueden alejar a algún lector poco predispuesto a disfrutar de algo distinto. Centrándonos en su dibujo en Las Rosas de Berlín, el artista hace su trabajo con la misma fluidez que Moore, se lo pasa bien dibujando monstruos, héroes, villanos steampunk y ciudades apocalípticas. No se podía pedir más. 

Si el dibujo, el guion y la predisposición cumplen, ¿cuál es el gran problema de esta nueva entrega? Nemo: Las Rosas de Berlín no se me ha hecho pesado, sino demasiado corto, porque es entretenido, endiabladamente entretenido. Los personajes se mueven con cierta humanidad (aunque algunos echarán de menos un mayor desarrollo, que ya se puede encontrar en los tebeos, las novelas o filmes originales) y los sucesos ocurren con una gran velocidad que hace que el tebeo concluya antes de lo esperado. Uno piensa que Moore y O´Neill podrían habernos contado aún más de este mundo oscuro, pero ya veremos en nuevas entregas… Nunca se sabe. 

No obviemos que, como nos tienen acostumbrados, Moore nos entrega al final un texto extra que funciona como relato que expande este segundo volumen dedicado a la heredera de Nemo. En Las Rosas de Berlín, es una crónica y una entrevista a la famosa pirata en clave de Nuevo Periodismo con mucha sátira, como no podía faltar.

El ejército de caminantes durmientes, al estilo Cesare, parodia la ilógica del ejército nazi. Fuente.

El gran dictador y su metrópolis


Antes de finalizar esta crítica, cabe puntualizar un tema que será de debate. En Las Rosas de Berlín, nos encontramos ante un juego y, como todo buen juego que se aprecie, el participante debe decidir si quiere disfrutarlo o afrontarlo de mala manera. Si el que se sumerge en sus aventuras quiere disfrutar más allá de lo meramente argumental, es porque es un lector lo suficientemente curioso como para buscar los referentes o los guiños que hacen Moore y O´Neill. 

El homenaje de este número a todo lo que
significa. Fuente.
Si el lector no quiere más que una historia de acceso fácil, no ha elegido bien. Porque Las Rosas de Berlín vuelve a ser una amalgama de personajes de novelas pulp y cine que nos conduce a una clave: leer The League of Extraordinary Gentlemen viajando y discerniendo sus raíces es algo que hace del lector alguien más culto. Esto no es una forma pedante o una manera simple de decir que la lectura siempre enseña, es solo un hecho: no es raro que cuando se termine la obra, busques información sobre algunos de sus personajes u homenajes, que los hay y muchos a películas fundamentales como Metrópolis, El gabinete del Doctor Caligari, El doctor Mabuse y El gran dictador, ya que los homenajes ya no son meramente literarios, sino también cinematográficos. Tal vez, esto en una época donde tanto gusta lo que se da ya mascado, sea un "pero". 

Por tanto, que quede claro: los que no deseen más que un entretenimiento llano, serán los primeros que dirán que leer Las Rosas de Berlín se convalida por un nivel medio de alemán y uno básico de francés debido a la falta de traducción de los textos en otros idiomas (cosa que también pasa en la publicación original inglesa). Cuestión de opiniones, sin duda, y cosas que pasan. 

En conclusión, Las Rosas de Berlín es un cómic entretenido que deja con ganas de más a los más fieles seguidores de la colección, pero que ahuyentará al público más dubitativo. No siempre se puede gustar a todo el mundo, pero Moore y O´Neill lo saben y no les importa. Ellos siguen disfrutando de su metrópolis imposible, formada de trazos y palabras. Nosotros también podemos. ¿O usted no?

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