Star Wars. Episodio I. La amenaza fantasma; a mí yo de nueve años le sigue gustando


¿Quién no recuerda este póster
en su cine?
Sería 1999 o 2000 (¿o, quizás, 2001 y la memoria me juega una mala pasada?). Una de aquellas plataformas digitales tan de moda en la época (y que ahora, en la época de la descarga, muchos las rehúyen) decidió hacer un especial de Star Wars: Episodio I, IV, V y VI. Los faltantes II y III aún no se habían rodado. Y allí estaba yo, con ocho años, fascinado por aquellas espadas de luz y aquella especie de monjes espaciales. Y entonces fue cuando me convertí en fan de Star Wars y quizás es ese niño que aún vive en mí el que recuerda con más cariño del que se merece a Star Wars. Episodio I. La amenaza fantasma.
Con los años, he desarrollado cierto miedo a volver a ver películas que me encantaron en mi infancia o, simplemente, me gustaron. Temo que al volver a verlas, me dé cuenta de que las recordaba mejor de lo que realmente son. Pocas veces lo he hecho. Por suerte, al ver de nuevo el Episodio I no lo he pasado mal. Me ha gustado. No será una gran película, pero es un film de aventuras que cumple pese a alguno de sus problemas, pero que tiene virtudes (sí, en serio).
La amenaza fantasma tiene, de entrada, un problema: debería haber empezado en Tatooine, que es donde la obra arranca en realidad. Le ocurre como a tantas otras películas que quieren ponernos en antecedentes cuando estos no son especialmente necesarios o memorables (me viene a la cabeza Open Range de Kevin Costner).
El (desaprovechado) rostro del mal.
¿No hubiera sido mejor olvidar un poco qué hacen los Jedi, Amidala y demás y comenzar en Tatooine? ¿No es alargarlo todo? ¿No es como si Una Nueva Esperanza hubiera empezado con el robo de los planos y demás de la Estrella de la Muerte en vez del inicio con Leia directamente siendo capturada por las fuerzas del Imperio Galáctico? Es la aparición del mercader Watto (voz de Andrew Secombe), de Anakin (Jake Lloyd) como inocente niño (quizás demasiado ingenuo) frente a su futuro como el oscuro Darth Vader o los cameos de otros seres como Sebulba los que enriquecen la película. Si somos generosos, es la aparición de R2 (aunque la de C-3PO no sea especialmente digna del recuerdo) la que empieza a dar vida al film.
El arte de Drew Struzan
al servicio de la saga.
Uno llega a preguntarse si George Lucas no pierde el rumbo y empieza a insertar escenas y momentos como meras pruebas de efectos especiales.  Siempre hay que tener en cuenta algo: los efectos especiales terminarán envejeciendo (mejor o peor), pero lo importante es la historia que se cuenta y en este Episodio I solo es un primer paso que no llega a satisfacer de todo.
Lucas debió sufrir un duelo interno al plantear la trama como una historia adulta (la parte de Coruscant, la Federación de Comercio…) contra una trama más infantil (un Anakin demasiado niño, los robots de la Federación con un chip extra de idiotez, chistes tontorrones, Jar Jar…). Esto no era nuevo, era algo que ya se notaba desde El Retorno del Jedi (solo que, simplemente, era otra época).
El mayor ejemplo de esta dicotomía está en Jar Jar Binks, siempre fuera de lugar. Consigue un efecto, no obstante, digno de concretar: cualquier escena con posibilidades de ser buena o dramática se ve afectada por su aparición. Es el anticlímax encarnado en criatura mitad anfibio mitad váyase a saber el qué. Uno acaba alegrándose de que se electrocute, Qui-Gon intente enseñarle modales, Sebulba le amenace con darle una paliza, esté a punto de morir en la batalla o uno de los bichejos de la carrera de vainas (sí, perdón por la expresión) le eche una flatulencia en la cara (esta escena bien se podría haber cortado). Cuando Nass lo nombra general uno empieza a pensar: o bien los gungans quieren ser exterminados o el Jefe Nass quiere que Jar Jar la palme de la forma más brutal posible.
Tal vez así, con Binks muriendo, no hubiera llegado al poder el Emperador (tema que se toca en El ataque de los clones), porque pocas virtudes tiene Jar Jar, ni siquiera el valor.
Concluyendo el peliagudo tema de Jar Jar, George Lucas perdió una oportunidad dorada. Todo el crédito que poco tiempo después se llevaría Peter Jackson con el Gollum de Las dos torres, podría haber sido para Lucas y su Jar Jar si hubiera sido un personaje más dramático y no solo un ser, para muchos, odiable (despertando los deseos asesinos de más de uno) o lo que es peor: olvidable.
Jar Jar Binks, uno de los personajes más odiados de la historia.
Parte del problema de la película está también en querer explicarlo todo (y he ahí el gran defecto de toda la trilogía que sirve de precuela: restar el efecto sorpresa). Por ejemplo, la Fuerza. Parece que George Lucas decide olvidar el misticismo de Una nueva esperanza, donde la Fuerza era otro nombre para la magia u otras tantas cosas. La gracia estaba en no explicarlo; la referencia a los midiclorianos y demás se antoja una búsqueda de cierta ciencia para lo que no lo necesita. Por otro lado, se convierte a la figura del Elegido (“aquel que traerá el equilibrio a la Fuerza”) en una especie de Jesucristo (eso de ser un hijo sin padre) y uno siente que con algo más de misterio, todo hubiera ido muchísimo mejor.
No sería extraño incidir en algo que mucha gente supo desde Una nueva esperanza: George Lucas tiene una buena imaginación para concebir historias, pero no tanto para llevarlas a buen puerto escribiendo los diálogos o usando la batuta de director. Por tanto, nos encontramos ante partes forzadas como el primer diálogo de Anakin, cuando le pregunta a Padme si es un ángel y uno se pregunta si estamos ante la misma saga donde entrar en una cantina era un seguro de bronca. Por tanto, ¿dónde se encuentran, en realidad, los fallos de La amenaza fantasma y sus virtudes (porque sí, las hay, al fin y al cabo)?
No todos son problemas en una galaxia muy, muy lejana. Tenemos aventuras continuas, guiños, la recuperación de las transiciones cinematográficas que puso de moda Star Wars, la aparición de esa amenaza fantasma que es el futuro Emperador (encarnado por el solvente Ian McDiarmid), el redescubrir desde un nuevo ángulo la historia de Star Wars, las criaturas y tecnología que pueblan todo, un ritmo correcto pese a algunos altibajos, escenas como la peligrosa persecución por el corazón del núcleo de Naboo…
El libreto no es perfecto. Hay que hablar de momentos tan hipócritas como la decisión de Qui-Gon Jinn en cuanto a apostar a qué esclavo se lleva y la posibilidad de que truque la apuesta hace que muchos pensemos a qué nivel habían caído los Jedi antes de ser erradicados. Si Qui-Gon es el sabio que va siempre en contra de la Orden y se comporta así, ¿cómo es el resto de la Orden?
Premeditadamente o no, el mito comienza a caer y es normal que mucho fan que ha idolatrado toda esta mitología durante años y años gracias a la trilogía clásica, reniegue de la nueva no solo por el tratamiento (que posiblemente a veces esté infantilizado), escenas que no funcionen… sino también por el trato desmitificador de muchos elementos mágicos de la trilogía que comenzase en 1977.
El no muy acertado póster
del reestreno.
Si bien el guion es endeble, tampoco las actuaciones son excesivamente brillantes salvando quizás a Pernilla August como Shmi, la madre de Anakin. Por otra parte, Liam Neeson cumple como Qui-Gonn aunque su personaje no sea el equivalente de lo que fue el Obi-Wan de Alec Guinness para toda una generación. Mientras, Ewan McGregor no está mal como Obi-Wan, pero su papel se verá mejor más adelante en el Episodio II y III. Destacar a una joven Natalie Portman en un juego de espejos con Keira Knightley, con esos vestuarios y maquillajes imposibles.
Por fortuna está la escena de la carrera de vainas. Seguramente, la mejor de la película junto al duelo final de espadas. En ella, George Lucas demuestra ese cariño a las carreras de coches que tuvo desde adolescente, donde él mismo participaba hasta que sufrió un accidente que le llevó a estar en cama e ir pensando seriamente en ese proyecto que acabaría siendo Star Wars. En la carrera, todo parece funcionar, incluso cuando el compositor John Williams cede la batuta a los sonidos creados por Ben Burtt.
Además, durante la competición tenemos los cameos de los Moradores de las Arenas o Jabba el Hutt. La originalidad está en cada uno de los pilotos, sus naves, los locutores más útiles de la historia de la ficción y también en plantearnos cómo sería una carrera de naves espaciales en el futuro, con cierto homenaje incluso a películas clásicas. Tensión y agilidad como Lucas solo demostró anteriormente en la destrucción de la Estrella de la Muerte. Una demostración de los efectos especiales puestos al servicio de la espectacularidad.
¿Alguien tiene alguna duda al respecto de que la carrera de vainas
es de lo mejor de la película?
Luego, en contraposición, puede que venga la parte más tostón de la película: la llegada a ese Coruscant que parece la ciudad de Metrópolis multiplicada al nivel de todo un planeta. Visualmente, rica en contrastes. Argumentalmente, no especialmente mala. A nivel de ritmo, demasiado lenta. El Senado Galáctico se demuestra como unos inútiles al nivel de los políticos actuales, quedando al servicio de los intereses comerciales y la corrupción (vaya, va a ser que George Lucas era un visionario de verdad). Mientras, el Consejo Jedi que siempre se pudo esperar como el culmen de la sabiduría, es en realidad el terreno de unos Jedi cada vez más inútiles, a la cabeza un Mace Windu (correcto Samuel L. Jackson) y un Yoda (en marioneta con ayuda de ordenador, en sucesivas ediciones completamente digital) incapaces en creer que estén ante el Elegido aunque lo demuestre. Interesante es, pero no está plasmado seguramente como debería.
Al menos, no se olvidan de Anakin cosa que sí hizo Peter Jackson en El Hobbit. Un viaje inesperado cuando Bilbo llega a Rivendel y, de repente, ya no es el protagonista de la historia, importándole a Jackson más las relevancias (por poner un ejemplo de otra interpretación del viaje del héroe de Joseph Campbell).
Visualmente, el Episodio I es impecable. ¿Quién no recuerda lo revolucionaria que fue en 1999 por tener más planos con efectos especiales que sin ellos hasta llegar a una proporción escandalosa?
Sebulba, nuestro héroe.
La amenaza fantasma, como en su día lo fue Una nueva esperanza, vislumbraba las vertientes por las que transcurriría el cine más comercial de la primera década del siglo XXI: muchos efectos especiales, poca alma (o ninguna en algunos casos).
Los efectos especiales cumplen en todo momento al igual que el diseño de vestuario, escenarios y demás, creando una gran variedad de entornos, todos ellos con una cultura propia (como el uso de diferentes idiomas o véase la hermosa ciudad submarina de los gungans, presentada con la magia de la música de Williams, o la poderosa Coruscant).
Todo ello muchas veces creado desde cero por un equipo a tener en cuenta. Hay que reconocer también a las personas entre los bastidores del Episodio I como precursores de “monstruos digitales” fascinantes como Sebulba (héroe personal de un servidor y que habría sido imposible poco tiempo antes).
No deberíamos olvidarnos de la música de John Williams. Siempre ha sido un apartado importante en la saga Star Wars. Aquí regresa y utiliza algo que George Lucas usa hasta la saciedad: repetir motivos de la trilogía clásica. Mientras que Lucas lo hace con ciertas frases de Una nueva esperanza, El imperio contraataca o El retorno del Jedi, John Williams lo hace con fragmentos de música de los films anteriores.
Por fortuna, Williams genera también música nueva y si no véase Duel of fates, el que tal vez sea uno de los temas más potentes de la nueva trilogía y que consigue que el duelo de espadas láser estrene Qui-Gon Jinn, Obi-Wan Kenobi y Darth Maul sea uno de los grandes momentos de este Episodio I (lástima que un personaje visualmente tan apasionante como es Darth Maul dure tan poco tiempo y tenga tan poco que desarrollar en la trama cuando bien podría haber sido el Darth Vader de una nueva generación).
Al final, tenemos una batalla final a cuatro bandas: los gungans contra los androides de la Federación de Comercio, los naboo intentando hacerse con el control del virrey y demás de la camarilla de la Federación, Anakin y los demás pilotos contra la nave nodriza y los Jedi contra Darth Maul.
La guerra entre gungans y robots queda desperdiciada debido a un personaje como Jar Jar, la captura del virrey se antoja sin grandes momentos, el fin de la nave nodriza parece un remedo desapasionado del fin de la Estrella de la Muerte (donde la casualidad o los midiclorianos juegan demasiado a favor de Skywalker) y solo el duelo contra Darth Maul parece mantener la tensión aunque nos remonte a una época donde los Caballeros Jedi y los Sith luchaban con unas artes de combate mil veces superiores a las de la trilogía clásica (y entendible por otra parte).

Remarcar el hecho de que el final de la batalla se arregle por el típico final de sortilegio y que nunca ha terminado de convencerme. Me explico: en los cuentos clásicos, si la bruja o el hechicero malvados son destruidos, su conjuro se deshace. Eso ocurre cuando cae la nave nodriza de la Federación de Comercio. Una solución de guion algo apresurada, pero tampoco tan mala. Acaso, ¿no lo hemos vuelto a ver en Los Vengadores con ese ejército chitauri que cae desconectado?
Nos encontramos, en definitiva, con una película bastante vilipendiada. El hype fue demasiado grande, demasiado tiempo sin Star Wars, y niños que se convirtieron en adultos caprichosos o con otras miras. Uno se pregunta si en 1977, con el fandom tal y como se encuentra actualmente, la primera película de la saga hubiera sido el éxito que fue. No quiere decir esto que el Episodio I esté a la altura de ser comparada con el resto, simplemente que, aunque siendo el punto más bajo de La Guerra de las Galaxias (para un servidor), es una película completamente disfrutable incluso cuando se reestrenó en 2012 con un 3D que no estuvo nada mal.
Star Wars. Episodio I. La amenaza fantasma concluye con un desfile acompañado de la fuerza visual de la saga y la música de Williams, pero también con una promesa: lo mejor está por venir, es esa amenaza (ahora fantasmal) la que nos dará lo mejor a medida que se vuelva más real. Nunca he estado más de acuerdo. Hasta entonces, ¡que la Fuerza nos acompañe!

Otra de mis escenas favoritas del Episodio I.

6 comentarios:

  1. Genial el post =) Mola rememorar estas películas... porque no sé si realmente aguantaría volver a verlas (con todos mis respetos) ya que de pequeña me gustaron bastante más de lo que sé que me pasaría ahora. Yo sí soy de las que reniegan totalmente de la nueva trilogía, eso sí, las tres me las vi en el cine XD Aunque para mí esta no está la más baja en el ranking, es la segunda. Pero ya lo comentaré cuando lea tu crítica de El ataque de los clones ^^
    ¡Muerte a Jar Jar! xD
    ¡Un saludo!

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    1. Hola, Elisa =)

      Yo también tenía ese temor, pero bueno, al fin y al cabo lo pasé bien y no creo haber asesinado a alguna neurona más jajaja Espero esta semana ver de nuevo El ataque de los clones, que a esa ya la recuerdo con más cariño.

      Jar Jar no se merece la muerte, pero sí ser carbonita. xD

      Gracias por tu comentario, un saludo.

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  2. Gran crítica! Espero con ansia las otras...

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    1. ¡Muchísimas gracias! A ver si puedo ver de nuevo El ataque de los clones pronto y hacer la reseña para esta semana o la siguiente.

      Un saludo y gracias =D

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  3. Podría hacer un comentario muy extenso sobre esta entrada, pero voy a ser breve (todo lo que pueda claro). Primero, creo que debo de ser una de las poquísimas personas que no odian a Jar Jar, xD. En cuanto al 3D, me parece un timo, recuerdo que un antiguo me dijo de ir a verla al reestreno en 3D, y ahora mismo me alegro muchísimo de no haberlo hecho, ya disfruté con esta película una vez en el cine, y con eso me basta. A mí me gusta la nueva trilogía, pero con el tiempo he terminado pensando que Star Wars estaría bien si fuese sólo una trilogía, y eso que la nueva me gusta, ahora que la que pretenden hacer ahora mal rollo me da... ¿no les basta con el universo expandido que ya hay? Podrían gastarse el dineral que fijo que invierten en las futuras películas en algo mejor, y ya no sólo de Star Wars, que a veces se gastan millones para hacer una cagada de película. Lo que más me molesta de Lucas es su extraña manía por retocar siempre la saga, me parece absurdo que haga cosas como por ejemplo en el Episodio I, cambiar el muñeco de Yoda por el de ordenador.

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    Respuestas
    1. Jar Jar es un caso... complicado.

      Sobre el 3D, no me decepcionó tanto, pero tampoco colaboró para engrandecer la película.

      En cuanto a la nueva trilogía, miedo me da.

      Con respecto a los retoques, George Lucas es el creador y hay que tenerle en cuenta, aunque él a veces no tenga tanto en cuenta a los fans.

      Gracias por tu comentario y disculpa por responderlo tan tarde. :/

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