Crítica del cómic Marvels. La Era de los Prodigios; creerás en los superhéroes, pero sobre todo en los humanos

La grandeza de los superhéroes.
La fuerza de Marvels radica en su poder desmitificador. No nos narra las hazañas de los superhéroes, que quedan en otro plano, sino de los secundarios habituales de este tipo de cómics. E irónicamente, no tiene un desenlace precisamente feliz. ¿Cómo no aplaudirlo?
Un homenaje a una
de las grandes historias.
Uno de los aportes más interesantes de la adaptación cinematográfica de Watchmen (Zack Snyder, 2009) es la introducción, con la música de Bob Dylan, donde se cuenta cómo los vigilantes enmascarados cambiaron el universo. Muchos siempre nos hemos sentido fascinados por esa escena con tanto de What if…? ¿Y si los superhéroes fueran reales? ¿Y si salimos a la calle y encontramos la batalla de turno entre Spider-Man y el Duende Verde? ¿Y si alzamos la cabeza y vemos a los Cuatro Fantásticos? ¿Y si…? En esas respuestas nos sumerge Marvels. La era de los prodigios, una obra fundamental del mundo del cómic y, más especialmente, al género de los superhéroes al cual rinde tributo. Y surge en un momento complicado, los oscuros años ´90 en el tebeo de superhéroes, reivindicando así todo lo bueno de los metahumanos.
Porque no nos engañemos, Marvels forma parte de una familia de obras que te devuelven la fe en el medio y en el género donde encajan. ¿Quién no ha perdido alguna vez las ganas de seguir leyendo cómics de superhéroes por los designios editoriales o similares? Muchos entre los que me incluyo, pero tebeos como Marvels de Kurt Busiek y Alex Ross hacen que recordemos porqué nos gusta el noveno arte. Y no puede haber mayor regalo que ese.


Los superhéroes según Alex Ross y Kurt Busiek.
Los primeros autores de los cómics no tardaron en comprender que la grandeza de los superhéroes se remarcaba cuando sus historias no iban solo sobre superseres, sino también sobre la gente normal, la gente de a pie. Por poner un ejemplo, Spider-Man no sería tan importante si no contase con un mar de grandes secundarios: tía May, J.J. Jameson, Flash Thompson… Es ahí donde radica la capacidad de que el lector empatice y la sensación de maravilla sea tan poderosa.
Y uno de los aciertos de Marvels es que la voz cantante no está en los superhéroes, sino en el ciudadano de a pie.
Marvels es un homenaje a todo lo que significa el Universo Marvel y no es solo su parte superheroica, que también, sino su lado humano (una de las características de La Casa de las Ideas, ¿no?). Por eso es tan acertado que la historia esté narrada desde el punto de vista del fotógrafo Phil Sheldon, tan condenadamente humano. A través de él conocemos los grandes eventos, pero también vemos a los seres humanos como son. Seguramente, el Libro Dos, en el que se abarca la histeria antimutante entre otros hechos, es el mejor número al entregarnos esa reinterpretación de qué hubiera sido nuestro mundo si hubieran existido los llamados Prodigios.
La llegada de Galactus.
Marvels se compone de cuatro libros que nos sitúan en grandes eventos de la Casa de las Ideas. Al principio, tenemos el nacimiento de los superseres con la Antorcha Humana original, el génesis de varios vigilantes enmascarados y héroes como el Capitán América y los Invasores. En el segundo volumen, somos testigos del comienzo de La Edad de Plata con los Cuatro Fantásticos, Los Vengadores, Spider-Man… y se aborda un tema importantísimo: la discriminación del colectivo mutante, que no es sino otra forma de representar la discriminación de cualquier colectivo de nuestra realidad. La tercera parte trata sobre la llegada de Galactus y la última sobre la muerte de Gwen Stacy, una de las historias más emblemáticas del Trepamuros[1].
Todos estos sucesos, incluso los que vemos de refilón como el primer cambio de formación de Los Vengadores o La Guerra Kree-Skrull, podría haberse quedado solo en un tributo, pero no, se nos ofrece algo más, el punto de vista de los seres sin poderes que habitan este mundo, un montón de ideas vistas como si fueran nuevas (la forma de machacar a los héroes tras salvarnos) y se indaga así en la psicología de los personajes y su universo (véase la razón por la que el editor J.J. Jameson se comporta así con los superhéroes).
¿Y de qué manera se capta la realidad en nuestro día a día? A través del periodismo, no es raro que Busiek y Ross lo usen como punto sobre el que gira gran parte de la historia.
Kurt Busiek logró empezar a labrar su nombre en el mundo del cómic cuando aún era un freelance. Más tarde, llegaría otro de sus homenajes a los superhéroe, la conocida Astro City. Busiek consigue en Marvels cumplir con una historia que no une a la gente más normal del Universo Marvel, superada por circunstancias increíbles y que no ayuda a extender y entender el Universo Marvel de otra forma. Toda una labor de documentación (Busiek hizo fichas de los cómics mensuales para nombrar evento paralelos), que solo es una parte de la grandeza de este cómic, que logra ir un paso más allá.
Alex Ross conseguiría aquí parte de su fama siendo uno de sus primeros grandes trabajos. El realismo pictórico de Ross convierte a Marvels en una historia tan creíble como su guion. Su trazo y su coloreado mágico hacen que nos sintamos dentro del Universo Marvel, como si estuviéramos al lado de Phil Sheldon. El espectador se maravilla con las recreaciones de Ross como la aparición de la primera Antorcha Humana, los Cuatro Fantásticos, Los Vengadores, la llegada de Galactus… Cada viñeta es un cuadro que no gustaría a poner en nuestro templo del noveno arte.
Cuando el cómic concluye, nos damos cuenta de que ha sido un viaje sobre cómo perder la fe y su final no nos presenta nada optimista, sino humano, que es lo que impregna cada página de este cómic.

Marvels. La era de los prodigios sigue siendo un triunfo en el mundo del cómic, un ejemplo de porqué el género de superhéroes debería existir: por su capacidad para hacernos soñar con ser mejores de lo que somos, ya seamos superseres o fotógrafos



[1] El tebeo rehúye del uso de las onomatopeyas, salvo la más famosa de la historia del cómic: la perteneciente al cuello de Gwen Stacy al partirse accidentalmente.

2 comentarios:

  1. Apasionada reseña, como bien merece este sobresaliente cómic. Una joya que debería estar en cualquier estantería de quienes se hagan llamar amantes del noveno arte. Tanto si te gusta el mundo de los superhéroes como si no, me parece un imprescindible. Uno de los últimos cómics con la magia propia de los cómics ideados por el mismo Stan Lee y Cia. Un regalo para los sentidos.

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    1. Completamente de acuerdo contigo. Uno de los mejores cómics que he leído este año y en mi vida. Ojalá hubiese más joyas así.

      Un saludo y gracias por el comentario.

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