Onward, la magia de los hermanos mayores

Onward-Pixar
Lo nuevo de Pixar: Onward. Fuente: Disney.


Después del chasco de que Disney+ haya estrenado ese fenómeno que es el musical Hamilton sin subtítulos, al menos nos hemos llevado una alegría este mismo fin de semana al poder ver Onward. Como suelo decir, la animación siempre es una técnica que me resulta fascinante por cómo hace posible lo imposible y de eso va esta historia, a la vez tan mágica y tan mundana que es Onward.

Pero ¿de qué va? En un mundo de cuento de hadas, la magia ha perdido su valor y la gente prefiere la tecnología. Sí, hay elfos sin encantamientos, mantícoras que han montado negocios para familias, unicornios que buscan en la basura, centauros policía..., pero la gente ya no sueña con lo imposible. ¿Y qué somos sin los sueños? Onward se centra en dos hermanos elfos, Ian y Barley, que crecen sin su padre tras que fallezca después de una larga enfermedad... O, al menos, es así hasta que, cuando cumplen cierta edad, su madre decide darles el último regalo que les dejó su padre: un hechizo para que él vuelva de la muerte durante un día que los hermanos podrán pasar con él. Pero ¿cómo lograrlo si Ian es un adolescente tímido que acaba de empezar en el instituto y es incapaz de sacarse el carné de conducir o hacer amigos, mientras que Barley, el hermano mayor, es un heavy que adora los juegos de rol y prefiere seguir siendo un eterno Peter Pan?

Pese a la tibieza de las críticas (las mismas que han adorado otros subproductos recientes) y que fue una de las películas afectadas por el COVID-19, esperemos que su segunda vida en las plataformas (aunque sigue en cines) logre reivindicarla como toda una carta de amor hacia el lado mágico de la vida, hacia los hermanos mayores que se convierten en padres cuando se pierde a uno de los progenitores y sobre la idea de crecer a través de viajes que no aceptan autopistas, sino "sendas peligrosas" como en las novelas de fantasía épica.

Por suerte, frente a lo insustancial de esa cuarta parte de Toy Story (que fastidió lo que era una trilogía perfecta), Pixar parece haber vuelto a la buena senda con Onward a la hora de realizar este homenaje a los juegos de rol, la fantasía, el cine familiar de los '80 y la búsqueda de uno mismo en medio del caos de la adolescencia. Y sí, acabamos con alguna lágrima y, en ellas, se reflejan esas ganas de seguir buscando lo imposible, aunque sea a través del cine.


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