Crítica del libro: Coraline de Neil Gaiman, un viaje fantástico a otro mundo

Gato y Coraline, según la adaptación cinematográfica basada en el novela de Neil Gaiman de la que os voy a hablar en esta entrada a modo de comentario. Fuente.

“¡Nombres, nombres, nombres! Los nombres son lo primero que desaparece cuando se extingue el aliento y el corazón deja de latir. Los recuerdos permanecen más con nosotros que los nombres”- Fantasma.


Ilustración de Chris Riddell sobre CoralineFuente.
Cuenta Neil Gaiman que el origen de Coraline se produjo cuando, una vez, le preguntó a su hija qué había hecho ese día y ella le contestó que una bruja la había encerrado el sótano, pero que ella la había vencido y había escapado con los fantasmas de los niños que la bruja había aniquilado. Como ya hizo una vez cuando su enfadado hijo le dijo que desearía cambiar a su padre por dos peces de colores (y que daría pie a un cuento escrito por Gaiman e ilustrado por Dave McKean), a Gaiman le llamó tanto la atención que ahí surgió la novela corta que acabaría titulando Coraline, en honor a un nombre que escribió mal (pero que le sonaba a uno auténtico).

Coraline es la historia de una pequeña que se muda con sus padres a una vieja casa. Debe pasar lo que queda de verano allí, enfrentándose al aburrimiento, porque sus padres no le hacen ningún caso, pero cuando descubre una puerta secreta que la lleva hasta un mundo paralelo donde puede tener todo lo que quiera, se dará cuenta de que existen horrores peores a los que plantar cara. La Otra Madre le promete todo lo que ella quiera, un mundo feliz; a cambio, Coraline solo deberá renunciar a sus ojos y permitir que le cosan unos botones en su lugar… Pero ¿dará todo Coraline por ser feliz?

Neil Gaiman teje de un modo maestro esta historia que, en algunos aspectos, se hermana con Alicia en el País de las Maravillas. Mientras que en el clásico de Carroll, Alicia viajaba por un mundo fantástico (no sin cierto halo siniestro), Coraline es una niña que tiene que aprender también a afrontar lo que desea (y lo que no), además de esquivar a una peligrosa bruja de otro mundo. Esa fuerza del mal capaz de conceder deseos, nos recuerda a la villana de El océano al final del camino, mientras que el enfrentamiento de una joven con la idea de perder a su madre nos evoca a la fantástica película, escrita por Gaiman y dirigida por el fantástico Dave McKean, Mirrormask. En ese aspecto, en el moral, bien podemos evocar al sobrino del mago de la primera parte de Las Crónicas de Narnia y su decisión de enfrentarse a Jadis y la tentación, con tal de salvar a su madre. Recordemos, no obstante, que Gaiman es un ávido lector y que Las Crónicas de Narnia se cuentan entre sus novelas favoritas desde la niñez.



Coraline y gato, según el particular 
e irrepetible estilo del gran Dave McKean
Fuente.

La magia de Coraline


Coraline es un cuento de hadas, pero como los buenos relatos fantásticos guarda también una serie de importantes moralejas, de enseñanzas, como la importancia de los deseos, la relación con los padres, la búsqueda de la identidad… Eso es lo que hace de esta obra un cúmulo inmortal de hechos que se reflejan en cada lector que decide afrontar esta novela con las manos abiertas y con la mente deseosa de aventurarse en lo imposible.

Pese a lo fantástico, el lado humano no queda apartado. Y eso lo vemos con la relación de Coraline con los adultos. Este tema tocado en tantas obras, es retratado perfectamente por Gaiman, con esos padres demasiado ocupados para hacerle caso a su hija. No es un misterio, por tanto, que muchos lectores evoquen su infancia, cuando los días podían hacerse largos y encontrábamos el aburrimiento del que quejarnos a los adultos. Y es que la confrontación entre el mundo infantil y el mundo adulto es también importante en Coraline, como en todas las buenas historias que merecen la pena y que tocan temas como los que toca esta novela de apenas ciento cincuenta páginas: la infancia, el anhelo, la identidad, la lucha…


Por lo ya comentado, Coraline es una novela fantástica, con elementos indiscutiblemente grandiosos, desde la creación de un mundo alternativo que sirve de telaraña de una monstruosa bruja, hasta animales parlantes, como el gato (uno de mis personajes favoritos); sin dejar de lado las versiones alternativas de los padres y vecinos de Coraline. A lo largo de sus páginas cualquier cosa es posible, como quien dice.

Hay mucho en esas ya nombradas páginas que nos conduce a pensar en los cuentos clásicos, como ese desafío hacia la bruja, o la liberación de las almas de los niños difuntos, pasando, no obstante, por la sombría Otra Madre, como gran villana. Y sí, son elementos clásicos, pero modernizados por el talento de Neil Gaiman a la hora de contar historias (recordad La joven durmiente y el huso).

Hay auténtica magia en el talento de Gaiman para narrar historias, a partir de temas que le encantan como la niñez, los monstruos, los poderes, la magia, etc. Puede que la trama no sea lo más enrevesada posible (algo que tampoco supone que tu historia sea mejor), pero leer a Gaiman (su estilo único, clásico y, a la vez, rompedor) es como sentirse abrigado por el escritor británico y eso, los lectores de la obra del autor, lo agradecemos.

Los espíritus de los niños según Coraline. Fuente.
Por fortuna, Neil Gaiman no sucumbe al acto de edulcorar sin más y relata también la dureza del hecho de crecer, mediante una protagonista femenina fuerte, y con personajes crueles, como la otra madre, y su anhelo de coser botones en los ojos de todos los seres que conoce. La otra madre ha creado un mundo perfecto, pero Coraline tiene que aprender que la perfección, fría y deshumanizada, no es lo mejor que puede tener. Y es que es una villana magistral que asciende al panteón de grandes madres malévolas de la literatura juvenil.

En los apartados más técnicos, dependiendo de las ediciones, el lector puede contar a su vez con el trabajo de Dave McKean en las ilustraciones o la labor de Chris Riddell, otro colaborador habitual de Gaiman (véase su trabajo en La joven durmiente y el huso o próximamente en Neverwhere). Ambos autores tienen su propio estilo y el mayor problema que se le puede presentar al lector es elegir cuál le gusta más. Quizás, incluso acabe llevándose las dos ediciones.

Como anotación, la novela ha contado con diversas adaptaciones, como la película dirigida por Henry Sellick (Pesadilla antes de Navidad) y estrenada en 2009, un cómic creado por Todd Klein y P. Craig Russell (quien trabajó en The Sandman, junto a Gaiman), un videojuego para diversas plataformas e incluso un musical. Tales adaptaciones demuestran el poder de la historia para llegar a otros medios.

Coraline es una obra recomendable tanto para jóvenes como para adultos que quieran aprender una de las importantes moralejas que encierra con llave nuestra protagonista. ¿Cuál? Bueno, mejor atraviesen la puerta hacia el mundo de Coraline y sigan leyendo… Nunca sabrán con qué se pueden encontrar.


Y sí, Coraline también se enfrenta al mismo misterio que el lector por lo que parece. Fuente.

7 comentarios:

  1. Excelente entrada, tengo que leer a Caroline entre sus pocas paginas parece que tiene un gran mensaje, la película me gusto mucho pero parece ser mas contundente el mensaje en el libro. saludos.

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    1. Espero que te guste la novela tanto como a mí. Es similar a la película (aunque en esta añadiesen alguna subtrama más), pero leer a Gaiman, para mí, es siempre como encontrarme con un amigo al que hace tiempo que no veo y eso es un plus. :)

      Muchísimas gracias por tus palabras. ¡Saludos!

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  2. Laura (a través de RRSS)18 de enero de 2017, 14:25

    yo vi la peli

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    Respuestas
    1. Cuando nos dejen en paz con los exámenes y los trabajos (algún día), si te apetece, la lectura de la novela es muy recomendable. Está muy bien, aunque es muy similar a la película (donde solo se agrega algún personaje o subtrama más). :)

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    2. Laura (a través de RRSS)18 de enero de 2017, 15:36

      Carlos J. Eguren encantada la leeré en cuanto estemos libres :) (=pronto)

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  3. Conrado (a través de RRSS)22 de enero de 2017, 11:17

    Vista la peli, leído el libro y leído el cómic también.

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