Y sí, por fin ya he logrado la colección de Juego de tronos en la versión de Gigamesh.
Parafraseando a Tyrion Lannister, la mente necesita de libros como una espada necesita de una piedra para afilarla. Hace un par de semanas regresé al mundo de Juego de tronos a través de su serie. Lo hice llevado por la nostalgia y por las ansias de refrescar una de mis obras favoritas, pese a lo crítico que he sido con el desenlace. Y mientras volvía a vislumbrar Poniente, recordé lo mucho que me gustó leer el primer libro (justo cuando se cumplían veinte años de su publicación).
Así que volví a la lectura de Choque de reyes, su segunda parte. Siempre me he caracterizado por el hecho de “ir por libre”, no por ser un esnob, sino porque me suelo perder en otras cosas y una de mis debilidades son las historias (me hacen ojitos y es inevitable que no me fije en ellas). Ahora, que los libros de Martin parecen haber quedado atrás (aunque puede que revivan con Fuego y sangre y la serie The House of Dragon), es cuando yo regreso a ellos.
Con su lectura, disfruto de todo el
“alimento” que hay en los libros de Martin. Otros autores de género fantástico
moderno tienen un estilo demasiado plano para mi gusto (pueden tener buenas ideas o ser prolíficos, pero no consiguen saciar mi búsqueda de una buena historia). Como eterno aprendiz de
juntaletras, siempre llevo un cuaderno conmigo donde apunto frases, metáforas,
diálogos, ideas… que surgen mientras leo. En el caso de Martin (y de otros autores que admiro: Bradbury, Moore, Gaiman, Le Guin), no puedo pasar
una página sin toparme con varias que incorporar a esa caja de herramientas que todo autor lleva consigo cuando se pone a escribir.
El
problema es que, por un motivo u otro, no tenía los tres libros siguientes ni creía
que tuviese suerte en la búsqueda de los ejemplares de la mejor edición de
Gigamesh. En su día, solo conseguí las ediciones de bolsillo de los dos primeros. Y esto podía suponer un adebacle.
Me gusta cazar libros, buscar ediciones antiguas descatalogadas o perdidas, intentar saber qué ha sido de esos volúmenes... pero lograr los cinco tomos (o alguno de ellos) podía ser una caza digna de un dragón (o un jabalí si se es Robert Baratheon). La editorial Gigamesh llegó a hacer ediciones cortas por el problema de la crisis económica, había versiones en dos tomos, el mercado de la especulación ya se ha puesto en marcha... Como sabréis, Gigamesh se ha quedado sin los derechos de la saga, debido a que los agentes de George R. R. Martin pedían una gran suma para renovarlos (como curiosidad: 5.000€ costaron los derechos de la primera novela cuando esta no era conocida en nuestros lares... La cifra actual debe ser una millonada). Eso ha hecho que los libros estén descatalogados, a la espera de que otra editorial (como Plaza&Janés, que ha editado Fuego y sangre) reediten la obra (seguramente en una edición sin las ilustraciones de Corominas y con la posibilidad de que tenga otra traducción, pese a que Alejo Cuervo ha comentado que será una transición suave y permitirán que se usen términos de las traducciones de Gigamesh como Rocadragón, Guardia de la Noche, etc.).
Por tanto,
mi única esperanza era hacerme con los libros de segunda mano en un mercado
donde la especulación lleva a que cualquier volumen descatalogado alcance unas
cifras desorbitadas. A mi mente venía una y otra vez el fracaso al encontrar la edición en tapa dura de cierto volumen de La Torre Oscura (tengo todos salvo uno, uno que no ha vuelto a reeditarse desde hace más de una década y desconozco el motivo exacto). Así que antes de adentrarme en esa noche oscura que
alberga horrores que es Internet, preferí ir a otro sitio, a esa particular
Invernalia que es La Laguna. Desde mi época de estudiante, guardo un enorme
cariño hacia esta ciudad, sus días nublados y gélidos (salir de la universidad a las ocho de la tarde podía ser el equivalente a convertirte en un Caminante Blanco), su ambiente universitario digno de la Ciudadela y la
posibilidad de encontrar joyas literarias en los sitios más insospechados. El pasado jueves, gris y tormentoso, me perdí en una librería de
segunda mano y justamente allí, en la segunda mesa, uno encima de otro, estaban los cinco volúmenes, con una traducción
estupenda, las ilustraciones de Enrique Corominas, la tapa dura y el
cuidado de una buena maquetación.La mejor edición. ¡Por fin!
Es sencillo hacerme feliz (dame un libro y ya pasaré horas y horas de gran contento). Cinco libros de fantasía y un cuaderno para anotar ideas son suficientes para hacer que mi mente vagabundee por un mar de posibilidades llamado Imaginación. Ahora continúo con el visionado de la serie y con la lectura de los libros, hallando en ellos un modo de crecer como lector y autor, y disfrutar a mi propio ritmo de sagas que, debido a las prisas, quedan a menudo relegadas por un fandom que ama encontrar nuevas historias lo más rápido posible.
De todo esto, he
aprendido que siempre hay gozo en volver a aquello que alguna vez nos colmó de
ilusiones, que las librerías de segunda mano son aliadas en tiempos caóticos y que
cada uno debe trazar su propio rumbo en el mundo de fantasía, aunque sea tan
despiadado y único como Poniente. La caza de sueños continúa. Nunca cesa para un lector.
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