Crítica de Mistborn 1: El Imperio Final (Nacidos de la Bruma) de Brandon Sanderson

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Mistborn (Nacidos de la Bruma) es la saga con la que Brandon Sanderson ha empezado a revolucionar el género fantástico (junto a El Archivo de las Tormentas). Fuente.

“Nunca quise ser temido. Si lamento una cosa, es el temor que he causado. El miedo es la herramienta de los tiranos. Por desgracia, cuando el destino del mundo está en juego, usas las herramientas que tienes a mano".

Allá por 2016 me terminé Elantris, que fue mi primera aproximación a la literatura del escritor Brandon Sanderson. Si bien vi puntos positivos en ella (como su sistema de magia o su premisa), el estilo me pareció bastante simplista y se perdía en demasiadas explicaciones y en una acción poco desarrollada por personajes que se quedaban solo en el estereotipo. Compaginar su lectura con La primera ley de Joe Abercombie tampoco jugó a su favor: si bien el sistema de magia de Abercrombie es casi inexistente, en todos los demás campos vapuleaba al escritor estadounidense

No obstante, con Elantris hablamos de la primera obra publicada de Sanderson (que no la primera escrita, escribió más de diez novelas antes de ver una en las estanterías) y, a través de su comunidad de seguidores, también descubrí los problemas que había habido con las traducciones de las primeras ediciones, a cargo de Rafael Marín. Sería Manu Viciano quien se encargaría de una nueva revisión y de las siguientes traducciones de otras obras de Sanderson. La mejoría se nota. En esta nueva edición, con una nueva cubierta más acorde a la historia (a cargo de Marc Simonetti), solo he pillado una confusión al referirse a Rashek como el kandra de Kelsier (que creo que es importante).Así que si estabais esperando una buena edición para leer a Sanderson, está es la oportuna.

Todo ello apoyado por una gran red de fans que ha ido formando poco a poco una comunidad en torno a ese universo compartido de Brandon Sanderson: el Cosmere, donde transcurren muchas de sus obras (al estilo Universo Marvel, pero con literatura fantástica). Así que decidí, tras leer varias de sus entrevistas, consultar su guía de lecturas y escuchar muchos comentarios positivos (también me ayudó escribir sobre su concepción de la literatura), comenzar con Nacidos de la Bruma (Mistborn): El Imperio Final.

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¿Y si el Señor Oscuro hubiese ganado? Fuente.

Contra el tirano

Nacidos de la Bruma es una saga compuesta de varias eras que transcurren, como su nombre indica, en diferentes períodos cronológicos dentro del mismo mundo. El Imperio Final es su primera entrega. Nos presenta un mundo devastado, cubierto de cenizas, donde impera una extraña bruma y que es controlado por la dictadura despótica del lord Legislador, una figura que no solo es mesiánica, sino divina. Nadie lo ha vencido nunca, es inmortal y gobierna con puño de hierros en un sistema de castas que ha doblegado a la ciudad de Luthadel a diez grandes casas aristocráticas, pequeños burgueses y, sobre todo, los esclavos skaa.

Kelsier, un skaa que tiene poderes alománticos, decide llevar a cabo una rebelión: robará el atium, un poderoso metal del que depende el poder del Imperio, y se enfrentará al mismísimo lord Legislador. Para ello, recluta a una banda de delincuentes con los que trazará su plan. Entre ellos, está una joven skaa llamada Vin, que resulta que también es una alomántica. En su interior se guarda un gran poder, pero ¿será suficiente para derribar a dios?

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Mistborn ya ha dado su salto a los juegos de rol, como vemos en esta imagen. Fuente.

Los mundos de Sanderson

Contra pronóstico (por cómo suelo entender al fandom), los seguidores del autor son uno de los mejores aspectos de la obra del escritor. Sus aficionados suelen dar la bienvenida a los nuevos lectores, sobre todo para compartir sus teorías e intentar descubrir nuevas visiones de la obra. Por suerte, no suelen caer en tantos debates estériles sobre si Brandon Sanderson es el mejor escritor de fantasía actual, como sí caen otros aficionados de otros autores. Brandon Sanderson es un autor heredero de la fantasía, sí, pero también de otros géneros, que se caracteriza por la construcción de mundos y personajes, y por sus influencias de diferentes campos como los videojuegos. Todo ello se percibe en el primer volumen de Mistborn, un soplo de aire fresco (o bruma).

Como el propio Brandon Sanderson la ha definido, la novela El Imperio Final tiene una parte que recuerda a películas de atracos como Ocean’s Eleven y, por otro lado, hay cierta influencia de la novela de aprendizaje y de clásicos como My fair lady, con el personaje de Vin pasando de ser una mendiga a tener que fingir ser parte de la aristocracia. Añadimos a todo ello la parte más interesante: la construcción del mundo o el worldbuilding que ha hecho conocido a Sanderson en la última década (más allá de lo prolífico y cumplir con las fechas de publicación de sus obras). Siendo honestos, en El Imperio Final no percibo que el autor caiga en el infodumping (en dar información porque sí), pero hábilmente, gracias a Vin (quien nos representa a la hora de descubrir este nuevo mundo), vamos aprendiendo sobre todo sus secretos: el Imperio, los estamentos, la ciudad, los ejércitos, el poder de los metales, la religión… Sanderson nos va presentando todos estos elementos poco a poco, sin lanzarnos al vacío como sí hará en El camino de los reyes, la primera obra de El Archivo de las Tormentas (una de las obras preferidas de Sanderson en Dune de Frank Herbert, que hace algo similar). Aquí sí tenemos una serie de paracaídas para que el hecho de conocer este mundo sea más fácil.

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Los inquisidores cumplen con los designios del lord Legislador. Son muy poderosos y persiguen a los alománticos. En sus ojos, clavos. Fuente.

Sobre la visión de los estamentos, Sanderson aprovecha para aludir a una casta repudiada que son los skaa, que recuerdan a los esclavos romanos, los esclavos negros o incluso a los judíos. El escritor aprovecha para hablar de cómo todos ellos podrían unirse si tienen a un mártir en el que creer. De este modo, nos reconduce a la importancia de los símbolos, la fe y las creencias.

Otro elemento que Sanderson recoge de la historia clásica es que el Emperador es visto como una figura divina, como los faraones egipcios. En este caso, no es simplemente una mención, sino que el lord Legislador juega con un grandísimo poder, pero, al final, resulta que su batalla final es bastante precipitada para mi gusto y, donde algunos ven originalidad en el anticlímax, yo veo cierta rapidez por comenzar el siguiente volumen.

“No se puede matar a Dios. No se puede derrocar a Dios. Tu rebelión… ¿Crees que no la he visto venir antes? ¿Crees que no he destruido ejércitos enteros?¿Qué hace falta para que dejéis de dudar? ¿Cuántos siglos debo demostraros lo que soy antes de que los idiotas skaa veáis la verdad? ¿A cuántos he de matar?”.

Un dato biográfico (y muy conocido) del autor es que es mormón y fue misionero durante una etapa de su vida. Ya en Elantris la religión era un tema recurrente, aquí el autor vuelve a utilizar el tema, pero de un modo más interesante. Para ello, usa a los inquisidores y la creencia del falso dios y la fe que alimenta las religiones. Por supuesto, el personaje de Sazed será fundamental en este punto, ya que almacena información sobre todas las religiones. Y no, en ningún momento, Sanderson nos intenta vender la necesidad de religión, algo que se agradece.

Si un aspecto notable tiene esta novela es que sentimos que Sanderson ha creado un mundo que se siente real. Aquí hay que señalar el sistema de magia, que se inspira en los estudios de bioquímica de Sanderson, y que nos habla de cómo los alománticos pueden controlar diferentes metales que les dan una serie de poderes; más tarde, surgen los feruquímicos que son aquellos que usan su propio poder, almacenado en metales, para recurrir a él cuando es necesario (puedes almacenar tu fuerza, juventud, destreza... y usarlos cuando lo veas oportuno a través de esas reservas de poder). Poco a poco, va ampliando su propia mitología y construyendo interesantes aspectos en lo que es uno de los puntos fuertes de El Imperio Final.

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El personaje de Vin empieza su viaje en el primer volumen: desde una esclava hasta toda una rebelde alomántica del bando de Kelsier. Fuente.

Héroes y villanos

Otra cuestión donde creo que Brandon Sanderson mejora desde Elantris con El Imperio Final es en la creación de personajes. Aquí se sienten más realistas y, poco a poco, todos nos van ganando.

El favorito de muchos es Kelsier, el Superviviente de los Pozos de Hathsin, atormentado por su pasado y deseoso de vengarse del lord Legislador. Kell se convierte en el improbable mentor de Vin. Siempre tiene algún comentario irónico o algún golpe en la mesa como líder de la banda. Es puro carisma y, forma progresiva, vamos descubriendo cuál es su auténtico plan a la hora de enfrentar a los nobles para así llevar a cabo una revuelta skaa que le permita enfrentarse al lord Legislador y vengar a su amada Mare, que murió en los Pozos y que, supuestamente, lo traicionó. Gracias a él, no solo descubrimos los demonios internos del Imperio, sino también la alomancia. No obstante, para ser alguien que creía tanto en un undécimo metal desconocido, hubiera sido interesante que estudiase algo más, como hace Vin, ya que es una parte que será clave en el desenlace. Ahí se me derrumba un poco la propuesta, pero puedo encontrarle distintas explicaciones (que estaba cegado por la venganza, que no tiene el poder de su discípula...).

En cuanto a Vin, ella es nuestros ojos en la obra y creo que evoluciona de un modo pertinente; no me molesta que pase demasiado tiempo en los bailes o que se enamore de un aristócrata como Elend; en cierto punto, defiende a los aristócratas como su amado pese a que ha visto a otros matar a los skaa como si fueran menos que animales. Es una cría y hay que entenderlo: los personajes no tienen que ser perfectos. Como bien dice Kelsier, es contradictoria y creo que cumple con cierto arco del personaje cuando aprende lo que es la amistad: no dejar a nadie atrás. No me complace tanto que pese sobre ella el tema de ser una especie de elegida: tiene poderes sobresalientes y es mejor que el resto con cierta rapidez, trazando ciertos planes sin demasiada planificación y saliendo estos bien. Pese a que Sanderson invierta tiempo con monólogos donde piensa en Elend y en si toda la aristocracia es así, o piensa en su hermano (el cual la maltrataba), también hubiera estado bien que se debatiese también en la sangre que derrama. Por otra parte, el pasado de su madre (una skaa que perdió la razón y mató a la hermana pequeña de Vin) es un hecho que me ha interesado mucho a la hora de desarrollarla.

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Tarjeta del personaje de Vin en el juego de rol. Fuente.

Mi tercer personaje favorito ha sido el criado Sazed. Pertenece a los terrisanos, famosos por ser bibliotecas andantes, guardadores de religiones y conocimientos. Aunque se han convertido en una especie de esclavos de los aristócratas, su gran poder y sabiduría han hecho que quiera saber más de ellos. Si bien es un personaje que sirve de llave del mundo, sus intervenciones donde explica el mundo, los poderes de su raza y sus reflexiones sobre las religiones y otros personajes no se me han hecho pesadas ni creo que pequen de dar información porque sí. Es más, es el personaje que más me ha ganado con sus pensamientos sobre lo que está ocurriendo y sus diálogos con Vin.

Personajes como Ham, Dockson, Clubs o Fantasma quedan relegados a un segundo plano, aunque tengan su función en la obra (para explicar a los mercenarios, cómo funciona cierto metal, cómo es la vida de los skaa en el campo, qué es ser un ojos de estaño…), pero puede que los más carismáticos de la banda sean el borrachín y frívolo Brisa (que siempre tiene algún comentario jocoso) y Marsh (el hermano de Kelsier y líder de los skaa que quieren rebelarse). Por supuesto, todos ellos viven su viaje (con el que conocemos nuevos aspectos de este mundo) y algunos llevan a cabo cambios de bando que me terminan resultando muy interesantes.

Sin embargo, hay dos personajes que empiezan siendo interesantes para después quedarse un poco... a medio camino. Me refiero a Elend Venture, el aristócrata del que se enamora Vin y que acaba siendo algo cargante, y también me refiero al mismísimo lord Legislador. Sí, el gran villano, el dios invencible que gobierna el Imperio Final, tiene un desenlace demasiado raudo, como ya he dicho, ¿quizá porque llevaba tanto tiempo sin ser derrotado que se había vuelto desprevenido? Opino que, en realidad, es porque Sanderson quería saltar al siguiente libro, donde trataría sobre las consecuencias de los actos de los personajes en este primer libro. Puede que este sentimiento hacia el villano surja porque a lo largo de toda la obra descubrimos los pensamientos recogidos en el diario, se profundiza en cómo pudo alzarse este personaje, y lo que nos encontramos después, aunque es un buen giro, es menos profundo de lo que cabía esperar.

Y ya que hablamos de giros, hay muchos en la obra. Llegados a las últimas cien páginas y viendo cómo parece que el plan no se inicia, empezamos a ver cómo las piezas del dominó caeny eso da lugar a algunos momentos brillantes, pero que, nuevamente, nos remiten a las dos grandes influencias de la obra: las historias de atracos donde todo sale mal y las historias de pobres que intentan hacerse pasar por ricos hasta que su coartada se viene abajo.

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Lord Legislador en la ilustración del juego de rol de Mistborn. Fuente.

La fantasía de Sanderson

Lo que queda claro es cierto aire desmitificador que tiene la obra de Brandon Sanderson, con esa idea de que el villano puede vencer y que las profecías pueden ser solo trabalenguas con ínfulas. Aunque hay violencia, no cae en el terreno del grimdark, una cuestión que agradezco, porque el mensaje, aunque devastador en algún punto, también, irónicamente, es esperanzador: podemos cambiar el mundo y no importa lo que una profecía diga de nosotros. Cualquiera puede lograrlo.

En cuanto a la escritura de Sanderson, también he percibido una mejoría en los diálogos, dando algunos grandes momentos (“Si siempre llegas a tiempo, eso significa que nunca tienes nada mejor que hacer” es una frase que usaré más). Sobre las descripciones, hay algunas muy interesantes, pero la mayoría son prosopografías y etopeyas básicas, y cuando describe la acción, se puede volver un poco atropellada en algún punto (que no siempre). Y ya que hablamos de acción, sobre esas escenas de peleas y batallas que ocupan cierta parte del libro, puedo decir que algunas son bastante potentes, tanto que recuerdan a videojuegos o animes, como señalan algunos de los seguidores. Es más, el libro funcionaría perfectamente para crear una serie de videojuegos como la Saga del Brujo de Andrzej Sapkowski sirvió de base para los videojuegos de The Witcher antes de dar su salto a Netflix como serie.

Para concluir este apartado, me gustaría incidir en una cuestión: existe una fina línea entre el contenido y la forma, y hay autores que se centran más en una que en otra. El propio Brandon Sanderson, en sus clases de escritura, habla sobre ello. En el caso de El Imperio Final tenemos una prosa bastante sencilla, sin florituras, salvo en algún caso puntual. Este comentario se repite también en algunas reseñas en inglés, por lo que podemos entender que no es un problema de la traducción. Así que tenemos una obra que se lee de un modo sencillo y sin grandes desafíos para el lector, algo que personalmente no termina de gustarme porque me recuerda a la literatura de aeropuerto o bestseller. Sin caer en la llamada literatura más enrevesada y vacía (al estilo "La noche era oscura y tormentosa"), sí me complacería que la narración ganase enteros. Formalmente, donde podemos decir que más “arriesga”, es que al comienzo de cada uno de los capítulos, Sanderson incluye un fragmento de un diario que se guarda en una de las cámaras del lord Legislador y que podría servir para conocer cuál fue la clave de su ascenso.

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Edición especial de la novela (por su décimo aniversario; disponible en la web del autor). Fuente.

Otro problema que he detectado en la obra es el final, con una Vin que resuelve con cierta facilidad los misterios de la alomancia. No termina de convencerme el giro final con el lord Legislador y su auténtica identidad (algo que ya me imaginaba), pero me parece más interesante verlo de otra manera: que caiga él no importa, lo que importa son los problemas que vienen después. Un asunto que me fascina últimamente es el ¿y qué pasa después? Muchas obras terminan con un final feliz, pero eso es porque no terminan realmente. ¿Qué pasa después de ganar la batalla final? Lo que viene a continuación puede ser más difícil que la propia guerra.

Si el ritmo fue uno de mis problemas con Elantris, en El Imperio Final, Brandon Sanderson lo controla mejor. Más allá del número de páginas de los capítulos (unas quince páginas aproximadamente), suele tener episodios más largos que van hacia otros más cortos a medida que nos acercamos al final, lo que nos lleva a querer seguir leyendo. Un ardid simple, pero efectivo. No obstante, en algunas partes del inicio y durante el aprendizaje, se puede volver más lenta. ¿Lo más crucial aquí? El Imperio Final engancha, algo que Elantris no consiguió conmigo.

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La gran imagen de la que surgen las portadas de la primera trilogía de la saga de Nacidos de la Bruma (Mistborn). Fuente.

¿Un nuevo Señor de los Anillos?

Las comparaciones son odiosas, pero he escuchado a ciertos críticos comentando que Brandon Sanderson es el nuevo J. R. R. Tolkien. Me temo que es muy difícil que haya un nuevo Tolkien, alguien que cree un género e influya en las décadas venideras. En el caso de Sanderson, lo que tenemos es un autor que se caracteriza por la construcción de mundos, aunque él mismo advierte que la importancia de la obra está en los personajes. Para no caer en debates estúpidos, pienso que Tolkien es Tolkien y Sanderson es Sanderson, un autor que todavía está escribiendo y cuya obra será colocada en su sitio con el tiempo.

¿Merece El Imperio Final todo el reconocimiento que está teniendo? Es una pregunta complicada. Pienso que es una buena novela de fantasía, con una excelente construcción del mundo, una premisa llamativa y unos personajes interesantes, pero que no es absolutamente perfecta y que, seguramente, haya que valorarla junto a las dos siguientes novelas (Los Pozos de la Ascensión y El Héroe de las Eras) que concluyen la primera era y plantean preguntas más arriesgadas y valientes. Lo que sí puedo señalar es que la comunidad de fans de Sanderson, que el propio autor incentiva ya sea mediante su actividad en Internet o cumpliendo de modo riguroso con la escritura de su obra, es una de las más activas, volcadas con la labor de un autor y deseosa de que más gente continúe descubriendo el Cosmere. Así que pronto espero continuar con las siguientes obras antes de volver a El Archivo de las Tormentas, considerada por ahora la mangum opus del escritor.

En conclusión, El Imperio Final es el primer paso de una saga que nos entrega un sistema de magia que sirve de modelo para futuros autores, y la moraleja de que todos los símbolos son ideas que pueden derrumbar a tiranos, pero la gran pregunta es: ¿y qué pasa después? Tendremos que seguir leyendo para descubrirlo.

“Si hay profecías, si existe un Héroe de las Eras, entonces mi mente susurra que debe de ser algo que dirige mi camino. Algo observa; algo se preocupa. Esos pacíficos susurros me dicen una verdad que deseo creer con todas mis fuerzas. Si fracaso, otro vendrá a terminar mi labor”.

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Portada de El Imperio Final, el primer volumen de Nacidos de la Bruma, editados en España por Nova. Fuente.
  • Título: El Imperio Final
  • Autor: Brandon Sanderson
  • Saga: Nacidos de la Bruma (Mistborn)
  • Editorial: NOVA (Penguin)
  • Páginas: 672
  • Traductor: Rafael Martín Trechera
  • Tipo de encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta
  • Edición: 2020-09-01
  • NOVASinopsis: Durante mil años han caído las cenizas y nada florece. Durante mil años los skaa han sido esclavizados y viven sumidos en un miedo inevitable. Durante mil años el Lord Legislador reina con un poder absoluto gracias al terror, a sus poderes e inmortalidad. Le ayudan «obligadores» e «inquisidores», junto a la poderosa magia de la «alomancia». Pero los nobles, con frecuencia, han tenido trato sexual con jóvenes skaa y, aunque la ley lo prohíbe, algunos de sus bastardos han sobrevivido y heredado los poderes alománticos: son los «nacidos de la bruma» (mistborns). Ahora, Kelsier, el «superviviente», el único que ha logrado huir de los Pozos de Hathsin, ha encontrado a Vin, una pobre chica skaa con mucha suerte… Tal vez los dos unidos a la rebelión que los skaa intentan desde hace mil años puedan cambiar el mundo y la atroz dominación del Lord Legislador. Más información.
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