Crítica de Millenium Actress, una carta de amor al cine

Millenium actress es una joya de la animación. ¿La conoces? Fuente.

«Dedicó toda su vida a perseguir una sombra».

Ettore Scola dijo que el cine era un espejo pintado y a lo largo de su carrera el director Satoshi Kon nos lo demostró a través del cine de animación, siendo Millenium actress toda una carta de amor al séptimo arte, un Cinema Paradiso que viaja al interior de la gran pantalla para desvelar por qué amamos cada fotograma.

 

La película, todo un ejercicio metarreferencial, cuenta la historia de un director y su cámara que quieren realizar un documental biográfico de la vida de una actriz, Chiyoko Fujiwara, a lo largo de todo el siglo XX. Para ello, Kon mezcla la vida de la actriz con las películas que protagonizó y logra así homenajear a todo el cine japonés que nos ha dejado a genios como Yasujiro Ozu o Akira Kurosawa, entre otros grandes. Todo ello mientras persigue a Chiyoko en su deseo de encontrar a un pintor que conoció en su juventud, malherido y buscado por la represión del gobierno. Ese artista le entregó una llave y le prometió volver a verla. La vida de Chiyoko se convierte en la constante búsqueda de ese creador.

En la literatura, existe el concepto del narrador poco fiable y también está presente en Millenium actress, aunque nos importa poco. Como afirmó Akira Kurosawa, uno de los grandes maestros del cine: «El poder de la memoria alienta el poder de la imaginación. Y esa es la base sobre la que tenemos que crear algo nuevo». Millenium actress es un festín para la imaginación y para la creación de un enfoque nuevo y único; alrededor de toda la película se sostiene el mensaje de que cada uno crea su propia ficción y decide vivirla en todo momento: es lo que hace Chiyoko al inventar y recrear su vida, y es lo que hacemos cada uno de nosotros cuando vivimos una película.

Millenium actress es una historia de amor... y de amor al cine. Fuente.

Aunque es una película que se disfruta todavía más si se conoce la historia del cine japonés y se han visto sus obras más representativas, eso no quiere decir que el espectador que no haya profundizado todavía en el cine nipón no disfrute de la cinta, sino todo lo contrario: es una invitación para que cualquiera que goce del film, desee descubrir más de su cine.

Si ya en Perfect blue y Paranoia agent, Satoshi Kon hacía patente su valía a la hora de causar la sensación de desasosiego, en Millenium actress nos entrega un drama optimista (hasta cierto punto) sobre por qué nos gusta la ficción, por qué amamos el cine y por qué perseguimos aquello que nos hace felices. Por mucho que sea una película triste, queda un atisbo de esperanza; más una sensación que una confirmación en el argumento. Para ello, demuestra un talante como director que permite que su animación sea de un calidad excelente, con unos montajes frenéticos capaces de cruzar realidad, ficción y las diferentes películas a las que rinde culto a lo largo de su hora y media de duración.

Como bien demuestra la actriz con toda su vida y Satoshi Kon con la suya, que acabó de un modo inesperado, pero nos dejó una obra maestra como Mellenium actress, el cine es un espejo pintado y en él se refleja la maravilla de la vida, la real y la ficticia, si no es siempre tan ficticia como esos veinticuatro fotogramas por segundo que decía Goddard.

¿Qué supone una vida a través del cine? Fuente.
  • Título: Sennen Joyû
  • Año: 2001
  • Duración: 87 min.
  • País: Japón
  • Dirección: Satoshi Kon
  • Guion: Satoshi Kon, Sadayuki Murai
  • Música: Susumu Hirasawa
  • Fotografía: Animación, Hisao Shirai
  • Productora: Bandai Visual, Chiyoko Commitee, Madhouse, Works WoWow, Genco
  • Género: Fantástico. Drama.
  • Sinopsis: Hace treinta años, Chiyoko Fujiwara fue la estrella más importante del cine japonés, pero, de repente, desapareció. Uno de sus mayores admiradores, el realizador de documentales Genya Tachibana, viaja hasta el apartado refugio de montaña en el que vive para entrevistarla. Una vez allí, entrega a su ídolo de juventud una vieja llave que encontró entre los restos de su antiguo estudio. Como si la llave hubiera abierto las puertas de su memoria, Chiyoko comienza a recordar la historia de su vida. De esta forma, viaja desde el remoto pasado hasta el distante futuro a través de mil años, traspasando la frontera que separa la realidad de las películas que han formado gran parte de su vida... (FILMAFFINITY)
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