La inspiración, según Gabriel García Márquez

Banner publicitario de Cien años de soledad, en su edición ilustrada por Luisa Rivera. Esta es una de las obras donde Márquez tuvo que buscar la inspiración, tema del que os hablo en esta entrada. Fuente.
 
"La inspiración es una palabra desprestigiada por los románticos. Yo no la concibo como un estado de gracia ni como un soplo divino, sino como una reconciliación con el tema a fuerza de tenacidad y dominio. Cuando se quiere escribir algo, se establece una especie de tensión recíproca entre uno y el tema, de modo que uno atiza el tema y el tema lo atiza a uno. Hay un momento en que todos los obstáculos se derrumban, todos los conflictos se apartan, y a uno se le ocurren cosas que no había soñado, y, entonces, no hay en la vida nada mejor que escribir. Esto es lo que yo llamaría inspiración"- Gabriel García Márquez.
  
Pese a que no siempre soy muy partidario de las opiniones de Gabriel García Márquez, sí he disfrutado de varias de sus novelas, incluso de aquellas de las que no se suele hablar tanto, como es el caso de La hojarasca, libro donde ya están muchos de los pensamientos, temas, tópicos y juegos del escritor colombiano. Siempre destaco, cuando hablo con mis alumnos, la capacidad de Márquez para saber qué contar y, sobre todo, cómo contarlo.
 
Si algo aprecio también de sus pensamientos sobre la literatura es que suele sacrificar la visión más falsamente romántica para abrazar una más realista. En esta cita sobre la inspiración, lo vemos claramente. Todos los escritores sabemos que nos enfrentamos cada día a la hermosa idea que esta en nuestra cabeza y cómo convertirla en letras sobre el papel. Parece simple, pero más de uno hemos sentido que esa gran historia de nuestra cabeza se hace añicos al volverse papel. Es como si fuera bella mientras está en el mundo de las ideas, pero luego queda mancillada al volverse real. Se antoja como una especie de amor platónico que una vez deja de ser platónico, lo que causa es cansancio e incluso asco.
 
Algunos hubiesen hablado de musas, voces que susurran y momentos en los que enloquecen, pero Márquez es más honesto: habla de cómo la inspiración suele pillar trabajando y de cómo supone una ruptura de la tensión entre el tema y el autor. Me parece, honestamente, una de las mejores definiciones que he leído sobre el proceso y de ahí que haya decidido compartirla, porque no siempre escribir es un acto mágico sin más; a veces, hay que buscar esa magia.

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