Crítica de cine: Frankenstein de James Whale, ¡está vivo! ¡Vivo!

Frankenstein, una película extraordinaria con escenas tan oscuras como el encuentro en el lago. Fuente.

“¡Está vivo! ¡ESTÁ VIVO!”
HENRY FRANKENSTEIN (Colin Clive).

Frankenstein comienza con una advertencia para el espectador que no se sienta preparado, pidiéndole que abandone la sala. El espectador se queda, casi por morbo. Comienza el espectáculo de la vida y la muerte. Estamos ante el moderno Prometeo que se convirtió en una de las películas emblema de la Universal, la madre del cine de terror durante varios años.

¿Cómo un film de 1931 puede seguir asustándonos? Los devoradores del cine fantástico hemos sido testigos en los últimos años de macabros fantasmas japoneses, terribles hordas de zombis y demás monstruos de la imaginación. Sin embargo, pocas veces una escena nos ha causado mayor terror que un gigante forjado de cadáveres que juega con una niña junto a un pequeño lago.

La niña, María (atentos al nombre), tira flores que flotan, el monstruo se alegra y decide comprobar si la niña flota, ahogándola (aunque en las versiones originales no llegamos a verla, solo imaginar parte de ella). La bestialidad, a partir de la inocencia. Esta escena es, merecidamente, una de las más crueles, conmovedoras y poderosas del séptimo arte y del cine fantástico.

Por fortuna, la escena se restauró para sus futuras ediciones.


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Sumemos la imborrable escena en la que podemos ver el incendio del molino donde la criatura es perseguida por el burgomaestre y el resto de los campesinos. Cambian el libro, pero crean una cinta muy disfrutable hoy.

Como cabría imaginar, el film, que recibiría el nombre de España de El doctor Frankenstein, llegaría con varias escenas suprimidas, como la de María. Esto ocurrió en varios países más. La sociedad no parecía preparada para aceptar este relato escabroso y trágico.

El director James Whale crearía, como Henry Frankenstein, sin duda alguna, su mejor película. Como curiosidad, el espectador puede vislumbrar algo más de la vida del director en la película Dioses y monstruos, donde Sir Ian McKellen realiza una de sus mejores interpretaciones dando vida a Whale. El halo poético rodea el biopic, donde Whale está enamorado del monstruo, ya que se ve a sí mismo como tal por su orientación sexual y su forma de ver el mundo (criticada muchísimo en la época por cómo se juega a ser Dios).

El reparto cumple bien. El doctor Henry Frankenstein, como se rebautiza a Frankenstein, sería representado por un frío Colin Clive y su jorobado Fritz -¿guiño a Lang?- fue interpretado por Dwight Frye (excelente actor que se encasilló en los papeles de demente con este film o Drácula).

Mae Clarke hace bien como la prometida y dama en apuros, aunque hubiera sido, cuanto menos curioso, ver a la célebre Bette Davis encarnando al personaje (fue considerada para ello). También aparece Edward Van Sloan, en el eterno papel de mentor de lo sobrenatural, alguien que todos ustedes deberían conocer porque fue el famoso Van Helsing del Drácula de Tod Browning y Karl Freund. Aquí Sloan encarna al antiguo profesor de Frankenstein.

Pero el más importante es Boris Karloff, que llegaría a la fama cuando ya tenía cuarenta y cuatro años gracias a este papel. Si en la crítica de Drácula que un servidor realizo para estas páginas, ya tratábamos el tema de lo difícil que fue encontrar un actor, con Frankenstein también pasó lo mismo.

La Universal pensó en no complicarse y poner a Bela Lugosi en el papel de Frankenstein; sin embargo, Lugosi rechazó el papel por no tener diálogos y el tema del complicado maquillaje. En cambio, Karloff aceptaría, encarnado a un ser de aspecto terrorífico. Interpreta como un monstruo, en base a gruñidos y un físico de por sí extraño, al que se añadía un maquillaje más que loable (a cargo del gran creador de monstruos Jack Pierce, que se pasaba varias horas caracterizando al actor) y un vestuario varias tallas más grande para que pareciese mayor. Si yo digo “Frankenstein”, lo más seguro es que usted se lo imagine con los rasgos de Karloff y es por algo. Una bestia inquietante que ha pasado a los anales del cine fantástico. Como curiosidad, si se fijan en los créditos pueden ver que el papel del monstruo no tiene actor fijado, sino aparece una interrogación. Un juego para crear miedo en el espectador, un toque auténticamente original.

Karloff como el emblemático monstruo de Frankenstein. Fuente.
¿La cinta se basa en la obra de Mary Shelley? Curiosamente, no del todo. Universal compró los derechos de una obra de teatro bastante exitosa, no los de la novela. El libreto fue realizado por Francis Faragh y Garret Fort, este último también elaboró el guion de Drácula de Bela Lugosi.

La cinta añadiría elementos que pasarían a formar parte de la historia del monstruo: el fin no ocurre en la Antártida, sino en el molino en llamas, o el aspecto de Karloff, que es la primera cinta que usó el efecto del sonido del trueno. Además, al monstruo de Frankenstein se le llamaría directamente Frankenstein cuando la bestia nunca tuvo nombre y el apellido se refiere a su creador…

La influencia del expresionismo alemán está en los juegos de blanco y negro, que impregnan toda la cinta, sobre todo en secuencias como la del cementerio, nada más empezar (cuando observamos cómo se roban cadáveres). Podemos ver un escenario terrorífico y turbante, con claros guiños a grandes obras, la más visible es Metrópolis (comparemos el laboratorio de Rotwag con el de Frankenstein). También el tema es análogo al que trata El Golem, otra cinta del expresionismo alemán, una de las primeras cintas con monstruos.

No es de extrañar que la película se convirtiese en una obra tan influyente. La moraleja de la obra original es el temor a la creación del propio hombre, a la tecnología, y el deseo de ser Dios. Podemos rastrear esta moraleja en la mayoría de las cintas de corte fantástico (y en los mitos clásicos, de ahí lo de El moderno Prometeo de la novela).

Quizás el mayor problema del film es el final, que se alteró por un happy end cuando el personaje de Víctor debería haber muerto, como figura en el guion y la novela.

Frankenstein nació para ser polémica, pero también recibida agradablemente por crítica y público. La leyenda había nacido.

La novela de Mary Shelley no solo trataba el terror gótico o el halo romántico, sino que también servía para inaugurar la ciencia-ficción y la fantasía. Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley es una novela que ha sido llevada a la adaptación varias veces.


La primera adaptación data de 1910 y es una pequeña curiosidad (de casi veinte minutos), que contaba con la producción del inventor y magnate Thomas Edison. La mejor escena es, sin duda, el nacimiento de Frankenstein, casi como un acto mágico (un muñeco con esqueleto fue quemado y, al montarse marcha atrás, parece que la criatura va surgiendo del fuego).

La segunda es Life without soul, basada muy libremente en la obra original, estrenada en 1914 o 1916 dependiendo de la fuente. Otra adaptación sería Il mostro di Frankenstein en 1921. Ambas películas no se conservan. Una lástima.

Años más tarde, en los 90, llegaría el Frankenstein de Mary Shelley, dirigida e interpretada por Kenneth Branagh. Bastante menospreciada pese a que sea fiel a la novela y suma muchísimos elementos de varias adaptaciones, entre ellas, las de Whale. Otra “adaptación / homenaje” reciente puede ser Frankenweenie de Tim Burton, basado en su propio corto, y que juega con elementos del film clásico de Whale, pero aplicando el papel del monstruo resucitado a un perro traído a la vida por un joven Frankenstein.

Retomando el Frankenstein de la Universal, la película contó con una secuela: La novia de Frankenstein, otra película de culto para muchos aunque lo crucial esté, sobre todo, en ver a la novia de Frankenstein (que solo aparece en los últimos minutos). En la secuela, se llega a caer un poco en la autoparodia y se pierde la gracia del original, pero vale la pena para conocer esta secuela (donde se recupera a Frankenstein de una manera algo dudosa). El tema de la familia de los hijos sin madre y con el rayo y la muerte como padre, seguiría creciendo con El hijo de Frankenstein, la última cinta donde Karloff daría vida al monstruo. Frankenstein ha seguido en el cine, pero sin Karloff nunca fue lo mismo.

Frankenstein es una película de gran importancia, dando fuerza a un género en auge y cautivando a miles de espectadores desde entonces. El monstruo sigue vivo, está en cada uno de nosotros.

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