Ilustración dedicada a la obra de Lovecraft y que bien retrata el horror surgido de la pluma del escritor estadounidense. Fuente. |
«Es una equivocación creer que el horror se asocia inextricablemente con la oscuridad, el silencio y la soledad»
Puede que H. P. Lovecraft haya sido una de las pocas personas que ha tenido confianza en los avances científicos de origen español, al menos, mucho más que sus gobiernos. Suena a comentario malicioso, pero la lectura de Aire frío, escrito por el autor de Providence, y el escrutinio de nuestra realidad no parecen ajenos a esta pequeña broma satírica.
Más allá de la muerte
Aire frío es un relato corto que trata sobre un científico loco, el doctor Muñoz, un español que ha logrado la inmortalidad gracias a terribles trucos y experimentos. El frío es necesario para que siga existiendo y el horror se extiende a la vez que sus años.
Esto, que bien podría ser un simple motivo más, es algo que entra en nuestra cabeza, más preparada si cabe para este horror gracias a ideas como la criogenización o villanos como Sr. Frío (la sombra de Lovecraft y el pulp no se alejan del nacimiento de Batman, queramos o no).
Lograr la inmortalidad o la resurrección mediante el frío no parece tan extravagante cuando uno teclea la palabra «criogenización» en un buscador y, entre las sugerencias, aparece una petición para saber el precio. ¿Quién no querría vivir para siempre?
En este relato hay misterio, suspense y un par de ideas que hacen naufragar nuestro sentido en ese viejo pecado que es el horror por el podría pasar. Esa posibilidad nos hace preguntarnos: ¿preferimos morir cuando nuestros días se agoten o desearíamos ser inmortales, aunque sea a consta de cometer pecados contra la madre naturaleza, de sumergirnos en el hielo de la vileza y el terror?
El temor al frío
Este cuento, escrito a finales de los años veinte se centra, en cómo Lovecraft planea generar el terror en el lector a partir de un miedo que parece propio: el temor al frío. La quebradiza salud de Lovecraft y su temperamento extraño, que le hacía temer lo más insospechado, parece colarse durante la narración. ¿Quién no ha sufrido un vendaval? ¿Quién no ha notado algo extraño en una traicionera ráfaga de frío? ¿Qué horror aguarda en la gelidez de la mañana?
Lejos de dioses temibles y recurriendo a no muertos; tomada la influencia de Edgar Allan Poe, autor cuya fuerza siempre se notó en el escritor de Providence, Lovecraft regala una de esas obras perfectas que leer en una mañana invernal, cuando el viento azota nuestras ventanas y amenaza con desvelarnos los secretos que nos rodean más allá de la vida y la muerte.
Dígame, amigo o amiga, ¿no nota el frío o solo es la mano de la muerte?
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