Westworld: el valor de los últimos dos segundos de su piloto

Muchos dicen que uno de los aspectos más sorprendentes de la buena ficción es la sutilidad. Podríamos llegar a arquear la ceja y poner muchos ejemplos de lo contrario, pero en el caso de la serie de la que os voy a hablar hoy, es cierto que la sutilidad vale la pena y define los excesos de la hora de episodio.

Póster de Westworld, la serie de ciencia ficción de la HBOFuente.
La semana pasada se estrenó Westworld, la nueva y ambiciosa serie de HBO, nueva versión de una popular película de ciencia ficción de los setenta y que cuenta, no solo con un elevado presupuesto, sino con Jonathan Nolan y J.J. Abrams a los mandos de la obra que concibió en su día Michael Crichton y con un reparto encabezado por con grandes actores como Anthony Hopkins como el atormentado dios de este inmenso chiste maquinal y Ed Harris como un siniestro vaquero dispuesto a ser el tipo más terrible de este mundo, mientras busca al creador.


Si bien muchos prometen que Westworld se convertirá en una digna sucesora de Juego de Tronos (se nota que el viaje por el Muro se acaba pronto), para un servidor, el piloto no está al nivel de aquella presentación de Poniente..., aunque tampoco es un mal capítulo y se nota el mimo que han puesto a la serie (basta ver esa introducción, con el compositor Ramin Djawadi). 

A través de una joven robot que cuestiona su realidad y los visitantes a un salvaje y electrónico oeste, la serie nos plantea: ¿qué ocurriría si existiese un parque de atracciones donde los visitantes pueden viajar a un salvaje oeste que les ofrece cualquier oportunidad, incluyendo ser héroes o villanos? ¿Y si ese mundo estuviese habitado por robots que comienzan a tener fallos y tomar conciencia de los atroces seres que los han fabricado? ¿Dónde queda la moral, entre los engranajes y el aceite?

Westworld se toma su tiempo entre homenajes a los grandes de la ciencia ficción (al tema de la robótica que tanto explotase Asimov), al Día de la Marmota y las relaciones de ese western compuesto por robots que parecen ser más humanos que los humanos. Sin embargo, para mí, dos escenas salvan todo este estreno (y de qué manera): la primera es el ataque de los forajidos con una lúgubre versión instrumental del Paint it black de los Rolling Stones (y con mucho de las bandas sonoras de los filmes del oeste). Debilidad propia, lo sé... Incluid a los Rolling y casi cualquier escena me gustará y me parecerá épica. No sé si es por mi afición a la banda, a las escenas de Scorsese o que todo queda genial, incluso un salvaje intento de atraco capitaneado por un vaquero oscuro y su banda de monstruos.

Ah, y luego, la otra escena: los últimos dos segundos.

Sí, no estoy exagerando (y no diré mucho para no spoilear), pero los últimos segundos valen lo suficiente como para darle una oportunidad al siguiente capítulo, porque con la misma sutilidad que la pajarita de papel que le dejan a Deckard, con el mismo delirio de ese diario abandonado de Rorschach, los hacedores de Westworld dejan (con un acto aparentemente nimio, pero cargado de significado) la puerta abierta a una futura rebelión y a todos esos temas que nos fascinan en un género tan asombroso y filosófico como el de la ciencia ficción. ¿Es una revolución merecida o no? No lo sabemos, pero ¿merece la pena esta serie? Sin duda, cada uno juzgará, pero esos dos segundos… esos dos segundos sí, valen.

¿Y a vosotros? ¿Qué os ha parecido? ¿La vais a seguir?

2 comentarios:

  1. La presentación me recuerda a la de Juego de Tronos.

    Recuerdo la película en que se basó, que tuvo una secuela, así que conozco la premisa. No habría imaginado que se podía hacer una serie con esa idea. Pero hay quienes lo hicieron.
    No prometo verla. Ya estoy siguiendo Arrow, The Flash y me enganché con la primera temporada de Mr. Robot.

    Interesante entrada.
    Saludos.

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    Respuestas
    1. Ya me contarás si al final te atreves a verla.

      ¡Saludos y gracias por el comentario!

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