La vida editorial. Fuente. |
Hace
unos días, estuve hablando por Twitter con compañeros juntaletras sobre algunos
errores del mundillo editorial, desde mi punto de mi vista. Por ejemplo, opino
que en España, si no tenemos a nuestros propios grandes, consagrados, es por
falta de apoyo, al menos dentro del género fantástico (donde me muevo), y no por carencia de talento.
Y
también tuve una charla con una amiga que me preguntó por qué me había animado
a autopublicar mi trabajo como escritor. Y se lo comenté, largo y tendido, en
lo que sentí que era más una columna que una respuesta (¡lo siento por ella
mucho! En serio). He decidido fundir ambos temas en el Reto del Juntaletras de
este sábado.
Esta
semana se cumplió un año desde que envié Devon Crawford y los Guardianes del
Infinito a una editorial que buscaba fantasía urbana.
Recuerdo que el mes previo fue una locura escribiendo y corrigiendo, pero lo
conservo en mi memoria con cariño porque me enseñó muchas cosas, incluso cómo
terminar Hollow Hallows, que,
irónicamente, se transformaría en mi primera novela publicada.
La historia editorial de Devon
Sea como sea, un año
después, la editorial decidió publicar otra novela y aclaró que el proceso de
corrección del resto de manuscritos estaba siendo lento. Publican cinco libros
al año, son un equipo pequeño y no dan abasto ni pueden repetir temáticas. Por
estos motivos, se retrasaría
considerablemente la publicación de fantasía urbana.
Como persona (a veces, lo
soy), entiendo el esfuerzo realizado por
los editores de esa empresa para sacar adelante su proyecto en un país como
este. Como autor, sentía pena por haber esperado tanto tiempo y envié el
manuscrito a más editoriales y agencias literarias que, ni siquiera, pudieron
enviarme una negación. Nada. Recuerdo que Stephen
King solía empapelar su habitación con las negativas de las revistas y
editoriales a las que enviaba sus trabajos, pero eso aquí no pasa. Solo se
queda una pared en blanco y la incertidumbre.
Tu pared esperando el no. O el sí. Fuente. |
¿Eres tan malo que nadie
te responde? Puede, seguramente. ¿Están las editoriales tan desbordadas que no
te responden? Seguramente. ¿Está el mercado editorial buscando la moda de turno
(la romántica desbocada) y el youtuber
de millones de seguidores? Levanto la ceja, ¿tengo que responder a esa última
pregunta? ¿En serio?
Sea como sea, doce meses
después, tras confirmar que la editorial no iba a poder publicarla en un corto
espacio de tiempo (ni, tal vez, después), comencé a pensar en la
autopublicación y autoedición. No funcionó mal con Hollow Hallows, aprendí mucho y opino que Devon Crawford y los Guardianes del Infinito merece ser compartida.
Algunos que la han leído les ha gustado. Otros que les he hablado de ella han
querido leerla, como los chavales de mi antiguo instituto, donde di un curso
hace un tiempo. ¿Por qué dejarla guardada hasta que yo mismo la olvide?
Mi idea era que
apareciese en 2017, prepararlo todo en estos meses, pero surgió la idea de
presentarla en un concurso de autores indies
que, finalmente, ignoré a la espera de presentar otra de mis obras el próximo
año. Ya había anunciado Devon Crawford,
ya me había comprometido a publicar esta obra, ya había hablado con bloggers literarios que me han dado la
oportunidad de hacerles partícipes de mi mundo… Tenía que seguir adelante.
Yo, reflexionando seriamente sobre la ideología del OFF y otras cosas de la novela. Fuente. |
En resumen, el camino de
este 2015 y parte de 2016 para Devon
Crawford ha sido el de la frustración al no verla publicada y el de cierto
contento por lo bien que me lo pasé escribiendo. Muchas veces pensaba que
todo era un asco, pero que un día me llamaría alguna editorial o recibiría un
correo; incluso lo llegaba a soñar. Eso no es bueno, una esperanza es un perfecto sistema de tortura. En otras
ocasiones, me consolaba pensando en las aventuras de Devon, Gwen, el
rinocenoide Theophilus, los Erics, mi ardilla con metralleta de
plasma Mundungus y el resto de los custodios.
Podía caminar quince kilómetros el verano pasado mientras pensaba qué estaría
haciendo Devon o Gwen ese verano. Y el mundo, con su mero recuerdo, me parecía menos amargo.
Y ahora sé que es hora de
compartir a Devon Crawford y los
Guardianes del Infinito, porque me gusta, me lo pasé genial escribiéndola, es
una obra que me gustaría leer, es el libro que quería escribir, querría
compartir su historia con los demás y querría devolver el favor a todos
esos autores, libros, cómics, películas, música que me han ayudado durante los
tiempos más difíciles. Y, ante eso, no quiero pasar por ningún aro.
Gracias, Spike. Fuente. |
La autoedición y la autopublicación
Mucha gente cree que la
autopublicación y la autoedición es el remedio cutre para publicar una obra,
pero considero que, una vez conoces cómo funciona el mundillo literario, más
que eso (que también puede serlo en algunos casos), es una solución lo suficientemente buena para que tu texto salga a la
luz.
Las
editoriales, a veces, someten las obras a recortes de palabras, cambios de
escena, quitar capítulos… Te harán eliminar incluso la posibilidad de secuela o
te obligarán a ponerla. No compartirán la idea de que a lo
mejor tengas un personaje que escape de las convenciones. No les gustará que no
se adapten a la moda. Y así, una serie de criterios que, más de calidad
literaria, pueden estar hablando de otras cuestiones. ¿Realmente se preocupan
por crear una obra que sobrepase su temporada de publicación o lo que quieren
es un éxito fugaz que les alimente uno o dos meses?
Hoy, y más en este país,
las editoriales son un negocio sustentado en la idea de que comparten cultura
(habría que valorarlo caso por caso), pero, ante todo, son un negocio (no creo que nadie se sorprenda, pero está bien
recordarlo) donde trabajan muchas personas para tener dinero para poder comer
cada mes, pagar las facturas, su casa… No pueden arriesgarse a publicar algunas
obras, por buenas que sean, si son tan originales que quizás el mercado,
colapsado por las modas, no lo admita.
Esto explicaría el auge
de los libros escritos por youtubers.
En una búsqueda del beneficio inmediato, muchas editoriales piensan que alguien
con un millón de seguidores en Youtube,
en su blog o en redes sociales venderá automáticamente libros a una escala
increíble. De este modo, se ahorran
muchas veces tener que hacer publicidad.
Total, es el libro del Youtuber Tal
y debería vender aproximadamente tantas copias. Ni siquiera hay que comprar
derechos o currárselo en demasía. Hay muchos escritores fantasma que los redactan
y para delante. Puede que esto colase una vez, pero cuando vas a una librería y
la mayoría de los títulos son sobre ser un troll, el Minecraft o la novela de porno para papis del blogger de turno,
canta un poco. ¿Lícito? Si te da para comer cada mes, enhorabuena.
A todo esto, quien ve la
literatura como una forma artística
legítima (quedamos dos o por ahí), aparte
de un negocio (a todos nos gustaría vivir de ello, pero no es mi prioridad,
mi prioridad es que me lean), ¿qué solución le queda? Pasar por el aro del sistema y empezar a escribir modas o ser lo
suficientemente honesto como para escribir lo que le gusta, pero ¿y si no lo
vendes a las editoriales? ¿Y si ellas no arriesgan?
¿Qué pasa entonces? ¿Eh? ¿EH? Fuente. |
La autoedición y
autopublicación se presenta como un punto clave. Vale, si abrimos Amazon o similares y vemos algunos de
los más vendidos, veremos obras que
hacen que nos sonrojemos ya sea por sus títulos: “LA MEJOR NOVELA DE TODA
LA HISTORIA” (humilde, ya se sabe), su portada (el Paint presenta unas
cualidades gráficas inestimables en este punto) o por historias dignas del peor
fanfic (un hombre lobo multimillonario tiene que someter a una jovencita
becaria a una serie de juegos perversos – para pagar a Hacienda, supongo). Pero
hay también obras que valen la pena. Estigmatizar
la autopublicación y autoedición como algo totalmente cutre sería similar a
decir que todo lo publicado por editoriales es bueno, que no comete fallos, que
es estupendo. Y no es así. Hay de todo.
Personalmente, la autoedición requiere de esfuerzo e
incluso de contratar gente para que te maquete, diseñe, corrija y demás tu
libro. Es un desembolso económico importante. Y la autopublicación permite
que esa obra vea la luz sin que tengas que meter ese tórrido romance entre la
mesa de oficina y el látigo de turno. Puedes hacer que tu obra sea tan acorde
con tu visión como quieras ¿y no es eso lo que deseas?
Me
centro: sé que a las primeras de cambio hay que decir que hay editores que
hacen algunas recomendaciones buenas, pero hay que reconocer
que también un grupo de lectores de prueba que lean y sepan de lo que hablan
puede ayudar en este punto. No hablo de una libertad absoluta para publicar lo
primero que te venga a la cabeza, pero sí hablo de la libertad para que no tengas que someterte a los designios de un
mundillo que lucha por sobrevivir, más que por una tarea eficiente y acorde a
ese supuesto de fomentar la cultura.
Escribir así, ya sabéis. Fuente. |
Todo ello conduce a algo
que ya os hablé en su momento: la
vampirización de la autoedición. Tienes poco tiempo para escribir porque
tienes que promocionar, compartir, ayudar en el proceso, dar tu opinión… Pero
considero que es preferible eso a sentirte fuera de todo el proceso. Pierdes
tiempo en otras funciones, pero aprendes de ellas y sabes cómo adaptarte a un
mercado cambiante. Aún así, requiere un esfuerzo. Muchos piensan que los
autores que autopublican son seres cutres que no se esfuerzan, pero nada más
lejos de la realidad. Hacer un e-book o
un libro físico es complicado, que sea bueno (en su contenido) aún más y muchos
autores luchan por ello cada día.
Esto me conduce a una
pregunta que me persigue desde hace meses: ¿para
qué sirve una editorial? La mayoría de sus funciones, hoy, las puede hacer
un autor o las puede contratar él por su cuenta. ¿Sirven para la promoción? En
España, lo dudo. ¿Sirven para dar suculentos adelantos? Tal vez. ¿Sirven para
el ego del escritor? Seguramente. ¿Sirven para repartir los beneficios de modo
equitativo? No. Esta es una de las cosas que siempre impacta a los lectores y
es que un autor puede llevarse un euro, mientras que la editorial, librería, la
imprenta y demás se reparten los beneficios. Recuerdo que mi madre lo comparó
directamente con los agricultores, se matan para tener una buena cosecha y
luego les compran sus productos a un precio ínfimo para venderlo al doble.
En otras plataformas, el autor puede llevarse mayores royalties
que con el sistema editorial que tenemos hoy. Y sí, sé que hay personas que
opinan que los artistas no hacen nada del otro mundo y no tienen que sacar
beneficio económico, pero las he denominado “personas” porque no quiero
insultar a nadie, que podría. Un artista puede (y, a veces, debe) sacar un
beneficio económico que le permita seguir creando.
Lo sabe. Tú también. Fuente. |
Que quede claro que no
descarto publicar algún día en una editorial (ya lo he hecho, ¡les engañé!),
pero, a día de hoy, el sistema de la autopublicación es una puerta que no es
desdeñable. Pensad hace treinta años, cuando esta posibilidad era más compleja,
mucho más. Ahora, siguiendo unos pasos, tu historia, terminada y digna de ser
compartida, no tiene que quedarse en el cajón.
A todas estas, hay
editoriales que editan con dinero del autor. “Tantos ejemplares te costarán
como autor tanto dinero y tendrás que ponerlo y…”. Es lícito, pero también hay
editoriales piratas que engañan al lector, total es alguien ilusionado del que
se pueden aprovechar. Personalmente, yo
no participo en estas cosas. No tengo el dinero ni la paciencia para confiar en
otros a través de relaciones puramente monetarias.
Por suerte, los
escritores podemos recordar lo crucial de nuestro trabajo: que nos lean y
pasarlo bien escribiendo, sentirnos orgullosos de lo que hemos hechos. Algunos
quieren ser famosos o ricos, pero ese camino es arduo y pocas veces se consigue
y menos sintiéndote después orgulloso.
Por tanto, si todas las
editoriales y agencias callan, uno puede
luchar por su cuenta para que su texto sea visible y la autoedición y la autopublicación son más que una posibilidad.
Yeah. Fuente. |
Una entrada muy buena, Carlos. Desde luego, creo que actualmente sobrevive el autor híbrido (el que combina libros autopublicados con libros con editorial). Es la única manera de vivir de la literatura. Eso o ser superventas.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Ana. Es un placer leerte por aquí, teniendo en cuenta tu trabajo como autora y el de tu blog, que hace tiempo que leía (ya me he suscrito para no perderme nada).
EliminarEs interesante. El panorama literario está cambiando mucho. Hace diez años, ¿quién diría que Amazon podía ser un buen medio frente al mercado editorial tradicional? Y lo mejor es que no sabemos qué pasará dentro de otros diez años.
¡Muchísimas gracias por tu comentario, un saludo enorme!
Buena Crónica Carlos. Decirte que con las tecnologías de hoy (INTERNET, maravilloso!), lo que haga una Editorial está al alcance de cualquier persona. Mucho ánimo con tu labor de escritor, no olvides en disfrutar.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, Laura, por leerlo y por comentarlo. Por suerte, una de las cosas buenas de Internet es que permite hacer cosas con las que antes solo soñábamos y que eran muy complicadas. Hoy, es una fácil alternativa contra algunas cosas que están fastidiando el mundillo editorial.
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras y gracias por recordarme la importancia de disfrutar, qué fácil se puede llegar a olvidar a veces. ^^
¡Hola! Tu entrada me ha parecido muy buena y muy completa. Estoy de acuerdo contigo en todo lo que has dicho (función de las editoriales, booktubers y demás). Por mi parte, no he publicado aún mi novela (estoy tanteando las posibilidades de la autopublicación), pero sí tengo unas cuantas experiencias con editoriales que he contado abiertamente en mi blog (hay una sección propia), para que la gente sepa más o menos lo que hay. Yo he tenido de todo, falta de respuesta, respuesta negativa y respuesta positiva, así que no te desesperes. No estás solo. ;)
ResponderEliminarHola, Yersey
EliminarMe alegro de que coincidamos en muchos puntos. El mundo editorial actual creo que está más viciado por algunas cosas que solo por la que debería ser importante: la búsqueda de la calidad. Quizás, la faceta del negocio ha devorado la parte cultural.
Me pasaré por tu blog para leer esas respuestas. Me parece algo muy interesante. ¡Gracias por comentarlo!
Y me alegro de no estar solo en esta batalla de las palabras. Quiere decir que hay más gente que aguarda su camino en este mundo de la literatura.
¡Gracias por tu comentario! ¡Saludos!
Excelente reflexión, Carlos. Valiente, precisa y contundente. Las editoriales no don imprescindibles para que la literatura viva... los escritores sí.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchísimas gracias por tus palabras, Artemisa.
EliminarSiento que, al menos, dentro de este paradigma virtual donde nos movemos, se abren nuevas posibilidades para que nuestras historias lleguen al lector sin sufrir modas, cambios o fines que hacen que otros se lucren más allá del propio autor, que, muchas veces, ni siquiera tiene la mitad de recompensa por una obra que le cuesta un tiempo, esfuerzo y una salud, incluso, que va más allá de los límites.
¡Muchísimas gracias!