El reportero de la calle 42: esta noche, en directo y en exclusiva, un periodista contra su mentira


El ser humano es injusto. No voy a citar todas las barbaridades que hemos realizado como civilización (no tendríamos espacio), pero me voy a centrar en una que tiene que ver con una pequeña película relegada al olvido: El reportero de la calle 42.
Las películas suelen también entenderse en su contexto temporal, pero también en el contexto del espectador cuando la ve. Para entendernos, hace un año, un servidor comenzó un trabajo de fin de grado sobre la visión del periodista en el cine estadounidense a partir del Watergate. Una de las cintas cinematográficas escogidas para el análisis fue la película que ahora comento.
Street Smart (su nombre original) no me sonaba de nada, pese a tener a un actor de la talla de Christopher Reeve y un Morgan Freeman haciendo de villano por el que recibió su primera nominación al Oscar gracias a su papel. Hurm… Era raro, más que aún hoy ninguna de mis almas gemelas de Filmaffinity la haya votado.
Luego, leí la sinopsis. Me quedé con eso de un periodista, Jonathan Fisher (Christopher Reeve), que se inventa un reportaje con un chulo como protagonista y cómo un fiscal identifica a un auténtico proxeneta Fast (Morgan Freeman) como posible fuente, cosa que sirve al tal Fast para librarse de la acusación de un crimen que ha cometido.
En resumen, ficción contra realidad más un thriller que toca también el tema del estado de la prensa y el sensacionalismo. Vaya, era una película que apuntaba a maneras.
Luego, la vi.
El reportero de la calle 42 puede que no sea una película perfecta (pocas lo son), pero sí merece cierto reconocimiento. Más allá de una premisa atractiva, las interpretaciones que no están mal y la estética de la ciudad como personaje amenazador nos recuerda a Taxi driver, por poner un ejemplo.
El reportero de la calle 42 contiene varias virtudes a tener en cuenta: no aburre, la degeneración del personaje de Fisher (como contraposición al ingenuo periodista Clark Kent, al que interpretaba Reeve en la saga Superman), la estupenda interpretación de Morgan Freeman que oscila desde la simpatía hasta la villanía, algún simbolismo muy bueno (esa paloma que escapa, como el alma de un personaje que muere), una trama que acaba convirtiéndose en una pesadilla para Fisher y un final que, aunque rocambolesco, deja claro que la prensa debería examinar más a sus “estrellas”.
Ahora bien, ¿por qué la gente ha olvidado El reportero de la calle 42?

Para completar el trabajo de fin de grado, no se me ocurrió otra cosa que contactar con un par de directores y guionistas de estas películas con periodistas como protagonistas. Por probar…
El realizador que respondió fue Jerry Schatzberg, un hombre pesimista sobre el periodismo y que me dio un par de interesantes respuestas, entre ellas por qué nadie recordaba el film.
Cannon Group, la compañía de los films típicos de Charles Bronson o Chuck Norris, quiso a Christopher Reeve para Superman IV. Reeve aceptó a cambio de que le dejasen hacer una película que quisiera; la que eligió fue El reportero de la calle 42. Cannon decidió entonces gastar toda la publicidad en Superman IV y olvidarse de El reportero de la calle 42. Todos sabemos lo que resultó ser Superman IV, nadie se acuerda de El reportero de la calle 42.
Este tipo de sucesos nos hacen plantearnos el estado de un cine que desde los ´80 ha tendido más aún a la mercadotecnia que al arte.
Un motivo más para destacar la muy actual El reportero de la calle 42, para que alguien más se fije en ella y redescubra los abismos del ser humano, retransmitidos en directo y a todo color por Jonathan Fisher.
Mi última pregunta a Schatzberg fue la siguiente:
Tras el final, ¿tuvo éxito Jonathan Fisher?
Jerry Schatzberg: Con mi respeto a los periodistas, sí.


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