28/08/2012
Aquella noche, en el parque, se dio cuenta de que se había vuelto un adulto.
¿El momento exacto? Cuando vio a aquella parejita juntos, haciendo percusión con la lengua del otro. Se escandalizó y se quejó en voz alta.
Antaño, hubiera sonreído.
Ahora, era adulto, demasiado adulto. La madurez estaba empezando a pudrirlo.
Maldita madurez que nos llega y nos hace estar de mal humor y sentirnos viejos. Gran microrrelato.
ResponderEliminarHola, superñoño
EliminarSí, supongo que cuando tenga veinte años más, si llego a tenerlos, pensaré en lo tonto que fui sintiéndome viejo con veintiún años. Cosas nuestras.
Gracias por tu comentario, un saludo.