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Todos los siglos sucedía lo mismo.
Era bastante molesto, la verdad… Un cohete, hecho de metales de poca monta, llegaba al planeta rojo, destrozando algún canal desértico y lo peor es que dentro venían varios tripulantes. Tipejos vestidos como mamarrachos que se dedicaban a colocar banderitas y repetir alguna frase rimbombante sin sentido. La definición más aceptada de “idiota” en Marte.
Los marcianos se habían acostumbrado. Recibían a aquel grupo de terrícolas con sonrisas falsas. Era como tener que aguantar la visita inesperada de un familiar que no te cae bien, pero que nada, nada bien.
Al menos, se les había ocurrido cómo liberarse de aquellos eventos tan incómodos. Formaban una especie de ceremonia y dejaban las cosas claras mediante telepatía:
—Paz por medio de la mítica bebida llamada café, de la cual hemos recibido tantas señales de radio.
Los astronautas daban una taza de café casi sin entender el por qué. En fin, a los marcianos parecían gustarle aunque nunca lo había probado. Era su idealizada pipa de la paz.
Lo que pasaba a continuación es que el marciano tras probarlo se volvía gris, huesudo, vomitaba las entrañas y la palmaba. Así de simple.
Los terrícolas se ponían “perdona, esto no sabíamos qué pasaría”, “qué vergüenza, no era nuestra intención”, “volvemos a la Tierra para no importunar más”...
Sin que ellos lo supieran, cuando se largaban, el marciano volvía a abrir los ojos. Sólo había dormitado un poco, haciendo que el café pareciese un veneno. Su “muerte” siempre espantaba a los humanos por aquel “asesinato” sin querer.
Siglos después, un líder humano, que vestía un bonito tutú, mandó un cohete lleno de café para matarlos a todos. Ese fue el día en que la ceremonia terminó. Las bombas cruzaron el espacio, pero no venían desde aquel mundo azul, sino del rojo.
La Tierra desapareció.
El rey-reina marciano-marciana dijo:
—Fin, ¿qué mejor que tomarse un café bien cargado? Bah, mejor un té. ¡Me encanta!
Humor negro en estado puro. No me extrañaría que el primer contacto con vida alienigena sea un estupidez como esta... Los humanos somos idiotas. Y todas las catastrofes que provocan los humanos suelen tener origenes abusrdos.
ResponderEliminarHola, superñoño
EliminarSí, lo absurdo está infravalorado y eso que es muchas veces el motor de nuestros actos.
Me alegro de que te haya gustado, muchas gracias y hasta la próxima visita =D