Historias de Hann: la oscuridad de la fantasía

Un lector siempre va tras aquellas historias que pueden abrirle las puertas a nuevos mundos o redescubrirles el significado de este. La danza del gohut de Ferrán Varela me pareció una obra imprescindible dentro del fantástico, así que decidí sumergirme lo antes posible en Historias de Hann, una colección de cuatro historias cortas donde el autor nos muestra precisamente eso: diferentes cuentos que transcurren en un mundo de fantasía humano, demasiado humano.

Cuentos y grimdark

Con el mal grimdark me pasa como los cómics de superhéroes edgy de los ’90: en elevadas cantidades, puede saturarte y reventarte un par de arterias. Por suerte, en formato de cuento, funciona mejor. Es por lo que siempre he preferido los relatos a las novelas del Geralt de Rivia de Andrzej Sapkowski y valoro más las primeras novelas de Canción de hielo y fuego, antes de que el bueno de George R. R. Martin se perdiese en su propio mundo.

Por suerte, Historias de Hann se compone de cuatro historias cortas, que transcurren en el mismo mundo de El arcano y el jilguero y La danza del gohut (las dos otras obras de su autor, Ferrán Varela) y, lejos de saturar, funciona a la perfección dentro de la fantasía oscura.

Crítica de Historias de Hann, colección de cuatro cuentos grimdark de Ferrán Varela (El arcano y el jilguero) Share on X

El Guardián de Secretos

«Un Guardián de Secretos no tiene botas. No tiene lengua. No tiene nombre. Viaja de aldea en aldea para prestar oído a las confesiones de los fieles y yerra descalzo por los caminos para purgar con dolor el pecado ajeno. Esa es su razón de ser, el fin que persigue, el motivo que lo insta a seguir adelante. Pero ¿es suficiente?».

El primer cuento de la colección, El Guardián de Secretos, arranca con un tono que me recuerda a los monjes de El nombre de la rosa de Umberto Eco y pronto evoluciona por otros terrenos que consiguen concebir un mundo propio.

Su protagonista es un sacerdote errante al que, como parte de su culto, se le ha cortado la lengua. Eso hace que todo lo que realmente piense se lo guarde para sí y para la primera persona que utiliza para narrar los sucesos, lo que conforma una curiosa dicotomía entre lo que se dice y lo que se hace y entre lo que se piensa y lo que se calla.

Comparte con La danza del gohut una mirada decadente hacia las familias nobiliarias (¿hay otra visión posible?) y la búsqueda de la redención a través de una esperanza más que vacua. Puede que a su remate le falte un poco de fuerza, pero es mi cuento preferido de la colección.

Reseña Historias de Hann Ferrán Varela
Volvemos al mundo de El arcano y el jilguero con cuatro historias cortas.

Las llamas serán tu corona:

«Llueve ceniza sobre Finvigía. La tierra se oculta bajo un manto humeante de malos augurios. El dominio se enfrenta a una revolución que calcina cultivos y bosques mientras su señor, apodado «Bufón embrujado», resiste el asedio en el torreón y se pregunta qué es lo mejor para su pueblo».

En La danza del gohut, comparé a Gerrin (o aquel en el que se convirtió el joven heredero) en Segismundo de La vida es sueño de Calderón de la Barca. Aquí podría comparar al rey que protagoniza este relato con el monarca Basilio, padre de Segismundo, quien, siguiendo los hados, cae en desgracia.

Es un relato que, aparte de tener un título que me encanta, reflexiona sobre el precio de la revolución, las profecías y cómo la búsqueda de un mal menor acaba causando, por encima de todo, un mal terrible que puede arrasar con todo. A menudo, la fantasía tiende a simplificar los dilemas políticos de sus historias. Aquí no y eso me recuerda a la gran de Ursula K. Le Guin.

Imposible no recordar también el asedio con el que comienza la saga de Malaz de Steven Erikson, uno de los grandes exponentes de la fantasía de las últimas décadas.

Malaz-Steven-Erikson
Imposible que no se me viniera a la cabeza esta imagen de Malaz, por Michael Komarck.

Polvo de hada

«Nem no siempre fue sacerdotisa. Antes de eso, malvivía mendigando en Piedeforja y pasaba los días tratando de conseguir una pizca de polvo de hada con la que colocarse. Ingresar en la orden de Bicori le brindó un techo y la salvó de las calles, pero ya no se conforma con eso; está enamorada, sueña con una vida más allá del templo».

Dos sacerdotes buscan empezar una vida nueva traficando con unas piezas de sus dioses, los Áureos, en las que esconden el polvo de hada que sirve de droga en su mundo. Durante el camino, conocerán a refugiados, soldados y otros seres que reclamarán su atención.

La premisa es lo suficientemente punk como para disfrutarla, pero, pese a que tiene una voz narrativa muy buena, no acaba de explorarse del todo las consecuencias de las decisiones de sus personajes. Puede que con algún golpe de efecto más poderoso en el tercio final, el desenlace hubiese ganado más fuerza. En resumen, es uno de esos relatos que, con más páginas, podría haber respirado más y haber tenido una mejor conclusión.

Hadas-Hellboy
Quiero pensar que las hadas de este relato tendrían tan mala leche como las hadas de Hellboy 2.

El arte del cuentacuentos

«El arte del cuentacuentos: pueden contarse un millón de cuentos sobre el páramo helado de Pur. Relatos que hablen del frío que dibuja carámbanos de hielo en los aleros de sus tejados, la escarcha que pinta flores de cristal en las peladas ramas de sus troncoscuros y el vaho que tiñe de blanco los suspiros de sus gentes. De entre ese millón, este es el más extraño: en parte manual, en parte confesión y en parte fantasía. Una historia sobre el arte de narrar historias».

Una historia muy meta sobre el arte de crear historias y lo que significa para un anciano que lleva viviendo toda su vida leyéndolas y contándolas, pero que por una enfermedad jamás ha podido salir de casa, y un joven que rehúye vivir aventuras, pese a poder hacerlo.

Desde ahí, se forma una extraña alianza entre ambos podría haber dado de sí un relato más interesante, pero dicha unión se lleva a cabo en las últimas páginas y no consigue explotar todas las posibilidades.

No obstante, Ferrán Valera se demuestra aquí con un talante más intrépido e incluso «travieso» que hace que sea un buen cuento, al menos para mí, que tengo una debilidad: las historias sobre las historias.

Historias de Hann
Como Bastian o los protagonistas de este relato, todos necesitamos historias para poder seguir adelante.

Conclusiones

Ya sea en los cuentos más logrados o en los que menos, siempre es un placer descubrir la literatura de Ferrán Varela y deberemos estar atentos a su futuro dentro del mundo que ha creado. El arcano y el jilguero ya es una obra reconocida entre los fans, Historias de Hann aumenta este mundo y La danza del gohut es un imprescindible.

¿A qué espera el lector para descubrir la prosa del escritor barcelonés y entrar en un mundo fantástico sin parangón en nuestras letras? La fantasía, aunque tenebrosa, nos espera.

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