¿Qué final le darías a tu personaje de ficción favorito?
A mediados de los años ’80, DC Comics se preparó para dar carpetazo a toda su continuidad e iniciar una nueva tomando los mejores elementos de cada período y poniendo orden en el caos de historias que siempre fueron las aventuras de Batman, Wonder Woman y, sobre todo, Superman.
Antes de que las Crisis en Tierras Infinitas (ese ardid comercial en pos de una supuesta coherencia argumental) se produjese, el editor Julius Schwartz barajó dar un final al personaje que lo inicio todo: Superman. Esta noticia llegó hasta un joven guionista inglés que había empezado a revolucionar el mundo del cómic. Su nombre era Alan Moore y dicen que fue hasta el editor y, tomándolo por el cuello de la camisa, le pidió que fuera él quien escribiese el final para el llamado Superman de la Edad de Plata.
Y fue así cómo el guionista británico, destinado a convertirse en una leyenda del Noveno Arte, lograría escribir ¿Qué le pasó al Hombre del Mañana?, un magnífico relato en dos partes que homenajeaba y cerraba para siempre la historia de Superman o, al menos, de un Superman (no olvidemos que los superhéroes tienen más de una versión de sí mismos…). Y puede que porque fuese la primera vez y tuviera un autor magnífico, de poco importó los inexorables reinicios, megaeventos y otras trampas de la continuidad, lo importante es que Superman conseguía un maravilloso final feliz. ¿Y quién lo merecía más que el Último Hijo de Kryptón?
Y ahora, sesenta años después de que el Doctor Who iniciase su viaje en la pequeña pantalla con aquel extraño serial que lo empezó todo en 1963, Russell T. Davies se ha propuesto lo mismo que Alan Moore con el último de los tres especiales dedicados al Señor del Tiempo. Después de The Beast Star y Wild Blue Yonder, tenemos The Giggle (La risa) que significa un punto (y aparte) en la ya extensa mitología de ese atípico «superhéroe» británico que viaja en el espacio y en el tiempo en una cabina azul, con un destornillador, unos compañeros y toda la ilusión del universo. Y, curiosamente, tanto Alan Moore como Russell T. Davies han llegado a la misma conclusión: el deseo de dar un final feliz a uno de los personajes que más nos han hecho soñar en la Historia.
¿Qué es Doctor Who?
Durante un momento de The Giggle, Donna y el Doctor se detienen a hablar. A los fans nos encantan las pausas donde dos personajes pueden profundizar en qué significan… incluso cuando se alcanza un mensaje metatextual que va más allá de la pantalla. Me explico: ella sabe que el Doctor está agotado… y cuesta pensar que no se refiere a la propia serie, que estuvo a punto de ser destrozada por el inane paso de Chris Chibnall por la famosa obra de ficción británica. Y es en ese aspecto cuando comprendemos por qué el Doctor está renqueando: no sabe quién es, un dilema al que ya se enfrentó el Doctor de Capaldi, pero también la propia serie en multitud de momentos. Más allá de los símbolos que le hemos dado, ¿qué representa para todos nosotros? ¿Cuál es su destino?
Para dar respuesta, The Giggle retoma el cliffhanger del anterior episodio: todo el mundo se está volviendo loco, porque todo el mundo cree que tiene razón. Vaya, algo que ocurre también en nuestra realidad… Así, el Doctor y Donna, tras su encuentro con el abuelo Wilfred (al que tenemos poco debido al fallecimiento del gran Bernard Cribbins) intentan poner orden a todo lo que está ocurriendo en Londres hasta que se topan con UNIT y descubren al villano detrás de todo lo que está pasando: el Juguetero, un enemigo al que el Doctor se enfrentó en su primera encarnación conocida. Un malo malísimo que, por cierto, no resulta azaroso, como veremos más adelante.
El odio de la nación
Para contarnos su historia, The Giggle juega (nunca mejor dicho) no solo con la aventura que viéramos en el primer especial o la extrañeza del segundo, sino que agrega el espíritu de cuento de terror que tanto acompañó a la etapa de Steven Moffat. Si bien The Idiot’s Lantern no es uno de los capítulos más recordados de la etapa de Russell T. Davies (algunos lo consideran de lo peor), es curioso ver cómo se ha jugado con la idea de la televisión (y cualquier gran pantalla) como enemigo absoluto de la raza humana y su alienación (aunque no sé si un alien como el Doctor estaría muy a gusto con este término…). Del mismo modo, se ha añadido la plétora de lugares infinitos con terrores terribles y monstruos bajo la forma de marionetas que habrían deleitado a Steven Moffat, pero también al creador de los Ángeles Llorosos le hubiera gustado la idea de un mensaje cifrado que evoca al magnífico arranque de la sexta temporada, El astronauta imposible/El día de la luna. Davies y su equipo dejan claro que, si quieren jugar al terror, saben hacerlo y lo hacen magníficamente.
Y curiosamente, lejos de quedarse en el puro homenaje (o fanservice), toda la idea de la televisión, los móviles, Internet y las pantallas como gran enemigo, lejos de ser baladí, funciona a la perfección. Basta con ver lo que le ha pasado a la propia serie en las últimas semanas. Mucha gente se ha enfadado con Doctor Who llamándolo Doctor Woke y otras chorradas. E irónicamente, Russell T. Davies disfruta y se deleita como lo hace el Juguetero, bailoteando (seguro que con una canción de las Spice Girls) y siendo consciente de que la gente que se enfadará no es fan y nunca lo ha sido de Doctor Who. Si en el primer capítulo tuvimos toda la idea de que Rose (una chica trans) pudiera arreglar un problema de la trama, y en el segundo tuvimos a un Isaac Newton de tez oscura, en este tercer episodio Russell T. Davies parodia y satiriza magníficamente la idea de cómo hoy todo el mundo cree tener la razón, de cómo el odio se ha impuesto a través de redes sociales y cómo la crispación se ha convertido en una nueva religión. Vivimos en el mundo de los troles. Y hay seres como el Juguetero que ven en ello un juego malévolo con el que divertirse. El grado de crítica está ahí: hacia los políticos, hacia la gente de a pie, hacia los medios de comunicación, hacia los conspiranoicos antivac… perdón, antichips de UNIT…
Maravilla y terror
Y todo ello se obtiene con un magnífico despliegue. Si bien la fotografía es en algún momento oscura para mi gusto (o me toca calibrar de nuevo los colores de la TV… Espero que no me salga ninguna marioneta diabólica), la recreación del Soho de comienzos del siglo XX es alucinante, a la vez que esa Torre de UNIT (que parece robada de Los Vengadores). Se nota la cantidad de medios que hay en estos especiales de Doctor Who (el poder de la rata, ya se sabe…).
Aprovechando que hablamos de este apartado, no podría dejar de aplaudir el excelente tema que le ha dedicado Murray Gold al personaje del Juguetero, una melodía que evoluciona desde los años 20 hasta la actualidad, con un coro demente de voces de niños (al estilo Ghost in the Shell) y nos evoca toda la locura que trae el personaje consigo.
Crítica de The Giggle, tercer especial del 60 aniversario del #DoctorWho. ¿Podrá el Señor del Tiempo ganar esta partida? Share on XMonstruos y sorpresas
Pero lo mejor del episodio es que conserva su capacidad para maravillarnos e incluso para asustarnos o conmovernos. The Giggle es un no parar: una persecución, una aventura, un pequeño thriller, un drama existencial, una historia de terror… y, ante todo, una defensa de que el Doctor nunca ha parado de huir y quizá ya va siendo hora de que pueda disfrutar de una pausa (si es que el mundo se lo permite).
Por supuesto, tenemos un reinvención de la mitología que cabreará más que el mensaje del Juguetero, ya que hasta ahora pensábamos que solo existía la regeneración… y ahora tenemos otro nuevo concepto inventado… igual que la regeneración fue un concepto inventado en su día. ¿Cuál es el problema? Ah, los Sagrados Defensores del Canon. ¿Y si les dejamos en los sótanos de sus padres, con sus ordenadores llenos de cuentas falsas en redes sociales, y nosotros nos dedicamos a disfrutar de lo que nos gusta?).
Además, la sacada de la manga de Davies explicaría también toda la idea del Timeless Child y el período de Chris Chibnall, cuando descubrimos que había más Doctores sin tener en cuenta a los que ya habíamos conocido en la serie. Nuevamente, Davies hace que hasta la idea más peregrina de Chibnall signifique algo. Ya solo por eso, se merece un aplauso. No olvidemos, al fin y al cabo, que Doctor Who apela a que creamos en lo imposible, como hace el mejor género fantástico.
¿Sacadas de la manga?
Hablando de regeneraciones y otras ideas, hemos hablado poco de él, pero curiosamente, fue en el serial original del Juguetero donde se barajó la idea de que el Primer Doctor, William Hartnell, abandonase la serie y la justificación hubiera sido el hecho de pasar por uno de los juegos de este macabro Arcade de Marvel, pero del universo de Doctor Who que es el Juguetero. ¡Menos mal que fueron más originales y se inventaron la regeneración!
No deja de ser paradójico que, ahora, sesenta años después, su presencia haya servido para jugar con la mitología insólita y siempre cambiante que acompaña al Doctor desde que robase (o fuese robado por) la TARDIS.
El Día del Doctor… Who
Seamos honestos: lo que ha hecho Russell T. Davies con The Giggle no es fácil: no solo por los distintos cambios de tono que hay en el capítulo y su magnífico ritmo, sino porque no ha necesitado de la fanfarria que tuvo el cincuenta aniversario para conseguir que estos tres especiales hayan funcionado como celebración de la mitología del personaje.
Es más, no tenemos episodio multidoctor (o no del todo), pero si un homenaje a las compañeras del Doctor y lo que significa su paso por la vida del Señor del Tiempo (como vemos en la función del Juguetero, en Donna o en Mel, que nos evoca a la magnífica Sarah Jane de School Reunion, capítulo de la segunda temporada del reboot de 2005, también con el genial David Tennant). Sin duda, Russell T. Davies ha nacido para escribir Doctor Who.
Reinventar al Doctor
¿Puede reinventarse una historia o cobrar un nuevo significado? Puede. Lo hemos visto con las precuelas de Star Wars y la trilogía original: diálogos como aquel donde Obi-Wan habla de las Guerras Clon en Una nueva esperanza tiene ahora un nuevo significado tras haberlas visto en la gran y en la pequeña pantalla.
Con The Giggle en Doctor Who, el final de la cuarta temporada y los especiales de despedida de David Tennant toman un nuevo sentido. Si bien eran el epítome de la melancolía y la tristeza que de vez en cuando acompañan a la serie, ahora toman un nuevo sentido con un Russell T. Davies que, mayor, ha vuelto a sus personajes de antaño y lejos de cargárselos (como Peter Jackson y su trilogía de El Hobbit) ha decidido darles un final feliz, más allá de lo agridulce y lo trágico.
Por supuesto, habrá mucha gente que se cabreará con este tercer especial. Oh, sí… ya puedo escuchar y leer a los troles de Albión y más allá. Lejos de enfadarme… me provocan otra cosa: ganas de reírme. Russell T. Davies ha jugado sus cartas y ha inventado lo que ha querido, sacándose una carta de la manga, una carta que ha resultado ser un as… Y, acaso, ¿no lleva años haciéndolo con Doctor Who, al igual que Steven Moffat?
Porque Doctor Who, lejos de apelar a las tipas reglas aristotélicas o la verosimilitud, siempre ha jugado con la imaginación y lo que hay más allá de ella… como el propio Juguetero. El propio Russell T. Davies grabó un short al bordo de la TARDIS para pedir a los fans que viesen la serie en directo. Sabía que los cambios que iba a traer iban a generar polémica. Y los generará, sin duda.
La última partida
Porque The Giggle, más allá de los ases en la manga, no es perfecto. Tiene varios huecos (muchos relacionados con el misterioso Juguetero y esas marionetas diabólicas…), varios despiporres y varios instantes entre la épica y la vergüenza ajena que, en el fondo, son muy propios de esta lunática serie. Pero, aparte de por el entusiasmo de Davies, es salvado (una vez más) por un David Tennant que siempre será nuestro Doctor y una Catherine Tate que transmite más con una mirada que muchas actrices en toda su carrera.
Y no podemos dejar de mencionar a Neil Patrick Harris como gran villano de la función: su Juguetero es imposible de vencer, un lunático con reminiscencias a Arcade de Marvel, al Joker de DC y al Amo de la etapa de Russell T. Davies en Doctor Who… y no me extraña que sirva de llave para la recuperación del Amo, tal y como se insinúa en cierto último plano (¿otro homenaje a la resurrección del Amo en 2010?).
Además, tenemos un invitado de honor en las últimas escenas del especial que representa toda una promesa para la serie. Hablar de él sería caer en el spoiler, pero no se preocupen, hablaremos mucho de él en las próximas temporadas. No me cabe ninguna duda.
Pero acaso… ¿No es interesante toda la polémica que suscita la serie? Me refiero a que Doctor Who es una serie que nació en noviembre de 1963 como un programa educativo con elementos de ciencia ficción. Y ha sobrevivido (¡ha sobrevivido!) hasta 2023, captando la atención del público, dentro y fuera de las fronteras de Reino Unido, y convirtiéndose en la mejor serie de ciencia ficción para autores como Harlan Ellison (palabras mayores). Que después de sesenta años un personaje nos siga fascinando quiere decir que, como bien dice cierto personaje de este tercer episodio, estamos ante… un mito.
Conclusiones
En 2005, Doctor Who regresaba a la televisión de manos de Russell T. Davies. Muchos lo consideran un reboot, un reinicio, aunque pronto se alimentó de toda la mitología del personaje, algo que ahora está tan de moda en el género de superhéroes y en el fantástico en general.
Ahora, con el retorno de Russell T. Davies en 2023, en el fondo, asistimos a otro reinicio, que, en realidad, no es un comienzo desde cero, sino un nuevo empezar que tiene en cuenta la idea principal de la serie: un Señor del Tiempo, un viajero del espacio y el tiempo, que viaja en su TARDIS, con sus compañeros, y sonríe ante el inmenso pasado, presente y futuro… y lo hace con entusiasmo, porque ha elegido ser bondadoso, un símbolo de esperanza, cuando podría ser un juguetero monstruoso. Eso nos deja claro a todos nosotros que, en nuestro día a día, podemos seguir soñando. ¿Y hay acaso mayor premio que ese para el juego en el que todos participamos y al que llamamos vida?
Al comienzo de esta crítica de The Giggle, nos preguntábamos cuál es el destino del Doctor. Y la respuesta está en el último fotograma: el especial de Navidad. El Doctor nunca podrá detenerse, aunque de vez en cuando, merece un final feliz. Como todos nosotros.
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