10 motivos para ver Tick, tick... Boom! si eres artista

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Tick, tick... Boom! es el debut como director de Lin-Manuel Miranda, el dramaturgo y compositor tras éxitos como Hamilton.


Hace unas semanas, se estrenaba Tick, tick… Boom!, la adaptación del espectáculo musical biográfico de Jonathan Larson, el creador de Rent, que falleció poco antes del estreno de su obra más famosa. Dirige Lin-Manuel Miranda, el compositor, escritor y dramaturgo que ha conseguido éxitos como In the Heights, la banda sonora de Moana y, sobre todo, Hamilton. La película no solo es un biopic muy entretenido, con grandes temas musicales, y que acaba haciendo que te deshidrates de tanto llorar, sino que también aporta esperanza a los artistas y, además, agrega una cuestión muy importante: retrata muy bien lo que significa la creación, sin caer en los típicos clichés.

En esta entrada voy a hablar de diez motivos para ver Tick, tick… Boom! si eres artista:

Elegir arte o vida mundanal 

A través del personaje del mejor amigo de JonathanMichael, que ha abandonado sus deseos de ser actor para trabajar en una empresa publicitaria, Tick, tick… Boom! toca cómo el artista debe muchas veces buscarse un trabajo muggle para subsistir, trabajo que finalmente le puede devorar. Ese es el mayor temor de Jonathan Larson: comenzar un trabajo mundanal (como el que tiene en una cafetería) y se convierta en el centro de su vida, desplazando al arte, que se convertirá, por el poco tiempo y las pocas energías que tendrá, en un simple hobby. Como antiguo vendedor de consolas el día antes de Reyes, puedo confirmar que más de una vez pasé por esa sensación. Y me temo que, como profesor, también. ¿Qué eliges? ¿Comodidad o arte? ¿Qué eliges? ¿Sobrevivir o malvivir?

La vida real alimenta la ficción 

El sida, la discusión con Susan, cumplir años… La vida de Larson influye en sus canciones y en el musical que está creando. En cierto punto, Susan se enfada con Jonathan y le echa en cara lo siguiente: seguro que está pensando en convertir todo lo que está viviendo en ficción. Por supuesto, es así. Esto para alguien que no se dedique al arte puede parecer “malvado”, pero es que el arte es la forma que tiene el creador de lidiar con su existencia. Más de una vez, en un momento duro, me temo que he pensado: "esto debería ponerlo en una historia". No es crueldad, es mi forma de asimilar la realidad... mediante ficción.

Alejarse del mundo

¿Por qué encerrarte a trabajar en tu arte, en tu vida ficticia, en vez de vivir tu vida real? No es la primera vez que alguien me lo comenta, aunque fuese con otras palabras menos o más inspiradas. ¿Por qué consagrarte -qué término- al arte? Pronto, estarás muerto, ¿por qué no vivir sin más? Olvídate de crear una copia de una copia… Pero Jonathan no puede hacer eso. Se aleja de su novia, sus amigos, su trabajo, las facturas… con tal de conseguir que su musical, Superbia, llegue a producirse. En ocasiones, el artista debe huir del mundo real para enfrentarse a él mediante la ficción. Es extraño, pero es lo mismo por lo que Platón consideraba un peligro -o unos enfermos- a los artistas: somos maniáticos con los que los dioses (de la creación) juegan.

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Jonathan Larson ve cómo sus esperanzas se deshacen poco a poco. ¿Qué artista no lo hace? Como dice una de las canciones, Johnny no puede decidir. Fuente.

El bloqueo creativo 

Esto existe, aunque no lo parezca y haya autores como CliveBarker que lo solucionan trabajando diferentes vertientes artísticas: el cine, la escritura, la pintura… En el caso de Larson, debe hallar la gran canción para su segundo acto. Como en un grabado de Kubin, los minuteros con forma de cuchillas se acercan a su cuello. ¡El tiempo se acaba! Solo cuando huye de todo y busca la soledad, cuando tiene su “cita con el artista” como decía la autora Julia Cameron, "encuentra" la canción… en el fondo del agua. Como un artista en rehabilitación (alguien que intenta volver a serlo), me veo identificado con este aspecto del film.

Nadie entiende tu obra 

Pienso que este es uno de los aspectos más realistas de la película. Superbia es un espectáculo muy ambicioso. Larson ha puesto toda su ilusión en este musical que parece advertir del Gran Hermano, pero… nadie lo entiende. Larson es un adelantado a su tiempo y se ha centrado tanto en el trasfondo, que ha olvidado la realidad de sus personajes, aunque el creador tras Sweeney Todd y otros grandes musicales, Stephen Sondheim, parece captar la potencia de esta obra... si consigue ser más humana. Larson aprende así que, más que el trasfondo, lo que importa son los personajes, una cuestión que también sostienen escritores modernos como Brandon Sanderson. Como alguien que tiene unas trescientas páginas de anotaciones del mundo de su nueva historia, pero que no ha logrado pasar de la cien al escribir dicha obra, me he sentido muy identificado: debes buscar el lado humano... ante todo.

Sacrificios (pero no dejes de lado a los que crean en ti) 

Personajes como Michael quieren ayudarle y creen en él... aunque no sea fácil. Un artista, un escritor, necesita de apoyos en este largo y complicado camino (en ocasiones, se tiene incluso que "librar" de aquellos que se dediquen a dinamitarlo). ¿Los sacrificios? Vender sus libros con tal de lograr algo de dinero para sobrevivir, tener ideas y quedarse sin luz el día en que las va a escribir, que nadie asista a su ensayo, que nadie le entienda… La vida del artista es dura y la película recoge los pequeños mazazos que se va llevando Larson a lo largo de su carrera... Pero el artista debe elevarse como el cóndor de la fábula de Álvaro Yunque.

El no 

Mi parte favorita de la película (y no es "masoquismo escritoril") es que, pese a las buenas críticas que cosecha en su ensayo el musical de Superbia, los productores dicen que no porque requiere mucho dinero y es muy arriesgado. Eso se puede trasladar a tu literatura: tu libro puede ser muy bueno, pero puede no tener mercado. Larson, que pensaba que si le decían que no todo habría terminado, aprende de su agente una cuestión muy importante: ¿qué hacer cuando te dicen que no? Seguir escribiendo. Y escribir y terminar una obra. Y luego otra. Y otra. Y otra… Y así hasta que haya más suerte. Es la gran verdad que en los biopics se suele ocultar (se prefiere acabar con un final edulcorado donde todo salga bien), pero aquí no y se percibe que Lin-Manuel Miranda debe haber pasado por este tipo de vicisitudes. El mejor consejo que se te puede dar es ese: sigue escribiendo.

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Tick, tick... Boom! es un excepcional homenaje a la figura de un artista como lo fue Jonathan Larson. Fuente.

El tick, tick… boom! 

El tiempo es crucial en la película. El tempus fugit, el tictac que nos acerca al final, a la muerte, a la crisis de los treinta. Es como si Larson supiera que no viviría muchos años y moriría con tal solo treintaicinco años. La moraleja es que no podemos desperdiciar nuestra vida y el artista debe crear y olvidarse de tantas redes sociales, por ejemplo. Como alguien que sufre actualmente la crisis de los treinta, esta parte de la película es muy importante.

La librería y los libros

Un aspecto que me pareció bastante realista de la película es que Larson tiene una abrumadora colección de películas, libros y vinilos. Cada una de estas obras le sirve como alimento para su manantial creativo. Un artista necesita hacer esto para crear. Nada surge de la nada. Además, podríamos añadir otro aspecto: la necesidad de tener héroes; es decir, artistas que nos sirvan de guía. En el caso de Larson, es Stephen Sondheim, quien aparece como personaje en la película y encarna las posibilidades de Larson de convertirse en una de las nuevas voces de Broadway. Como Homer Simpson en el capítulo en que se hacía inventor por Edison, Larson pone a un héroe como centro de su vida y piensa en los logros que había conseguido a su edad; Larson se da cuenta de que no los está consiguiendo y se está volviendo más “viejo”. Esta cuestión me ha pasado cuando me paro a pensar que Neil Gaiman ya estaba publicando The Sandman cuando tendría veinticinco años.

Crear sin parar 

Ray Bradbury proponía que todas las semanas escribiésemos un cuento; eso haría que a finales de año tuviésemos un total de cincuenta y dos relatos, uno por cada semana. Al principio, sería arduo; luego, habríamos desarrollado el músculo de la creatividad. En Tick, tick… Boom!, el personaje de Jonathan Larson practica sin parar un ejercicio de creatividad: compone canciones sobre todo. Sobre la comida, trabajar en un bar los domingos, el terror de cumplir años, ver cómo el tiempo se agota… y como le cuenta a uno de sus productores: crear le hace, sobre todo, permanecer despierto.

Y hasta aquí el post de hoy. Espero que os guste la película (y que os haya gustado esta entrada). Cuando la veas, puedes dejar tu comentario o, si ya la has visto, puedes opinar sobre si retrata bien o no el proceso creativo. Hasta entonces... Sigue creando. Recuerda que el tictac del reloj nunca se detiene y, frente a él, solo nos queda la inmortalidad de la creación.


3 comentarios:

  1. Muy buen post. Como artista me identifico mucho con tus palabras y definitivamente amé la película por eso mismo. Bravo. 👏👏

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    1. Me alegro de que te haya gustado la película y te hayas sentido identificado con ella. Me alegra también no haber sido el único. ¡Gracias por el comentario!

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  2. ¡Hey!

    Me ha encantado la película de Tick, tick… Boom! La historia de Jonathan es muy triste, se dedicó toda su vida al arte y aún así hay gente que no terminaba de entenderlo, como es el caso de Susan.

    Los motivos que propones son geniales y creo que es una película muy recomendable, aunque también es triste como la propia historia de Jonathan… Lo pasé mal viendo la película, pero la verdad es que es muy disfrutable y me ha encantado conocer más de su vida.

    Andrew Garfield lo ha hecho genial, no me esperaba que este chico cantara tan bien e interpreta a Larson genial, las versiones de las canciones de la película son muy muy parecidas a las del musical original.

    Muchas gracias por hablarnos de esta película^^

    ¡Hasta la próxima!

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