El pasado y los recuerdos siempre vuelven... Fuente. |
¿Qué sería de Black Mirror sin un capítulo incómodo? Desde su primer episodio, la serie de Charlie Brooker ha logrado que muchos espectadores nos sintamos de un modo horrible, mientras nos narra cómo la tecnología cambia el mundo a peor... o cómo el mundo siempre ha sido horrible, como en este tercer episodio de la cuarta temporada: Cocodrilo.
Mia (una imparable Andrea Riseborough) es una mujer que ha conseguido hacerse a sí misma superando su pasado, que alberga un hecho traumático que amenaza con destruir su nueva vida. Sin saberlo, se cruzará con una agente de seguros, Shazia (Kiran Sonia Sawar), que posee un aparato que permite recuperar los recuerdos de los testigos y las víctimas de los accidentes. Y Mia decidirá, una vez más, construirse a sí misma, a toda costa.
Charlie Brooker erige un capítulo de suspense que funciona, que enturbia la mente del espectador, al mismo tiempo que vierte las pistas para un final que, si bien puede que no esté del todo a la altura, zanja con una mera casualidad toda una situación desesperada que convierte al personaje de Mia en un monstruo. O puede que siempre lo haya sido. Ella ha permitido que el mal triunfe como espectadora y después se ha convertido en una bestia con tal de que nadie lo sepa y el fin, como quien dice, justifica los medios. Sea como sea.
A través de los paisajes pálidos y los personajes amorales, el escritor Brooker y el director Hillcoat nos hablan de cómo los recuerdos nunca se borran, de cómo el pasado siempre viene a nosotros, y de cómo el destino deja marcados a todos los personajes. Todos, al final, somos piezas de un rompecabezas que se puede reconstruir en cualquier instante, aunque no lo deseemos.
En este caso, la trama de Cocodrilo nos transporta a la fuerza de los primeros capítulos de la serie, a la vez que toma muchos elementos de capítulos de series como Alfred Hitchcock presenta. ¿Podrá escapar Mia de su pasado? ¿O somos nuestro pasado?
Puede que, por el mal cuerpo que nos deja o la oscura moraleja que se desprende de esta pesadilla, el capítulo Cocodrilo es, junto a Hang the DJ y Black Museum, uno de los mejores episodios de la cuarta temporada de una serie necesaria como es Black Mirror. No lo olviden.
Malrollero total.. Ese y Metal Head me mantuvieron en vilo hasta el final..
ResponderEliminarMe quedé bastante hecho pedazos con la escena de la casa del final, cuando el padre y el crío... Creo que junto a Hang the DJ y Black Museum, es mi favorito de esta cuarta temporada. ¡Gracias por el comentario!
EliminarDe acuerdo, creo que esos también son mis favoritos pero sumo Metal Head ��
EliminarAcabo de terminar de ver el episodio y he venido corriendo a tu blog para ver si habías hablado de este episodio. Todavía estoy un poco traumatizado, la verdad. Desde luego de los que he visto de la cuarta temporada, es el que más me ha gustado. "Gustado", por supuesto. Es, como dices, un capítulo incómodo, de los que no te terminas de creer las cosas que están pasando, o prefieres no creerlas. Es curioso, además, como cambia la representación de la protagonista de "pobre cría desamparada y penosa" a "completo monstruo consumido". Me ha sorprendido también su humanidad, porque en ningún momento te la presentan como una psicópata ida de la cabeza, sino más bien como una persona normal que comete errores (por llamarlo de alguna forma amable) y los va encadenando, uno tras otro.
ResponderEliminarEn fin, que muy buen episodio. Gracias por tu reseña, me ha encantado.
Un saludo! :)