Morfeo, protagonista de The Sandman. Fuente. |
Anoche me acosté cerca de las dos de la madrugada. Antes, vi una película por la temática (era mala, pero...), leí un cómic (el primero de Los Libros de Magia), escribí un capítulo de M is for Magic y leí un poco más de Neverwhere. Al final, me fui a la cama, pero no paré de hacerme preguntas en la oscuridad, la mayoría sobre los dos personajes con los que se iba a encontrar uno de mis protagonistas en el siguiente capítulo. Y los encontré en el Otro Lado.
Diréis que estas son ñoñadas o bohemiadas de juntaletras (y puede que lo sean), pero aún teniendo los ojos cerrados, me preguntaba quién era Hermano y quién era Hermana, por qué conocían a mi personaje, cómo hablaban, a qué se dedicaban, qué buscaban, cómo era...
No era un hecho del todo inesperado. Recuerdo aquella anécdota que contaba Grant Morrison sobre un personaje inspirado en sí mismo al que hizo sufrir bastante en su cómic de Los Invisibles y, después, él en la realidad estuvo convaleciente poco después de escribirlo. La literatura y la magia de las historias influyen en la vida de los lectores, pero también en sus autores; ese era uno de los mensajes de mi Hollow Hallows. Otro ejemplo: sin ir muy lejos, a finales del pasado mes, soñé que a uno de mis personajes le faltaba una extremidad y, a la mañana siguiente, yo tenía un dolor en esa extremidad. Era raro, debe tener explicación, pero es la magia de concebir historias.
No importa. Regresando a Hermano y Hermana, llevaba pensando en esos personajes desde que escuché una anécdota a mi hermana, que vive en Irlanda (un lugar donde todo parece posible entre la lluvia, los acantilados y el verde). Era una historieta que vivió indirectamente, sobre dos personajes que se toparon con ella en la vida real. Suena extraño, pero porque lo es. Algún día la contaré, si puedo, en alguna carta que escriba sobre M is for Magic. De pronto, ese encuentro fugaz y sin importancia tenía a dos seres que merecían una historia y he seguido pensando en ellos todo este tiempo y anoche con más fuerza. Quería hacerlos formar parte de mi novela.
Esta mañana, me desperté a las siete. Mientras revisaba los correos en el móvil, decidí cerrar un poco más los ojos porque solo llevaba cinco horas dormido (si puedo llamarlo así), pero los personajes me hablaban y lo hacían sin cesar. Hermano ya tenía su voz, Hermana era mordaz. Ambos eran extraños e insistían en que era independientes. INDEPENDIENTES. Sin atisbo de humanidad y, aún así, muy reconocibles. Me desvelaron uno de sus nombres. Continuaron hablando. Yo seguí apuntando en mi mente.
Y tuve uno de esos sueños tan nítidos que parecen reales, que parecen puertas a otro mundos. No me creo que sean fantasías, no me creo que solo sea mi cerebro afrontando el subconsciente y preparándose para un día más. Esa fantasía... Trataba sobre lo real y lo efímero, sobre todo aquello que dura un segundo, como un beso inesperado en la víspera de la última vigilia.
Y desperté.
Hoy he hecho mis cosas, he querido escribir esta entrada para captar ese momento, ahora escribiré ese capítulo que ya tiene forma en mi mente.
Y daré gracias a que la imaginación y el sueño se hermanen, porque deben ser la locura con atisbo de bondad literaria. Y lo agradezco. No sabéis cuánto lo agradezco.
Gracias, Morfeo. Fuente. |
Hace un tiempo en que no tengo esos sueños tan nitidos, tan reveladores.
ResponderEliminarDiría que tuviste una colaboranción de Sandman.
Bienvenida sea esa colaboración, puesto que me ha dado para escribir bastantes páginas y eso, en estos días, está siendo un milagro :)
Eliminar¡Muchísimas gracias por tu comentario!
¡¡No!! ¡No se te ocurra jamás borrar esta entrada! Quiero encontrarla cada vez que la necesite leer. Desde ya, es parte de mi brújula. ¡Muchas gracias, Carlos!
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Felipe! Me alegro de que te haya gustado. Creo que todos los juntaletras hemos sentido alguna vez cómo los personajes nos hablan y no nos dejan escapar ni cuando los ponemos en papel. ¡Gracias y ánimo con todo, compañero!
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