Wytches es un homenaje de Scott Snyder a las historias más oscuras que le acompañaban de niño. Dibuja el gran artista Jock. Fuente. |
Un niño gordo abandonado en un campamento de verano, acosado por sus compañeros y sintiéndose miserablemente solo, empieza a dar las primeras señales que le harán caer varias veces en el agujero negro de la depresión cuando sea adulto. Y cada noche, entre los miedos y la oscuridad, un monitor les lee Los ojos del dragón, la novela de fantasía que Stephen King le escribió a su hija Naomi, a la que jamás le gustó el terror. Sin embargo, en ese relato sobre dos príncipes y el maléfico brujo Randall Flagg no es extraño que haya momentos terriblemente oscuros que asustan a ese pobre crío, pero que, a la vez, le fascinan y lo harán para siempre. Ese chaval solo quiere que llegue la noche siguiente para escuchar más de la historia y, una vez termina, comprenderá el poder catártico del terror y su próxima lectura será El cementerio de animales.
Décadas después, no ha logrado convertirse en un dibujante de cómics como quería de niño, pero sí se ha convertido en un guionista y, aparte de trabajar con algunos de sus personajes favoritos como Batman, también ha trabajado con su ídolo Stephen King en obras como American Vampire. Hablamos de Scott Snyder, el guionista que está detrás de Wytches, el título que supone una de sus incursiones en el género de terror.
Las brujas
«She might even be your lovely school-teacher who is reading these words to you at this very moment. Look carefully at that teacher. Perhaps she is smiling at the absurdity of such a suggestion. Don’t let that put you off. It could be part of cleverness».
Estas palabras pertenecientes a Las brujas de Roald Dahl se guardan como el subtexto sobre el que Snyder construye toda la mitología de sus brujas. El autor habla de cómo la lectura de esta novela le impulsó en sus primeros años a buscar brujas en el bosque. Y, años más tarde, le llevó a escribir este tebeo.
Wytches es un cómic de horror, pero, por un lado, tenemos el horror fantástico representado por enormes criaturas terroríficas denominadas brujas, bosques siniestros y árboles devoradores de sacrificios humanos y, por otro, tenemos miedos como el acoso escolar, el odio, la incomprensión, la depresión, el suicidio o la traición en el núcleo familiar. Es decir, tenemos el horror fantástico y el horror real, el que podemos sufrir cada uno de nosotros, el que permanece más allá de la hipérbole del género, y, como en las mejores historias de terror, se cruzan a la perfección para crear una tétrica obra.
Las imágenes turbias y siniestras compañan el cómic. Fuente. |
Si bien Snyder demostró algunos problemas de ritmo con sus vampiros en American Vampire, en Wytches se encuentra mucho más centrado a la hora de contarnos la historia de un matrimonio y su hija adolescente Sailor, que ha protagonizado varios intentos de suicidio y a la que muchos acusan de estar detrás de la desaparición de Annie, una chica que la acosaba en el instituto. Desde su impactante prólogo, donde empezamos a hacernos a la idea de lo que haría una persona por obtener todos sus deseos (sacrificar a otro ser humano), Snyder, por medio de varios saltos temporales, nos narra la interesante historia sobre Sailor y su padre, un exalcohólico que escribe e ilustra obras infantiles, y que encuentra en la ficción una forma de cuidar y salvar a su hija.
El gran problema del cómic es lo rápido que transcurre, que no se profundiza del todo en su mitología o que cae en ciertos lugares comunes, como vemos con sus números, que son un desfile de grandes viñetas, poco diálogo y la idea de que es una presentación del mundo y que lo mejor está por llegar. No es extraño. La mayoría del cómic actual peca de esto (que se lo digan a Mark Millar, cuyos tebeos parecen más bien una forma de vender una idea a una productora que una obra por sí misma). Por suerte, Snyder deja algunos momentos impactantes y realmente escalofriantes, con esas brujas monstruosas y esos habitantes del pueblo que parecen caer pronto en el horror lovecraftiano.
Para el que firma esta reseña, donde realmente triunfa Wytches es en la creación de un ambiente insano que, aunque no evoca a esa otra magna obra sobre la brujería que es Suspiria de Dario Argento o al fantástico cómic reciente Harrow County, sí que es capaz de retratar los miedos y terrores más humanos, los que en realidad conectan más con el lector. Temer a una bruja es más o menos fácil, te comen vivo y te hacen cosas terribles, pero no existen; temer a una acosadora o unos psicópatas es también terrible, pero, por desgracia, sí existen.
La visceralidad de Wytches de Scott Snyder y Jock. Fuente. |
Más allá de todo eso, de los giros, las sorpresas o las escenas escabrosas, el volumen primero funciona a la hora de representar cómo la adolescente Sailor debe superar sus propios demonios y cómo su padre hace todo lo posible por salvarla. Al final, trata de eso y esta historia en apariencia tan pequeña es, en realidad, grande, porque como ya decíamos, es donde realmente acechan los monstruos.
Si bien el dibujo de Jock aporta gran parte de esa sensación lúgubre de Wytches, también al coloreado de Matt Holligsworth nos lleva a un mundo que, en algunos de sus instantes más viscerales, recuerda a Ben Templesmith, con ese añadido de acuarela digital que dota al cómic de una apariencia única.
A la edición de ECC, aparte de portadas y algunos diseños, se suman los textos que escribió en su día Snyder y que nos sirven para saber su visión de los horrores reales, algunas anécdotas sobre el terror y sobre su vida (como cuando trabajó en Disneylandia como Buzz Lightyear) y una fantástica historia real sobre cómo iba, en su niñez, junto a un amigo a cazar brujas a un oscuro bosque lleno de extraños objetos y, cómo una tarde, su amigo creyó ver a una auténtica bruja vigilándoles, una bruja monstruosa como las de Roald Dahl, criaturas deformes, salvajes y caníbales. La bruja desapareció y ellos volvieron a casa, pensando que todo había sido un simple espejismo, pero retornaron a casa más rápido de la habitual y sus sonrisas parecían más forzadas. Años después, Snyder confiesa que, ya adulto, volvió a ese bosque y, como la propia Sailor, creyó haber visto de nuevo a las brujas, como si fuese Bill Denbrough enfrentado al Pennywise de It, magna obra de su admirado Stephen King.
Y es que aquellos que vivimos del terror, de su catarsis y su inquietud, no es extraño que veamos monstruos imaginarios como las brujas de Wytches, pero todavía es más terrorífico que veamos los monstruos reales que nos rodean. Esos nunca nos abandonan, ni cuando somos lectores adultos ni cuando éramos aquellos niños que leíamos a Stephen King. Scott Snyder no lo ha olvidado.
Cuidado, estimado lector, la bruja te vigila y la bruja muerde…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes comentar mediante nick, anónimamente o con tu cuenta de correo o similar. No almacenamos ninguna información.
¡Muchas gracias por tu comentario!