Ojalá pudiésemos volver a leer por primera vez las obras que nos cambiaron la vida. Por supuesto, podemos releerlas, igual que repetimos sin cesar una canción que nos gusta o vemos más de una vez la película que nos encanta, pero es difícil volver a esa candidez del descubrimiento; la relectura es importantísima, nosotros mismos aportamos nuevas cuestiones a este juego, pero no será lo mismo que la primera vez. No volveremos a perdernos en el verde con la Cosa del Pantano y Abby. No nos embarcaremos en la caída, el retorno y el cambio de Morfeo, rey del sueño, ni volveremos a ver sonreír por primera vez a Muerte. No volveremos a leer y descubrir los Libros de Magia. No haremos frente a la incertidumbre de los enfrentamientos de John Constantine contra las artes oscuras. Y tampoco volveremos a contemplar el alzamiento del ángel caído, Lucifer… ¿O sí?
#Lucifer regresa con el Universo Sandman editado por @eccediciones y lo hace recordándonos a las mejores series de la línea Vértigo. Reseña: Share on X
El Universo Sandman nació como un proyecto para crear varias series procedentes «de la imaginación de Neil Gaiman». Más allá de una estrategia de marketing como señalaron los cínicos, esta línea de cómics, nacida a partir de la magna obra del escritor de Coraline o El océano al final del camino, nos ha devuelto esa sensación de tenebrosidad, misterio, magia y fascinación de la primera lectura de la obra original. De todos los títulos publicados, la que por ahora lo ha conseguido con más fuerza es la nueva serie de Lucifer a cargo de Dan Watters, Max y Sebastián Fiumara, y Dave McCaig.
No es sencillo seguir los pasos de la emblemática serie Lucifer escrita por Mike Carey y que se convirtió en uno de los símbolos de Vértigo. Watters lo hace precisamente recogiendo la idea original de arrojar al demonio a su propio infierno. Igual que Morfeo lo perdió todo al inicio de Sandman, este nuevo Lucifer comienza como un buen relanzamiento debería ser: perfecto para nuevos y viejos lectores y con una historia genial que tampoco debe vivir constantemente del pasado para lograr su grandeza. Es así como su autor nos embarca en el viaje de Lucifer para recuperar su trono, pero ¿quién lo ha atrapado?
La historia de La comedia infernal, el primer tomo de la nueva serie, se divide en varias líneas temporales y seguimos a distintos personajes. Por una parte, hallamos al Lucifer mendigo en una ciudad terrorífica y surrealista: ¿quién lo ha encerrado ahí? No es la primera vez que cae, pero en esta ocasión parece imposible que pueda volver a alzarse. Por otra parte, damos un salto a poco antes de quedar aprisionado, cuando Lucifer mostraba un rostro digno de David Bowie. En ese segmento se profundiza en su búsqueda, su cruce con el maldito, shakesperiano y digno hijo de Mary Shelley que es Calibán; todo ello marcado por un amor del pasado que está maldito. Por último, en el presente, un agente de policía, John Decker, con una esposa con cáncer terminal, acabará cruzando sus pasos con Lucifer cuando halla una extraña residencia que oculta una terrible realidad…
Como hemos visto, no se puede acusar a su escritor de no ser ambicioso. Dan Watters sorprende con su guion, porque no sacrifica a aquel desafiante Lucifer que se enfrentó con Morfeo en los primeros números de Sandman ni renuncia tampoco al que le dio aquel regalo envenenado al Eterno del Sueño. Tampoco da de lado a aquella mente maestra y cínica de Mike Carey, aquel que nos demostró que más sabe el diablo por viejo que por diablo. Pero Watters añade valores propios que muchas veces se alimentan del espíritu de los autores del romanticismo que encontraron en la figura del ángel caído la perfecta imagen del rebelde que tanto ansiaban Byron y compañía. Este primer arco, titulado La comedia infernal (jugando con el legado de Dante), profundiza en lo que significa ser Lucifer mediante un enfoque fascinante, original y que nos hace recordar aquella vez que leímos grandes obras como La Cosa del Pantano, Sandman, Hellblazer o, por supuesto, Lucifer.
El estilo de esas series citadas continúa en varios aspectos. Las descripciones oscuras (marca de la casa del antiguo sello Vértigo), personajes torturados como Sycorax, Mazikeen o Calibán, el uso del monólogo interior y la agilidad de los diálogos nos recuerda al mejor Lucifer y, por supuesto, al mejor Sandman. Con este último, la serie de Watters comparte también los guiños culturales no solo a El Paraíso Perdido de Milton, sino también al Próspero de La máscara de la Muerte Roja de Edgar Allan Poe, las apariciones del polifacético artista William Blake o el papel del personaje que inspiró al maldito Jack O’Lantern. Nos preguntamos si para la portada del cómic, con ese Lucifer vagabundo con el cartel de «Peco por comida», se habrán inspirado en Alan Moore o en Jesucristo. Y estos son solo algunos de los guiños que sirven de puerta a centenares de historias y que resultan ser una delicia para los letraheridos.
Más allá del guion de Watters, también es destacable el papel de los Fiumara. Su trazo es maravilloso, tomando un estilo perfecto para la serie y llenado las páginas de imágenes para el recuerdo. Los personajes están llenos de vida, con originales diseños que los hacen todavía más carismáticos, el entorno es real cuando debe y fascinante cuando nos adentramos en el mundo de más allá de nuestra mierda, y el coloreado consigue crear una paleta única para cada uno de los planos de esta historia.
Lucifer ha caído una vez más, pero sabemos que será para alzarse, porque él nos ha demostrado que siempre se puede caer con gracia y el final de este primer tomo nos abre las puertas ante el hundimiento. «Mejor reinar en el infierno que servir en el cielo», dijo el Ángel Caído de Milton y lo confirma una vez más con Watters. Lucifer ha vuelto.
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