Bewitched? He’s the one who wouldn’t leave her alone. Once a man has set his heart on a huli jing, she can hear him, no matter how far apart they are. All that moaning and crying, she has to go to him every night just to keep him quiet.
Hace poco, le comentaba a mi alumnado de 1º de bachillerato que estaba viendo la serie de Arcane por tercera vez. Eso les sorprendió. Me preguntaron el porqué y eso me hizo darme cuenta de que vivimos en una sociedad que va tan rápido que, en ocasiones, no nos queda tiempo para paladear las cosas. No, no me refiero a los más jóvenes (bastante tienen con ser siempre culpados por todo). Mi intención no es acusar a nadie. Desde 2007, se habla de la cultura snack, del aperitivo cultural con el que nos alimentamos brevemente antes de buscar el siguiente alimento que digerir lo más rápido posible. No disfrutamos del sabor. Estamos ante un banquete cultural que se ha convertido en un bufé libre adonde vamos con rapidez, sin detenernos a pensar en lo que hacemos, en lo que vemos, leemos, escuchamos.
Ya he comentado en más de una ocasión que considero Arcane como lo mejor que le ha ocurrido al género fantástico en los últimos veintiún años. La fantasía del siglo XXI comienza con ella (entre otros grandes títulos). Para mí, que deseo dedicarme a escribir sobre este género, ha sido, por un lado, un reto (¿cómo puedes intentar igualar a Arcane?) y, por otro, una clase magistral que no deja de enseñarme significados cada vez que la vuelvo a ver (he hablado varias veces de ella en el blog y considero que volveré a hacerlo, pero también me gustaría compartir el ensayo sobre Jinx, Silco y Viktor realizado por Fatty Martin en YouTube).
Todo este «prólogo» venía a raíz de que, tras terminar otra vez con Arcane, recordé otra obra de fantasía en formato de animación que me voló la cabeza en su momento y es el capítulo Good hunting (Buena caza) de Love, Death & Robots, una adaptación del cuento escrito por el autor Ken Liu y publicado dentro de la excelente colección de cuentos El zoo de papel. En su momento, este capítulo me impactó, pero solo lo había vuelto a ver una vez. Le puse solución ayer y fue todo un redescubrimiento.
Good hunting (Buena caza) es el mejor capítulo de #LoveDeath&Robots, pero también, sin duda, una reivindicación del género fantástico. Share on XEl horror y la maravilla
El tiempo nos aporta más cosas que simples años que nos acercan a la tumba. También nos da ojos nuevos con ver incluso aquello que nos ha marcado. Buena caza es una delicada pieza de relojería. Más allá de la frialdad y la maravilla de los autómatas que pueblan su mundo, es una historia sobre la muerte de la magia y el nacimiento de la tecnología; pero también es una lucha entre lo salvaje y lo civilizado, entre lo maravilloso y real, entre el amor y el honor, entre lo fantástico y lo real. Cada uno de sus veinte minutos funciona a la perfección para trasladarnos diferentes niveles de lectura.
Pienso que un mundo de fantasía del guion de Tim Miller y Philip Gelatt, a través de lo concebido por Ken Liu, ha cumplido con su propósito cuando el lector o el espectador le encantaría quedarse a vivir en él y es lo que siento cuando veo Buena caza. No se idolatra la naturaleza, que es hermosa, pero también salvaje y terrible. Tampoco se idolatra la civilización, que a menudo no solo mancilla la naturaleza sino se destroza a sí misma, aplastando al más débil, pero siendo también capaz de dar pie a maravillas tecnologías llenas de oropel y sorpresa. Es una historia en apariencia simple, pero que alcanza aquello que llamamos alma. Y eso no es fácil en estos tiempos.
Todo ello lo obtiene porque, en este episodio (para mí el mejor de la serie), persiste una embriagadora mezcla de la mitología y la visión idealizada del mundo oriental y una tecnología imposible como el steampunk, mezcla que sirve como línea divisoria que encontrará fronteras paralelas a lo largo de toda la historia y que sirve para reflejar la complejidad de una historia que demuestra que los cuentos puedan almacenar tantas o más lecturas que una novela.
No es sencillo crear un relato así. El mundo de Buena caza es capaz de ser descrito como lo hacen los mejores mundos de la fantasía, a través de finas pinceladas que sirven, sin diálogo, para enseñarnos cómo todo puede cambiar en un solo instante (por este motivo, recibió un premio Emmy). Visualmente, el apartado técnico es una maravilla. El tono de la animación dirigida por Oliver Thomas (artista dedicado sobre todo a los storyboards), entre Metal Hurlant y series de influencias orientales como Avatar: La leyenda de Aang (e incluso con rostros que recuerdan a los personajes de Disney), marca la fuerza estética de cada personaje y escenario y, por tanto, también logra cautivarnos a nivel estético y argumental.
Amor y muerte
Buena caza no se conforma con ser un vacuo alarde técnico, sino que todo lo presentado sirve para reforzar el objetivo de la obra. En resumen, aunque su director, Oliver Thomas, nunca vuelva a dirigir, puede estar tranquilo sabriendo que con los veinte minutos de Buena caza ha hecho más que muchos directores de animación con docenas de películas a sus espaldas.
Y si hablamos del apartado gráfico, también deberíamos agregar el campo del audio que complementa el terreno audiovisual. La maravillosa banda sonora de Rob Cairns nos adentra en el fascinante mundo propuesto por Ken Liu, célebre por sus cuentos, pero también por su trilogía de La Dinastía del Diente de León que ha dado pie al llamado silkpunk. Aunque Cairns no es un compositor con un trabajo interesante, sí que logra aquí dar las notas perfectas para esta historia.
En resumen, pienso que, en el fondo, todos los acólitos de lo fantástico amamos también de la fantasía y la magia ese aire fascinante y maravilloso, esa demostración de que el mundo no tiene que ser siempre igual, de que existen otras posibilidades más allá de la razón. Por eso, nos sentimos identificados con el personaje de Liang cuando conoce a la madre de Yan y a la propia Yan. Él, hijo de un cazador de espíritus malignos, debería odiarla, pero se enamora.
Y aquí nace la paradoja: los hombres dicen que los espíritus malignos los encantan, igual que Platón sostenía que los artistas eran lunáticos que escuchaban a los dioses que jugaban a volverlos locos, pero la realidad es que los hombres no son hechizados sin más, sino que se enamoran perdidamente de los seres fantásticos y, por mucho que huyamos, nuestro corazón llora por ellos y ellos vienen a nosotros no porque deseen destruirnos, sino para consolarnos, aunque eso haga que nos destruyamos, como le ocurrió a Alonso Quijano.
Por tanto, Liang se embelesa con la magia, la naturaleza, lo imposible que representa Yan, aunque su historia de amor nunca parezca consumarse más allá de las escenas en las que Liang reconstruye física y psicológicamente a Yan. Si el padre de Liang le quitó la vida a la madre de Yan, su hijo será el que le devuelva la vida a la joven, aunque sea para que esta viva desde ese momento matando a todos los hombres que dañan a las mujeres.
Magia y realidad
El mensaje de Buena caza no está vacío, pero tampoco está impregnado de una moralina impostada que haga que la obra se convierta en un mero planfleto. Más allá del dilema de cómo la industria mata la magia (una idea que hemos visto en las obras más dispares, desde El Señor de los Anillos con la industrialización como referencia al mal de Saruman y Sauron, hasta los Hombres Grises de Momo de Michael Ende), también existe la lección sobre el colonialismo, con los ingleses tratando a los chinos como esclavos, y, a su vez, vemos cómo se aplasta sistemáticamente a la mujer, representada en el misterioso personaje de Yan.
No es un mensaje simplista, pero tampoco es un mensaje carente de sangre. Para aquellos que piensen que la animación es un formato carente de profundidad y que nunca puede acercarse a la violencia de las tramas más siniestras, toda la serie producida por David Fincher nos demuestra que no y lo vuelve a hacer en Buena caza. En este caso, vemos una fantasía descarnada que sirve como alegoría de cómo el ser humano destroza lo natural, lo mágico, pero también de cómo la naturaleza puede ser cruel y vengativa como respuesta.
No obstante, más allá de la opresión y la violencia, encontramos lo contrario en algunos puntos: el erotismo y la sexualidad que mueven un mundo que degenera entre la miseria y el vapor. Todos los hombres de la historia, incluso el padre de Liang, son presentados como seres violentos; peor todavía sucede con hombres como los colonizadores ingleses que explotan y marginan a los chinos y tratan a las mujeres como si ni siquiera fueran personas. Es el arma (¿o el alma?) de la naturaleza quienes vengará a las mujeres sometidas bajo el yugo de estos seres. Al final, el único acto de amor que vemos y que no es perverso es cuando Liang salva a Yan siendo un niño y cuando la salva cuando vuelve a ser adulto.
Para que luego digan que la fantasía no dice nada del mundo real…
Buena caza
Como me ha pasado recientemente con Arcane, cuando me detengo a pensar en Buena caza, sé que, como escritor, me gustaría algún día dejar el poso que deja una historia como esta en el espectador (o el lector). Como creador, nada me haría más feliz que alcanzar la fuerza de Ken Liu o esta adaptación de su relato, porque son la demostración de cómo el género fantástico no es una suma de clichés, sino un modo de auspiciar nuevas miradas en torno a la imaginación.
Que quede claro: no es simple fantasía barata, no es escapismo (y si lo fuera, ¿qué hay de malo, como diría Tolkien?), Buena caza es una enorme metáfora que no necesita de muchas páginas o minutos para encantarnos. Aparte de por hipérbole o su metáfora, funciona también por su mensaje melancólico, nostálgico, y su modo de capturar la magia y la fascinación que supone este género. Es, por tanto, una obra inspiradora, una obra que marca camino para juntaletras como yo y que recomiendo a todos aquellos que quieran escribir fantasía y todos aquellos lectores y espectadores que sigan disfrutándola.
Buena caza (Good hunting) de Ken Liu es una gran metáfora sobre la muerte y la resurrección de la magia. Su adaptación en #LoveDeathandRobots es una maravilla, perfecta para cualquier aficionado del fantástico. Share on XA riesgo de repetirme, en las últimas semanas, tras ver Arcane, me he puesto a pensar en qué es una obra maestra. Hay varios rasgos fundamentales, desde cómo nos deja sin aire, cómo no podemos dejar de pensar en ella o en cómo marca los nuevos caminos y se convierte en un desafío y ejemplo durante los siguientes años o generaciones, pero creo que otro rasgo importante es que estas obras no mueren y que aguantan los revisionados. Es más, volver a verlas significa encontrar nuevas capaz e ir completando la fuerza que sus autores han querido darle. Capas y capas de lecturas, mecanismos que aunque no los atisbemos a simple vista, nos enseñan cómo funciona el mecanismo de relojería que es una gran historia. De ahí que ver de nuevo Buena caza haya sido una experiencia tan grata. Al fin y al cabo, es lo que tienen las obras maestras: son inmortales.
Al final, debemos reconocerlo: todos nosotros somos cazadores, cazadores de historias que creemos darnos por satisfechos cuando cazamos a nuestra presa. En cuanto la tenemos entre nuestras garras (nuestros ojos u oídos) perdemos el interés por ella, como un felino que ha matado al ratón con el que jugaba al terrible juego de la muerte. Así que nos precipitamos a buscar la siguiente historia sin mirar atrás… Pero si fuéramos capaces de detenernos, de dejar nuestra frenética cacería salvaje y observar nuestras huellas, de revisar nuestros pasos, veríamos algo insólito: veríamos que no somos el cazador, sino la presa. Somos presa de las grandes historias, de la maravilla, de lo fantástico. Esa es, en realidad, la buena caza.
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